¿Qué tuvo que ver el Holocausto con el renacimiento de Israel?

Alberto Moryusef Fereres[1]

 

Existe la creencia que el Estado de Israel se estableció en 1948 con el objetivo de compensar al pueblo judío por el Holocausto, cuyos horrores se revelaron a la opinión pública mundial, en toda su magnitud, tan solo tres años antes, al finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1945.

 

Esa idea es utilizada por ciertos sectores para deslegitimar al estado judío y a su movimiento de liberación nacional, el sionismo, mediante la negación del vínculo del pueblo judío con su tierra ancestral y su lucha por reconstruir en ella una nación soberana.

 

Para ello, se intenta sacar de contexto la resolución 181° de la Asamblea General de la Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947 que legitimó internacionalmente el derecho de los judíos de ser independientes. La comúnmente conocida “Partición de Palestina” decidió el fin del Mandato Británico (que databa de 1920) sobre ese territorio y su división en dos estados, uno judío y otro árabe. La aceptación de la resolución por parte de los judíos llevó a la independencia de Israel, y el rechazo por parte de los árabes impidió la creación de su correspondiente. La oposición árabe se materializó mediante la lucha armada en la que ejércitos de cinco países, aliados con fuerzas dentro del territorio, atacaron al naciente estado con la intención de erradicarlo. Esa confrontación concluyó en lo militar con el triunfo de Israel en 1949, pero en lo político continúa hasta hoy en cierta medida, con otras guerras de por medio.

 

Pero de cualquier forma, es difícil aceptar en términos históricos e incluso emocionales, que los dos grandes acontecimientos del pueblo judío de los últimos dos mil años, el Holocausto y el renacimiento de Israel, que están tan cerca en el tiempo, no estén conectados entre sí.  Por ello el tema ha sido ampliamente debatido, pero antes de abordarlo en este artículo, conviene un breve repaso de la historia.

 

Fue el imperio romano quien, en el siglo II d.C., dio el nombre Palestina al territorio de Judea (de ahí proviene el gentilicio judío) tras conquistarlo, aplastar la rebelión de sus habitantes y destruir su capital, Jerusalén. Judea había albergado siglos antes el Reino de Israel, la cuna de la nación hebrea.

 

El deseo de reconstrucción de la patria ancestral estuvo presente en la conciencia y en la acción de los judíos durante mil ochocientos años de diáspora, hasta que a fines del siglo XIX, adquirió forma de movimiento nacional moderno con el nombre de sionismo. El movimiento sionista se dedicó desde entonces a la búsqueda del reconocimiento internacional y la construcción de las bases políticas, sociales y económicas del futuro estado judío, y estimuló y colaboró con el retorno a Israel de miles de exiliados, la mayoría del este y el centro de Europa, donde durante siglos habían sufrido persecuciones.

 

Tras la primera Guerra Mundial y el colapso del imperio otomano, la Liga de las Naciones constituyó el Mandato Británico de Palestina, con el objetivo de facilitar la creación de un hogar nacional judío en ese territorio. Los ingleses fallaron en ese objetivo, al no lograr conciliar las aspiraciones judías con la oposición árabe, que entonces veía esa pequeña región como parte de una gran nación árabe que abarcaría todo el cercano oriente, y con sus propios intereses, en momentos en que el petróleo adquiría valor estratégico y económico.

 

La realidad es que, para el tema que nos ocupa, a principios de la década de 1930, antes de la llegada de los nazis al poder en Alemania, la comunidad judía que vivía bajo el Mandato Británico en Palestina había logrado construir los cimientos de su futura nación, con grandes centros urbanos y miles de comunidades agrícolas. La negativa inglesa a la creación del estado hebreo adquirió dramatismo con la prohibición de inmigración judía a Palestina mientras se desarrollaba la guerra, dejando a los judíos de Europa a merced del exterminio nazi. Eso permite inferir que de haber ocurrido lo contrario, la historia del Holocausto sería distinta. Tras el exterminio de seis millones de judíos, que también  dejó centenas de miles de sobrevivientes en campos de desplazados con un futuro incierto, el Reino Unido finalmente decidió trasferir a las Naciones Unidas el destino del territorio del Mandato.

 

La comisión internacional (la UNSCOP) que elaboró la propuesta de partición, que más tarde fue aprobada en Asamblea General, argumentó a favor de ella la legitima aspiración nacional hebrea y la imposibilidad de continuidad del Mandato, por el alto nivel de confrontación entre las comunidades judía y árabe locales, entre otras consideraciones. La “compensación” no formó parte de los debates ni las minutas en el seno de la UNSCOP ni figura en el texto de la Resolución 181°.

 

Pero volvamos a preguntarnos qué tuvo que ver el Holocausto con la creación del Estado de Israel. Para responder, recurrimos a los expertos.

 

“El Holocausto casi detuvo el proceso de creación del Estado”, sostiene Yehuda Bauer del Centro Internacional para el Estudio del Holocausto de Yad Vashem en Jerusalén[2]. Y continúa “Al estallar la Segunda Guerra Mundial ese proceso pendía de un hilo y el borrar del mapa a la mayoría de la judería europea privó al futuro estado de muchas de las personas que podrían haberlo hecho realidad”. Bauer separa el impacto del Holocausto del Holocausto mismo: “El resultado del Holocausto fue muerte …” y por ello no pudo llevar a la creación de Israel. “Fue más bien el resultado de escaparse de la muerte lo que llevó a la creación del Estado”. Añade que la propia dirigencia sionista contribuyó conscientemente a crear el mito del nacimiento de Israel como consecuencia del Holocausto, con el objeto de posicionar a Israel como nación refugio y  dejar claro que gracias a su existencia “nunca jamás” los judíos serían perseguidos impunemente.

 

“Aunque duela decirlo, no se puede separar el Holocausto del sionismo”  afirma  la profesora de historia judía Anita Shapira de la Universidad de Tel Aviv. “En la medida que las noticias sobre el Holocausto se fueron develando, los judíos de Europa y Norteamérica se volvieron más militantes en su campaña hacia un estado independiente. El proceso ya estaba en marcha: en lo humano con las grandes inmigraciones que comenzaron en 1881 y en lo político como lo evidencian la Declaración Balfour de 1917, la Comisión Peel de 1937 o el Plan Biltmore de 1942. El efecto del Holocausto sobre esto fue la presión que ejerció el gran número de sobrevivientes que intentaron llegar a Palestina después de la guerra”.

 

El Profesor Yisrael Gutman, Jefe del Departamento de Historia de Yad Vashem, cree que la conexión entre el Holocausto y la creación del Estado es aún más directa: “Ben Gurión[3] entendía perfectamente el funcionamiento de la diplomacia internacional y ya en 1942 reconoció la oportunidad de acelerar el proceso una vez que terminara la guerra”. Gutman ve en esto un claro proceso de causa y efecto: el Holocausto fue una lección, la más extrema en antisemitismo, y actuó como catalizador en ese momento de la historia.

 

Daniel Chalfen, investigador en Yad Vashem, afirma que si bien los refugiados sobrevivientes del Holocausto no tenían otra opción que la emigración a Palestina, sin el apoyo del asentamiento judío, esta tampoco habría existido. Sostiene también que el drama de los hacinados en los campos de desplazados, hizo que la opinión pública mundial apoyara masivamente su lucha, “Sin embargo el proceso fue tenue, y el asesinato de millones que habrían presionado por la independencia judía, casi impidió que esto ocurriera”, afirma.

 

Paul Johnson, en su obra La Historia de los Judíos, analiza con detalle los hechos que llevaron a la votación de la Resolución 181° de la ONU y las motivaciones de los gobiernos que votaron a favor o en contra de ella. Fue una confluencia de intereses estratégicos con razones emocionales. Johnson nos recuerda como a la largo de la historia judía, grandes catástrofes desembocaron en salvación, por lo que no descarta el elemento místico en la relación entre el Holocausto y el establecimiento de Israel. Afirma entonces que Israel “ … nació deslizándose por una brecha histórica fortuita que se abrió brevemente durante unos pocos meses entre  1947 y 1948”, en la que la geopolítica mundial de ese momento particular fue decisiva. “Eso fue suerte, o la providencia” según él mismo.

 

Otro asunto es que la ONU, tras aprobar la partición, no hizo nada para asegurar su cumplimiento y dejó que la aspiración de los judíos de recuperar su estado independiente, dependiera en su totalidad del resultado de la guerra que el país en ciernes tenía que enfrentar. Fue finalmente el haber prevalecido lo que llevó al renacimiento de Israel.

 

 

Referencias

1] Arquitecto egresado de la Universidad Central de Venezuela, UCV. Ha ocupado en la comunidad judía de Venezuela los siguientes cargos directivos: Presidente del Comité Venezolano de la Federación Sefardí Latinoamericana (FESELA), Secretario General del Comité Venezolano Jerusalén 3000, Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas, Miembro del Consejo Directivo del Museo Sefardí de Caracas.Vocal de la Asociación Israelita de Venezuela, Vicepresidente de la Federación Sionista de Venezuela. Articulista de opinión en prensa comunitaria y nacional, y ponente invitado en universidades e institutos nacionales sobre la misma materia. Obtuvo en 2006 el Premio Herzl de la Organización Sionista Mundial en reconocimiento a su apoyo a la causa sionista en el ámbito de la educación.

[2] Yad Vashem es la institución oficial de Israel para preservar la memoria del Holocausto y su principal referente educativo y de investigación.

[3] Ben Gurión lideró el proceso que llevó a la independencia de Israel y fue su primer Primer Mnistro.

Imagen: Obra «The Twelve Tribes of Israel», de Jonathan Parker

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.