Pandemia y libertad: la actuación de gobiernos democráticos y autoritarios

Leonardo Osorio Bohórquez

 

Si hay circunstancias que favorecen la perdida de libertades es el uso del miedo como estrategia de control social. Esto ha sido ensayado a través de diferentes modalidades por distintos gobiernos a lo largo de la historia. Ahora el mundo se encuentra amenazado por la expansión del Covid-19, no hay duda de que es un peligro real para la seguridad de la población.

 

Las personas están dispuestas a sacrificar parte de su libertad con tal de sentirse seguras o protegerse de la amenaza de la pandemia. Nadie niega que la seguridad es una función concerniente a los Estados, es lógico la aplicación de políticas que limiten la circulación de personas para evitar el contagio. El problema es cuando las medidas de control comienzan a ser cada vez más extensivas.

 

La ciudadanía atemorizada ante las consecuencias del virus, laxamente está dispuesta a sacrificar ciertas libertades. Esto nos lleva al punto de cuestionar la acción de las autoridades para intentar contener el contagio.  El dilema es quien está más preparado para afrontar una pandemia, ¿un gobierno autoritario o uno democrático? No cabe duda de que el segundo tiene muchas mejores oportunidades para intentar minimizar el impacto de la pandemia, pero también está mucho más sometido a la crítica de sus ciudadanos.

 

Los gobiernos de corte autoritario por su parte por lo general encubren las cifras y los daños que provocan las crisis en sus sociedades. No por nada hay paralelismo en la forma de actuar entre las autoridades chinas, y el muy lamentable caso de Chernóbil durante el régimen soviético.

 

El control de la información es clave en los sistemas autoritarios y totalitarios,[1] así como la puesta en práctica de medidas cuyo principal objetivo es la propaganda política y no el bienestar de sus pobladores. Para estos regímenes es más fácil cercenar las libertades de sus ciudadanos. Su población es más dócil a la hora de cumplir las normativas establecidas por esos gobiernos.

 

La vigilancia y la represión ante las trasgresiones a las normas son muy fuertes, ante ello los ciudadanos prefieren resguardarse en sus casas. Hay mucho hermetismo sobre cómo ha sido manejado el asunto en gobiernos como el Chino o en Corea del Norte, en este último país funciona un totalitarismo muy perfeccionado que oprime toda forma de libertad. No se sabe la cifra de contagiados, incluso es posible que no exista una política de atención sanitaria.

 

La crisis  es utilizada siempre por estos sistemas  para afianzar el control sobre las personas. En este sentido, estos gobiernos autoritarios y totalitarios sacan provecho de las adversidades para limitar aún más las libertades. El caso de Venezuela es ilustrativo, el gobierno mantiene el confinamiento dentro de un escenario de escasez crítica de la gasolina.

 

Evitan con la cuarentena agudizar aún más la escasez de combustible, y permite una mejor vigilancia política de sus ciudadanos. Así como sofocar de manera más fácil posibles focos de protesta. De por sí ya hay un sociedad medianamente acostumbrada a vivir dentro de un estado de penuria permanente.

 

Los gobiernos autoritarios siempre están dispuestos a sacrificar a sus ciudadanos en nombre de un ideal colectivista. El resultado es  un mejor control social, pero las personas están mucho más vulnerables ante un gobierno que no prioriza el bienestar ciudadano.  Por su parte, un sistema democrático está más expuesto a la crítica de la opinión pública.

 

El buen o mal manejo de la crisis por parte del gobierno puede provocar la caída en la popularidad de los gobernantes. En España, Italia, e incluso Estados Unidos se ha cuestionado la conducción de la pandemia por parte de las autoridades. En Alemania y Taiwán, parecen haber establecido políticas adecuadas para enfrentar el problema.

 

El haber reaccionado a tiempo, y contar con sistemas sanitarios adecuados para atender a los ciudadanos ayuda a mitigar la situación. Más allá de la administración ante la crisis, los gobiernos bajo estas circunstancias tienen la potestad para adoptar todo tipo de medidas excepcionales para hacer frente a la situación. Es lo que en muchos países se denomina comúnmente estados de excepción.

 

Siempre existe la posibilidad latente de que un gobierno democrático mute hacia un régimen autoritario. Esto nunca debe escapar ante la mirada atenta de los ciudadanos.  La prohibición incluso de visitar lugares vacíos de gente como montañas por ejemplo, muestra que el temor lleva a veces a exagerar cierto tipo de medidas. Ciertamente los derechos terminan cuando afectan los de terceras personas.

 

Una persona contagiada del coronavirus,  no puede circular libremente porque puede contagiar a decenas de individuos. La prudencia y la conciencia son fundamentales. Que los gobiernos prolonguen indefinidamente estas medidas, puede acarrear ciertos problemas para el futuro de las libertades.

 

Que los gobernantes obliguen a las empresas a no despedir trabajadores, fuera de violar los principios de libre contratación, llevaría a la ruina a gran cantidad de negocios. En Argentina el presidente Alberto Fernández prohibió por decreto despidos y suspensiones a trabajadores por 60 días, con el fin de protegerlos ante la situación.

 

El problema es que tales políticas se pueden extender por más tiempo, llevando  a la ruina a empresas lo que igual afecta a los trabajadores. El mundo puede ver un recrudecimiento del intervencionismo de los gobiernos en todos los ámbitos de la realidad social.

 

Son el escenario ideal para que un gobierno con vocación autoritaria y populista emprenda toda una serie de medidas que causaran un colapso mayor de la economía en el mediano plazo. La imposibilidad de  hacer protestas masivas da mayores ventajas para el abuso en la toma de decisiones de las autoridades gubernamentales. Los vaticinios de que el mundo será otro después de la pandemia es todavía muy temerario de afirmar, pero la gente nunca debe renunciar a sus libertades porque eso si provocará una involución en las sociedades democráticas.

 

La repuesta de los gobiernos democráticos y autoritarios han sido muy diversas, no cabe duda de que los autoritarismos no se preocupan por el bienestar de la colectividad y por eso son menos capaces de atender a su población, pero aprovechan para reforzar su sistema de control social. En cambio en las democracias hay mayor interés por proteger al ciudadano, aunque también la pandemia ha evidenciado como puede haber un proceso de abuso de las autoridades para garantizar la seguridad.

 

Referencias

[1] Friedrich, Carl, Brzezinski, Zbigniew. (1968). Totalitarian Dictatorship & Autocracy. USA. Frederick  Praeger Publishers.

Imagen: Obra «The Fifth Plague. Livestock Disease» de Paul Gustave Doré

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