
21 Abr La pobreza como instrumento de dominación por parte de los socialismos: el caso Venezuela
Leonardo Osorio
El socialismo solo ha dejado pobreza generalizada en los países donde ha sido instaurado. Ejemplos históricos sobran, como es el caso de la Unión Soviética, la China de Mao, la Cuba de los Castros y más recientemente el caso de Venezuela. La pregunta ante la improductividad probada de esos modelos es, ¿la pobreza es un resultado indeseado o planificado por estos gobernantes?
Nosotros pensamos que el socialismo marxista, con sus pretensiones de acabar de manera programática y sistemática la propiedad privada y las libertades económicas, conllevará siempre al declive del aparato productivo, siendo la escasez y la pobreza un resultado inevitable e intencional.
Las largas colas para adquirir bienes de primera necesidad es una de las consecuencias recurrentes cuando la producción comienza a escasear por aplicar políticas restrictivas al capital privado. La cuestión es que el Estado comienza a crear una red asistencial con políticas de racionamiento de bienes considerados prioritarios, para en teoría atender a la población.
El chantaje político empieza a ser recurrente, es muy difícil sobrevivir al margen del Estado cuando este es el que controla la mayoría de los medios de producción. El gobierno se convierte en el principal empleador, y las masas se vuelven sumisas ante los escasos bienes que puede proporcionarle el gobierno.
Los economistas liberales como Hayek y Mises, entendieron que las propuestas socialistas erradicarían progresivamente la libertad de los hombres, al despojarlos de su derecho a la propiedad privada. Sin la potestad de poder acumular riqueza libremente, los individuos se someten al Estado para lograr obtener algún beneficio porque pierden su independencia económica.
Incluso la poca propiedad privada que se hay en los sistemas socialistas como el cubano, existen porque el Estado permite a algunos individuos lucrarse de manera particular a cambio de su irrestricta lealtad al gobierno. Entender la naturaleza del socialismo es fundamental para poder comprender sus tácticas de dominación. La subestimación es un grave error a la hora de explicar cómo actúan los socialistas en el poder.
Asumir que son incapaces de resolver las crisis económicas es pensar ingenuamente que realmente tienen la intención de atender a sus gobernados. Los socialistas siempre esbozan el ideal de gobernar para las clases desasistidas, pero lo que hacen es multiplicar la pobreza. Las hambrunas siempre son recurrentes, y son una forma de disminuir la población ante los escasos recursos del Estado.
Desde la perspectiva de los gobernantes, ellos logran sus objetivos de control sobre la propiedad y sobre la ciudadanía en general, y disfrutan de un nivel de vida reservado solo para una cúpula en el poder. Realmente esa nueva élite consigue que el socialismo funcione, logran una igualación social a partir del empobrecimiento de las mayorías, mientras ellos se lucran con negocios particulares.
Pese a lo que muchos analistas piensan, las crisis económicas no derriban a los modelos socialistas, más bien los reafirman en el mando. Los gobiernos de Cuba o Corea del Norte habrían caído desde hace décadas si las hambrunas o los problemas de sus economías fueran capaces de despojarlos del poder. Algunos pensaran que la represión es el arma principal de esos gobernantes socialistas, pero la pobreza también sirve para reforzar los sistemas de control social y diezmar a una población desasistida.
La crisis económica causa depresión en la población, y ayuda a fomentar el sentimiento de desesperanza por lo cual un resultado histórico del socialismo es el exilio de grandes cantidades de pobladores huyendo de la miseria. Los que se quedan no tienen más alternativa que intentar sobrevivir dentro del sistema.
Se otorga un régimen de recompensas a la población a cambio de su sumisión, los opositores de los gobiernos socialistas no reciben beneficios precisamente por ser considerados como enemigos del sistema. Los socialismos como todo modelo totalitario, explotaron muy bien las necesidades de sus pobladores para sostenerse en el poder.
Hannah Arendt explica cómo los totalitarismos reducen a los hombres a sus funciones básicas de subsistencia, es decir, a nivel de su animalidad natural, despojándolos de todas las garantías políticas que los reivindican como ciudadanos. El hombre deja de exigir derechos, comienza simplemente a buscar medios para sobrevivir dentro de una catástrofe social y económica.
El caso reciente de Venezuela es aleccionador para probar como se usa la pobreza para controlar a la población. Por ejemplo, el carnet de la patria ha sido un instrumento eficaz para someter a los venezolanos. Es un carnet creado en el 2017 por el gobierno para asignar beneficios directos a las familias más empobrecidas. Este es otra manera de reforzar la dependencia de los ciudadanos para que se limiten a exigir solamente dádivas al Estado.
Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), se registró entre enero y diciembre de 2018 al menos 12.715 protestas, equivalente a 35 protestas diarias en todo el país. Las razones son por la falta de políticas públicas efectivas que atiendan los problemas urgentes relacionados a la calidad de servicios públicos, respeto a contrataciones colectivas de los trabajadores, salud, alimentación y educación, entre otras causas.
Que las protestas sean ahora por razones económicas y no se exija el cambio político como en los pasados años demuestra un cambio importante en la actitud de los venezolanos ante la crisis. El problema económico impulsaba antes muchas manifestaciones, pero el tema político era el que concentraba la agenda ciudadana.
Esto de cierta forma puede ser interpretado como un logro del proyecto socialista en Venezuela. Una sociedad depauperada que ante la necesidad provocada por el hambre, protesta por el “derecho” a recibir un beneficio por parte del gobierno. En el 2019 se ha vuelto a realizar manifestaciones para conseguir un cambio político, de la mano de un líder que ha retomado la esperanza como Juan Guaidó, nuevamente es posible tratar de derrocar el socialismo en Venezuela.
Sin embargo, el gobierno sigue con sus estrategias dirigidas a crear desesperanza en la población. Los cortes masivos de electricidad ocurridos en las últimas semanas, seguramente realizados intencionalmente, muestran como la sociedad se desmoviliza políticamente de forma parcial, para concentrarse en buscar bienes de primera necesidad como agua o alimentos que comienzan a ser más escasos ante la falta de electricidad.
El punto es entender la naturaleza del socialismo, todo forma parte de un plan sistemático y muy bien concebido, es un manual de dominación que históricamente aplicaron los gobiernos socialistas conocidos para someter a los ciudadanos. No son ineficientes, usan las crisis y la pobreza a su favor. Entender la naturaleza malévola de los gobernantes y no subestimarlos, nos permitirá buscar mejores mecanismos para alcanzar la libertad.
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