John Wick: ¿Un héroe objetivista?

Jhonas  Rivera Rondón

 

El 24 de agosto de 2014 fue estrenada en las carteleras de cine: John Wick: otro día para matar. Dirigida por Chad Stahelski, con guion de Dereck Kolstad y protagonizada por Keanu Reeves. A simple vista, esta parece una película más de acción: un asesino retirado que perdió a su esposa retoma su abandonado oficio para tomar venganza por un perjuicio. Pero en la progresión del argumento se abre todo un rico universo. Esto permitió que John Wick se convirtiera en una franquicia que contó con dos sagas más (y una más en camino para el 2021), una serie, un comic y un videojuego. Si destilamos sus llamativas escenas de acción, y nos centramos en su contenido, John Wick permite reflexionar a partir de un arquetipo heroico atípico, lo que nos lleva a preguntar si ¿John puede llegar a representar un héroe objetivista?

 

Este ejercicio de analizar un contenido audiovisual desde la perspectiva de los arquetipos heroicos ya lo hemos realizado anteriormente con Game of Thrones. Por lo pronto, queda por definir aquello por lo que entendemos como héroe objetivista. Con ello hacemos alusión a la literatura de Ayn Rand, escritora liberal que construyó todo un sistema moral y filosófico que denominó objetivismo, cuyos planteamientos fueron esbozados ampliamente en sus clásicas obras El Manantial y La Rebelión de Atlas –sobre esta última hay dos artículos publicados en la web de Ideas en Libertad en sus relatos retrata aquel hombre que a partir de su esfuerzo, su talento y su inteligencia reafirma su código moral objetivista, valorando así la libertad, la individualidad, la autonomía, el amor propio, el esfuerzo, en fin, su egoísmo (sin sentir culpa por ello; un sentimiento de culpabilidad que radica en la vergüenza en las propias virtudes y no en los vicios); este héroe enfrenta un mundo dominado por una ética altruista, colectivista y mística que niega y anula al individuo (y su libertad) en nombre de un abstracto bien común; pretendiendo hacer de los hombres meros animales de sacrificio. El hombre pierde su valor como persona. El dinero y la riqueza son condenados, un irracional resentimientos surge a partir de tal desprecio. Este héroe supera las más grandes adversidades mediante su voluntad y su ingenio; manteniendo fidelidad hacía sí mismo (sus principios e ideales) y lucha con lo irracional mediante la razón.

 

A grandes rasgos tales aspectos comprenden el arquetipo del héroe que construyó Ayn Rand: el héroe objetivista. Pero ¿Qué relación puede tener todo ello con John Wick? Ciertos aspectos de la trama sugieren ciertos puntos de confluencias con este héroe objetivista.

 

La trama de John Wick parte de un argumentó clásico de los films de acción: un hombre que busca venganza. John Wick es un asesino retirado cuyo prestigio consistió en hacer trabajos “imposibles”. Resulta que un fortuito encuentro con Josef Tarasov (hijo del jefe del sindicato criminal ruso, Viggo Tarasov) despertó instintos que se creían superados; Josef interesado en el auto de John le pregunta cuánto por su carro, a lo que John responde: “no esta a la venta”. Ya resalta un aspecto a destacar, hay ciertas cosas que simplemente no se pueden tazar económicamente, no es lo material en sí, sino el componente simbólico-espiritual que envuelve de valor al bien en sí (las horas de esfuerzo y sacrificio que permitieron alcanzar tal propiedad; para el propietario eso puede ser invaluable). Por este encaprichamiento, Josef irrumpe en la propiedad de John Wick, lo golpea y asesina a su perro (rompiendo el último lazo con su esposa), para luego robar su auto. Inconsciente de las acciones que iba a desencadenar, Viggo confronta a su hijo, y le dice quién es John Wick, Baba Yaga (el hombre del saco). Las palabras con las que define Viggo (y así va a ser definida en las sucesiva secuelas) a John Wick son las siguientes:

 

– “John es un hombre de foco, de compromiso, voluntad pura

 

Luego Viggo en esta escena continúa diciendo cómo vio a John Wick asesinar a tres hombres en un bar con un bolígrafo. Aquí resalta otro aspecto: ¿Qué es un bolígrafo por sí solo? Nada, todo depende de las manos en quien esté: en este caso, está en las manos de un experimentado asesino que lo hace un arma letal; en otros casos, en las manos de un talentoso escritor, puede cambiar, para bien o para mal, el mundo con una idea.

 

Lo destacable aquí consiste en la espiritualidad de lo material, una idea que resalta Ayn Rand: lo material por sí solo es nada, es inerte, pero junto al talento, el esfuerzo, la mente, los objetos adquieren una vitalidad; son impulsados por nuestro espíritu, esos bienes materiales vienen a ser medios para alcanzar nuestros objetivos. En este sentido extraemos parte de un dialogo que establecen los personajes de La Rebelión de Atlas, en donde Francisco D’Anconia le dice a Dagny Taggar (protagonista principal de la trama) lo siguiente:

 

“[…]los que hemos sido llamados «materialistas» por los asesinos del espíritu humano, somos los únicos en comprender el escaso valor o significado que los objetos materiales tienen en sí mismos, porque fuimos quienes creamos dicho valor y su significado. Podemos permitirnos abandonarlos durante un breve tiempo, a fin de redimir algo mucho más importante. Somos el alma de ese cuerpo que son los ferrocarriles, […]; son entidades vivientes que laten día y noche, igual que nuestros corazones en la sagrada función de proveer a la vida humana. Pero sólo ocurrirá así mientras sigan siendo cuerpo; sólo mientras continúen como expresión, recompensa y propiedad de la obra terminada. Sin nosotros se convierten en cadáveres y sus productos en veneno, no en riqueza ni alimento, sino en el veneno de la desintegración, que convierte a los hombres en hordas de merodeadores. Dagny, aprende a comprender la naturaleza de tu propio poderío y comprenderás entonces la paradoja de lo que ahora contemplas a tu alrededor. No tienes que depender de posesiones materiales; son éstas las que dependen de ti. Tú las creas; tú posees la sola y única herramienta de producción. Dondequiera que te encuentres, serás siempre capaz de producir. Pero los saqueadores, según su propia y declarada teoría, se encuentran en desesperada, permanente y congénita necesidad y a la ciega merced de la materia.”[1]

 

Con estas ideas podemos ahora pensar todo lo que implican las políticas de expropiación y nacionalización de industrias: la extracción del corazón de las empresas. Los bienes por sí solos no son nada, carecen de vitalidad al no tener un poseedor, un propietario que les dé dinamismo. De allí que John Wick, en cualquier parte, puede hacer de un bolígrafo un arma mortal; un héroe objetivista le concede significación a los materiales que envuelve su entorno, los puede hacer productivo. Ello atisba una idea de lo que comprende aquello que se denomina “capital humano”.

 

De algún modo, este arquetipo heroico objetivista se contrapone a otro, el arquetipo de Robind Hood: aquel quien sustrae la riqueza (o la vitalidad) de otros para repartirla a los pobres (modelo heroico que favorece al discurso de la izquierda); extraigamos otro fragmento de La Rebelión de Atlas para destacar todo lo que implica ese arquetipo:

 

“[…] que la necesidad es un ídolo ansioso de sacrificios humanos; la de que la pobreza de algunos es la hoja de una guillotina pendiente sobre otros; la de que todos hemos de vivir con nuestro trabajo, nuestras esperanzas, nuestros planes y esfuerzos, a merced del momento en que la hoja caiga sobre nosotros, y la de que el alcance de nuestra habilidad es el alcance del peligro que corremos, de modo que el éxito nos decapite, mientras el fracaso nos daría el derecho a tirar de la cuerda. Tal es el horror que Robín Hood inmortalizó como ideal de justicia. Se dice que combatió contra gobernantes avarientos, devolviendo el producto de su botín a los robados; pero éste no es el significado de la leyenda que ha llegado a nosotros. Se le recuerda no como un campeón de la propiedad, sino como campeón de la necesidad; no como defensor de los robados, sino como el amparo de los pobres. Se le cree el primer hombre que asumió un halo de virtud practicando la caridad con la riqueza ajena, ofreciendo bienes que él no había producido y haciendo pagar a otros el lujo de su misericordia. Es el hombre convertido en símbolo de la idea de que la necesidad y no el logro es la fuente de todo derecho; de que no hemos de producir, sino sólo de desear. De que no es lo ganado lo que nos pertenece, sino aquello que no ganamos. Se convirtió en justificación de los seres mediocres que, incapaces de ganarse la vida, exigen el poder de apoderarse de la propiedad de sus mejores, proclamando su voluntad de dedicar la vida a sus inferiores, al precio de robar a quienes están por encima de ellos.”[2]

 

Este campeón de la necesidad, Robín Hood, anula los principios que sostienen al arquetipo del héroe objetivista y el anti-héroe asesino que representa John Wick. Lo que valdría profundizar en este universo de asesinos para ver todo lo que todo ello supone.

 

En las sucesivas secuelas de John Wick, vamos conociendo que existen organizaciones criminales, con sus jerarquías y normas, los cuales definen un modo de relacionamiento que, a pesar de valerse de la fuerza, mantienen patrones de acuerdo para garantizan la perdurabilidad del (oscuro) orden establecido. En este universo existen espacios en donde no se pueden agredir ni hacer negocios, tal como lo son los hoteles “Continental”, que están ubicados en todo el mundo, quienes conceden membresías y cuentan con su propio patrón monetario.

 

En el transcurrir de la historia, esta tensión entre leyes y voluntad alcanza su mayor expresión en las acciones y decisiones de John Wick, quien reta todo el orden establecido por preservar su objetivo: vivir para recordar a su esposa.

 

El valor de una palabra adquiere relevancia por el compromiso que atañe, involucrando así respeto y reconocimiento de los vínculos establecidos, y eso lo destaca una escena de John Wick 3 Parabellum. Cuando John, en búsqueda de Elder –un miembro de alto rango de la Orden Suprema–, solicita ayuda a Sofía (a quien en otros tiempos ayudó, por medio de un compromiso de sangre, para salvar a su hija) para hablar con Berrada, un asesino que podría darle información para encontrar al “regente”; en la escena en la que se encuentran John, Sofía y Berrada, este dice lo siguiente:

 

“Señor Wick ¿sabe de dónde proviene la palabra “asesino”? Unos dicen que “asesino”, hassasin, seguidores de Hasan-i, bebedores de hachis, Pero otros dicen que vienen de la palabra “hassasium”, hombres que son fieles a sus creencias. Ves esa moneda, la primera moneda acuñada en esta fundición, junto a ella, la primera ficha. No fue fácil encontrarla, créame. Esa moneda, por supuesto, no representa un valor monetario, representa el comercio de relaciones, un contrato social en el que aceptan participar. Orden y reglas.”[3]

 

En primer lugar, el patrón oro es utilizado como valor objetivo para sus intercambios; los pactos terminan siendo inquebrantables: negarse a pagar un pacto de sangre es inaceptable; la ficha es la expresión garante de la palabra que fue dada. Además, en este extracto, destaca la importancia del comercio como un rasgo constitutivo de las relaciones humanas, a lo que agregaría Ayn Rand:

 

“En las cuestiones espirituales (y con la palabra «espiritual» me refiero a «aquello que pertenece a la conciencia del hombre»), la moneda o el medio de intercambio es diferente, pero el principio es el mismo. Amor, amistad, respeto, admiración, son la respuesta emocional de un hombre por las virtudes de otro, el pago espiritual entregado a cambio del placer personal, egoísta, que un ser humano obtiene por las virtudes de carácter de otro hombre.”[4]

 

En la reciprocidad subjetiva de los hombres se reconoce el valor de la vida humana: principio de intercambio razonable. El comercio posibilita tal principio para fortalecer los lazos del contrato social; donde en situaciones de crisis, por el pánico y el temor, puede degenerar, cediendo así un cheque en blanco a aquel quien garantice mi seguridad, justificando así un Estado-Leviatán, teniendo la potestad de nulificar cualquier individualidad que signifique “peligro” (potenciales degeneraciones de la ideología del contrato social); o por otro lado, un Robín Hood que puede destruir tales acuerdos en nombre de la necesidad de los desfavorecidos y las víctimas.

 

Recordemos, vivir en sociedad es un acto egoísta[5], de allí que vendría a sospecharse de todos aquellos que hablen en nombre de un bien común o un bienestar general, lo que terminan ocultando son intereses personales mezquinos que buscan aprovecharse de los hombres como animales de sacrificio. Tomemos por caso las “ayudas humanitarias” de China, y contrastemos el aporte de MEDTRONIC, de Israel, quienes cedieron la patente de sus respiradores, publicando los planos para su fabricación en todo el mundo[6].

 

El héroe objetivista parte del principio del comercio en sus relaciones, en la transparencia de ganar-ganar radica la espontaneidad, la solidez de los vínculos sociales que se establecen. El héroe objetivista trata a todo hombre como un fin en sí mismo, no como un medio.

 

Si bien la idea del “asesino” no corresponde cabalmente a la figura arquetípica del héroe objetivista; la figura arquetípica del anti-héroe “asesino” que representa John Wick contiene aspectos que coinciden con el primero, permitiendo comprender elementos puntuales del arquetipo heroico que construyó Ayn Rand (resulta curioso que el Dereck Kolstad nombró a su personaje en tributo a su abuelo, John Wick, un empresario de la construcción)[7].

 

El arquetipo del anti-héroe “asesino” resalta aquel individuo que reafirma su autonomía y sus acciones en un nombre de una fidelidad hacia sí mismo; esto no solo lo plantea la saga de John Wick, sino también la saga de videojuegos de Assasing Creed’s: en donde su trama interactiva contrapone dos valores: la defensa de la libertad y la autonomía individual, cuyos emisarios, bajo las sombras, atacan la orden de los Templarios, quienes luchan por imponer un orden armonioso en el mundo a expensa de la manipulación de los hombres, sacrificando sus libertades en nombre de un ideal colectivista[8].

 

Si bien la especificidad del arquetipo del héroe objetivista no corresponde completamente con el arquetipo del anti-héroe asesino (pero si colocamos a Batman junto a John Wick, igualmente los símiles abundarían[9]), tales defensa del propio valor de la libertad y la autonomía, vulnerables ante la comodidad de la seguridad y el resguardo de la colectividad y la tradición; evadiendo así la responsabilidad que implica actuar y decidir individualmente. El pensador liberal, John Stuart Mill sostenía que los genios venían a ser la mayor expresión de individualidad; entre más individual sea mayor originalidad. La originalidad es lo que precisamente hace excéntrico a esos genios que luchan contra las costumbre y los acomodaticios hábitos[10].

 

El arquetipo del anti-héroe asesino y el héroe objetivista tienen en común precisamente esa fuerte individualidad que define la personalidad de esas excéntricas personas, que con voluntad, esfuerzo y talento logran enfrentarse ante un orden establecido: la idea de los genios como agentes de cambio muestra la predominante tendencia a resistirse a la transformación.

 

Tales “tipos-ideales” heroicos permiten comprender cómo la libertad es un ideal incrustado en nuestra condición humana, la lucha es inherente a ella, lo cual exigen de vitalidad: por ello, como terminó diciendo el escritor venezolano, José Rafael Pocaterra: “La libertad no se pide, sino se toma”.[11]

 

Referencias

[1] Segunda Parte: capítulo VIII: Por nuestro amor. Ayn Rand: La Rebelión de Atlas. [formato epub] s/p: Luis de Caralt, 2005. [editor digital: betatrom: 2012].

[2] Segunda Parte: capítulo VII. La moratoria sobre el cerebro. Ayn Rand: La Rebelión de Atlas. [formato epub] s/p: Luis de Caralt, 2005. [editor digital: betatrom: 2012].

[3] Este fragmento del dialogo fue reconstruido gracias a los datos que brindó el post de César Rodríguez Logares: “Mitos y errores: Los Asesinos (hassassin)”. https://historiavera.com/2015/06/10/mitos-y-errores-los-asesinos-hassassin/

[4] Ayn Rand, La virtud del “egoísmo”. s/p: s/e, 1960. p. 45.

[5] Véase Hans-Hermann Hoppe: What must be done? Alabama-Estados Unidos: Ludwig von Mises Institute, 2014.

[6] Este dato surge de una conversación con mi gran amigo y además compañero del grupo Ideas en Libertad, Edwin Estupiñan

[7] Pablo Fernández: “El verdadero John Wick: ¿Quién es el hombre que inspiró al personaje de Keanu Reeves?”. En Revista VIX, 2017. Link_ https://www.vix.com/es/cine/196443/el-verdadero-john-wick-quien-es-el-hombre-que-inspiro-al-personaje-de-keanu-reeves?amp

[8] Sobre las características específicas de la dinámica interactiva de las narraciones de los videojuegos, he tomado como referencia los aportes de investigación del profesor de la Universidad de Los Andes, Jorge Sierra Bejarano, en un ensayo inédito titulado: “Romper el tiempo en la acción y en la palabra. Formas discontinuas de la narración en los videojuegos y la literatura.”

[9] Este contraste se hace en alusión en un video que analiza la figura de Superman y Batman, en donde precisamente desbroza los elementos del objetivismo de Rand contenidos en Batman, para mayor detalle véase: “Significado oculto de la pelea de Batman bs Superman de Frank Miller.”Link:  https://youtu.be/fCR-ZzqJe6o

[10] Véase John Stuart Mill, Sobre la Libertad. Buenos Aires: Aguilar, 1962.

[11] José Rafael Pocaterra: Memorias de un venezolano de la decadencia (1919-1923) Volumen III. Caracas: Edime, 1966.  p. 27.

Imagen: John Wick: Chapter 2 en Pinterest

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