¿Es posible recuperar la democracia en Venezuela?

Leonardo  Osorio Bohórquez

 

Recuperar la democracia en Venezuela no es fácil ante un sistema totalitario como el actual. El gobierno tiene varios pilares sobre los cuales sostenerse, pese a la situación de crisis económica. El control institucional de los poderes públicos, de las fuerzas armadas, la ayuda internacional de Rusia y China, y el haber logrado de alguna manera neutralizar a la oposición representada por los partidos políticos han creado gran desilusión y desesperanza en la población venezolana, algo que favorece la consolidación del totalitarismo.

 

El gobierno ha sido exitoso en crear desesperanza en la población, la gente asume las protestas de calle como fracasos políticos porque no se consiguió la salida del régimen. Los dirigentes de la oposición, representada por los partidos políticos, son vistos como traidores y/o colaboradores del gobierno. Se asume que las negociaciones y la participación en elecciones fueron acciones equivocadas por parte de la oposición.

 

La abstención en las elecciones presidenciales del 2018 no fue acompañada por una estrategia política para presionar al gobierno. Al parecer los partidos ante la poca motivación que tenían los ciudadanos de participar nuevamente en una elección con el mismo CNE y con condiciones totalmente adversas, y las declaraciones de los organismos internacionales negados a aceptar unas elecciones bajo esas circunstancias, decidieron abstenerse. La inacción luego del éxito de la abstención demuestra que no había una estrategia para el día después, más allá de deslegitimar al régimen nacional e internacionalmente.

 

No parece haber acuerdos entre los partidos para enfrentar al gobierno, en ese escenario se impone nuevamente un sentimiento de la antipolítica en la población. No es fácil enfrentar un gobierno de esta naturaleza, el riesgo a la represión, el encarcelamiento o el asesinato es muy elevado. Incluso parte de los venezolanos que pretenden una acción mucho más firme de confrontación no han salido a la calle a protestar por temor a perder la vida. Pero no todo es negativo, ha habido rupturas en la coalición dominante.

 

La fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, y el fundador del SEBIN, Miguel Rodríguez Torres, conjuntamente con varios alzamientos militares que han logrado ser sofocados por los organismos de inteligencia demuestran que sí hay descontento interno en el chavismo. Las protestas del 2017, pese a no conseguir la caída del gobierno, lograron el apoyo internacional ante una situación cada vez más insostenible.

 

 

Ha sido un error tanto subestimar al gobierno, como pensar que es imbatible. Se debe estar cociente tanto de sus fortalezas como de sus debilidades. El problema es que el proceso de desgaste de un gobierno totalitario no es fácil de efectuar. Las protestas de este año 2018 han sido aisladas, y han estado enfocadas en aspectos muy particulares, como reclamos por fallas en los servicios públicos, o sectores profesionales que reclaman mejoras salariales, pero ante un escenario hiperinflacionario no tienen mayor sentido.

 

Es una sociedad que al parecer intenta sobrevivir dentro del sistema, y ya no cree posible una salida del gobierno. El carnet de la patria se ha convertido en un instrumento de control social, muchas personas a pesar de no apoyar el gobierno se han visto en la obligación de tramitarlo para obtener algún beneficio. Es la sumisión ante el poder. Quienes no están dispuestos a someterse, deciden huir. El éxodo masivo de venezolanos demuestra cómo se ha creado un clima de desesperanza. Poner toda la esperanza en la ayuda internacional no parece lo más recomendable, si bien es cierto el caso venezolano constituye un problema geopolítico de gran importancia.

 

Los países vecinos no tienen capacidad para acoger a la cantidad de venezolanos que cruzan las fronteras a diario. Estados Unidos está preocupado por la presencia de Rusia en la región, además de paramilitares y al parecer otros grupos terroristas armados en Venezuela. Eso es una clara amenaza para la estabilidad de América Latina.

 

El actual presidente de Estados Unidos Donal Trump intenta recuperar la hegemonía perdida en la región, ninguna de las opciones políticas para lograr un cambio de gobierno en Venezuela están descartadas, incluida la acción militar. Si bien la idea de intervención militar no ha sido aceptada al parecer por los otros gobiernos latinoamericanos, puede que no se trate de una invasión directa, las posibilidades siempre están abiertas.

 

Dentro del análisis político no se puede descartar ninguna posibilidad, pero es claro que la presión interna siempre termina siendo fundamental. Si las protestas logran superar la fase de meras reivindicaciones para sobrevivir dentro del sistema, y comienzan a transformarse en luchas organizadas para salir del totalitarismo, es posible crear un clima de presión que cause mayores rupturas internas en el chavismo.

 

Es necesario que el frente democrático y demás organizaciones civiles tengan un rol más protagónico y cumplan con el fin de estructurar la resistencia. No se puede dejar de lado en ese escenario de lucha a los partidos políticos. Los partidos políticos son fundamentales en las democracias modernas, Chávez llega al poder manipulando el descontento hacia el sistema de partidos, de esa forma nos devolvió al umbral del personalismo político.

 

El discurso de la antipolítica solamente sirve al gobierno no a la oposición, si bien es cierto que los partidos deben reorientar sus estrategias y definir caminos de luchas con un mínimo de concertación. El error ha sido enfocarse en un único mecanismo de salida, ya sea la lucha de calle, la participación electoral, las negociaciones o la presión internacional.

 

Debe haber un conjunto de acciones en común, todas coordinadas hacia un mismo fin para crear una ruptura en la coalición dominante. Para esto es fundamental un mayor acercamiento con el chavismo disidente que puede ser un aliado provisional estratégico. El totalitarismo no se ha consolidado, es posible recuperar la democracia, todo pasa porque las personas protesten en contra del sistema, del socialismo como modelo de sociedad, y crean en la esperanza de un cambio, la lucha debe ser de todos los ciudadanos y no solamente de los partidos políticos.

 

El escenario es idóneo para revalorar el significado de la democracia entendido como sistema de libertades y no de dádivas, y del modelo económico liberal como el único capaz de garantizar prosperidad económica. La lucha en el plano de las ideas debe tener gran importancia para acabar con el totalitarismo. En ese sentido, Mises advertía, “El totalitarismo de nuestra época es producto de la amplia aceptación de la ideología totalitaria; sólo una filosofía diferente puede vencerlo”. Por tal razón, las ideas son tan importantes para acabar con sistemas totalitarios.

 

Se debe fomentar una cultura política liberal para desmontar las tesis ideológicas del socialismo repetido por tantos intelectuales venezolanos románticamente a lo largo de las últimas décadas. Es posible recuperar la democracia con diferentes estrategias de luchas incluida la contrastación en el plano de las ideas para recuperar la tan anhelada libertad.

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