
23 Ago Entrevista: Frédérique Langue. Nunca me sentí identificada con la figura del historiador encerrado en su torre de marfil (I parte)
Por Jo-ann Peña-Angulo
Presentamos la primera parte de la entrevista a Frédérique Langue[1], Doctora en historia (Sorbona Paris 1), habilitada por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (HDR EHESS, París). Licenciada en Historia y en Letras Hispánicas. Investigadora de dedicación exclusiva en el Centro Nacional de Investigaciones científicas de Francia (CNRS) y directora de investigación en el Instituto de Historia del Tiempo Presente (IHTP). Fue profesora asociada en la UCAB y en el postgrado de Historia de LUZ. Especializada en historia social y cultural de América (México, Venezuela), historia de las sensibilidades y emociones, historia del tiempo presente (América Latina/Venezuela, España), y humanidades digitales (fundadora y directora editorial 2001-2012 de la revista Nuevo Mundo Mundos Nuevos). Colaboradora de la Historia General de América (UNESCO). Autora de varios libros y numerosos artículos sobre estas temáticas. Acompañemos a este recorrido por la historia.
1. El tiempo presente tiene un papel crucial en su obra historiográfica. Le pregunto ¿Por qué estudiarlo y cuál es su importancia? ¿qué parámetros deben tenerse en cuenta a la hora de historiarlo?
Como posiblemente se habrán dado cuenta, mi itinerario como historiadora recorre la historia moderna de América, desde la tesis de doctorado, una historia social y cultural de una región novohispana, pasando por la Provincia de Caracas, en la misma perspectiva y privilegiando una mirada comparada del espectro social (élites mantuanas pero también el mundo mestizo —la Capitanía general de Venezuela no era para aquel entonces un espacio muy trillado por los especialistas de historia de América)—hasta el tiempo presente aunque que le confieso que no me he desligado por completo del apasionante siglo XVIII.
Simplemente porque no se puede comprender el presente sin conocer el pasado por muy remoto que parezca. Nunca me sentí identificada con la figura del historiador encerrado en su torre de marfil —como en la viñeta que circuló en las redes sociales durante el confinamiento en Europa dicho sea de paso—, sin conexiones con su entorno inmediato, alejado de la actualidad internacional, desprovisto de compromiso político y social y ajeno a las inquietudes que se generan y expresan en el espacio público. De hecho, pude seguir la “actualidad criolla” desde mi llegada a Venezuela en el siglo pasado; primero a solicitud de una revista dedicada a cuestiones contemporáneas. Lo seguí haciendo en el marco de una reflexión epistemológica sobre el tiempo presente y América Latina —estoy adscrita al Instituto de Historia del Tiempo Presente—, con el libro sobre Chávez (2002), varios trabajos y libros colectivos de la misma indole, seminarios diversos, hasta el libro que aspiro a terminar en estos meses sobre esta problemática para Venezuela. ¿Por qué estudiarlo? Ningún país puede hacer caso omiso de su pasado, y más cuando se trata de un pasado traumático u oculto, pasado por alto por las historias oficiales o historias falsificadas incluso en lo que a pasado remoto se refiere (i.e. las revoluciones de Independencias iberoamericanas hasta el desvirtuado culto a Bolívar…).
El “pasado que no pasa” —de acuerdo con la fórmula de Henry Rousso—, los “años de plomo”, el “pasado sombrío” y el “pasado vivo” también para retomar expresiones en uso en América latina, son evidencias hoy en día, luego de un largo de periodo de luchas historiográficas y, por supuesto, políticas. Al igual que en Europa aunque con una cronología propia y en una coyuntura ahora globalizada, se trata de considerar los ecos del pasado en el presente. Esta corriente historiográfica se beneficia ahora de plena legitimidad, el historiador hasta desempeña un papel de experto sobre determinados temas (cf; los juicios implicando al régimen de Vichy en Francia, y el compromiso adquirido por no pocos historiadores latinoamericanos, su pericia acerca del un pasado autoritario o dictatorial, en todo caso de violencia estatal, se nota muy bien en Chile y en México). Por eso, la mayor especificidad de la historia del tiempo presente radica en el papel del testigo, fundamental para un periodo sobre el cual no siempre se dispone de fuentes archivísticas (transcurren plazos muy largos antes de poder consultar determinados archivos considerados como “sensibles”). Además, el historiador es testigo de su propio tiempo… lo que plantea la cuestión de la “distancia”, aunque la subjetividad se reconoce ahora como parte de esta escritura. De hecho, la historia del tiempo presente coincide con momentos de apertura democrática, con el retorno a la democracia (Chile, Argentina etc., acompaña estos periodos de transición incluso) o de reivindicación de la misma. Esto sucede cuando se registran involuciones en cuanto a prácticas de la democracia, escritura de la historia y acceso a los archivos recientes (caso de España ahora confrontada a una persistente herencia del franquismo, de Francia en las décadas de la post-guerra, de Chile con el fantasma de Pinochet). Dicho de otra forma, la historia del tiempo presente tiende a originar en la última catástrofe, como lo puntualizó Henry Rousso (La última catástrofe, trad. esp. 2018).
2, En relación a este tema, Marc Bloch en su definición de la historia como la ciencia de los hombres en el tiempo deja claro que la historia no es solo pasado. Al respecto ¿ por qué se sigue concibiendo la historia exclusivamente como aquella que estudia solo los hecho del pasado? ¿La permanencia de este concepto ha tenido alguna influencia negativa en historiar el devenir?
Es interesante que se mencione a Marc Bloch en Venezuela, mientras en Francia no se beneficia de tantas citas. Es en efecto un historiador que tenía un compromiso muy fuerte con su tiempo, como lo demuestra su itinerario personal. Ahora, la recurrencia de esta pregunta nos remite un poco a la anterior y a las definiciones de la historia del tiempo presente, o historia reciente, como se la quiera llamar (en este caso en el Cono Sur). Identificar la historia con el pasado nos lleva sin lugar a dudas a la cuestión del relato nacional (la historia es relato en primer término) e incluso fundacional (Independencias iberoamericanas), y por lo tanto a una gesta heroica, muy a menudo idealizada alrededor de ciertas figuras históricas que confortan un proyecto nacional. No es otro el fundamento de las llamadas “historiografías patrias”, que se desarrollan sobre todo a lo largo del siglo XIX republicano.
La perspectiva cambia cuando uno se preocupa por sacar las lecciones del pasado para que no vuelva a ocurrir (el “Nunca más”) o, al contrario, para reivindicar su herencia (en Europa: las dos guerras mundiales, Vichy y la “colaboración”, la Shoah; en América Latina: dictaduras, genocidios, ciertas revoluciones en el segundo caso, como la mexicana de 1910 o la cubana de 1959, etc…). Desde el siglo XXI, no creo que se pueda decir que la historia estudia exclusivamente los hechos del pasado y menos si el historiador tiene una conciencia social y política de su entorno inmediato y de un contexto indudablemente globalizado. Decretar que el presente no es historia nos llevaría a hacer una historia muy conservadora en sus principios, sumamente descriptiva en vez de ser analítica, y por lo tanto de lo más limitada en cuanto a sus aportes interpretativos y analíticos.
Ahora bien, me temo que las obsesiones con el pasado y la injerencia de memorias adversas (que tienen que ver con la opinión pública, no con los historiadores de oficio, salvo compromiso ideológico obvio), que desconocen o transforman los hechos históricos, tenga efectos contrarios al “juzgar” el pasado en vez de apuntar hacia la comprensión del mismo. Lo comprobamos hace poco con el derrumbe de las estatuas de “esclavistas” que incluyó incluso estatuas de Cervantes o a Schoelcher, sin que las comunidades aludidas hayan intentado comprender lo que fue la esclavitud, desde un resentimiento esencializado ya que “racializado” plantea no pocos debates en la misma academia.
3. Como investigadora y estudiosa de Venezuela le pregunto ¿Cuáles son las dificultades para historiar a este país?
En primer lugar, y tratándose del tiempo presente, los ideólogos, tanto en Venezuela como en Francia/Europa. Esto se debe a una propaganda muy eficiente, que supo aprovecharse de las esperanzas e ilusiones de buena parte de la izquierda mundial antes y después de la caída del muro de Berlín y luego después del cuestionamiento que se le hizo a la figura de Fidel Castro desde ciertas esferas intelectuales. Y por lo tanto la imposibilidad de hablar de Venezuela de forma serena y de discrepar de una manera inteligente y respetuosa de la opinión ajena, menos aún a la izquierda (las dos izquierdas señaladas por Teodoro Petkoff…), aunque esto se está convirtiendo en una característica del espacio publico y mediático en muchas partes del mundo, las opiniones públicas tienden a polarizarse sobre cualquier tema y sin que medie ninguna pericia, posiblemente con motivo de esas “legiones de imbéciles” que invaden las redes sociales como lo puntualizó Humberto Eco (cualquiera opina sobre cualquier cosa, esto pasó también con la crisis sanitaria). Un historiador que trabaja sobre Venezuela u otros espacios “sensibles” se enfrenta constantemente con manipulaciones de la historia en directo, incluso en la academia, con turiferarios del régimen, en busca de una creencia de substitución luego del descalabro de las izquierdas (se notó mucho en Europa).
Luego hay varios obstáculos que no son propios de Venezuela: el acceso a los archivos del tiempo presente, tanto civiles como militares o institucionales. Es una dificultad común para la historia contemporánea en general, aunque los testimonios (pese al factor generacional que acaba temprano o tarde con estas fuentes de memoria) y la prensa puedan paliar parte de los interrogantes. Otras circunstancias, más generales también, tienen que ver con la presión que lo pueda rodear al científico social. El historiador del tiempo presente que toca determinados temas molesta, por cuestionar con su labor los discursos oficiales. Sucede con muchos países hoy en día, con distintas áreas de intereses estratégicos, mayormente científicos aunque no sólo. Otro tanto sucede con los demás especialistas en ciencias humanas y sociales (sociólogos, politólogos, más presentes sobre la temporalidad del presente), no solamente con temas de historia y de historia de Venezuela.
Ante estos escollos, no son tantos los historiadores criollos que retoman esta caracterización y más aún la epistemología del tiempo presente que esboce a grandes rasgos. Asimismo, el acceso a ciertos estudios en otros idiomas posiblemente dificulte esta imprescindible reflexión que alcanza ahora una escala mundial. Existe sin embargo en Venezuela, aunque sin esta denominación si consideramos el interés por acontecimientos muy recientes u ocultados y falsificados de la historia del país. Estudiar el tiempo presente lleva a contrarrestar en todos casos una historia oficial ofensiva, de ahí las movilizaciones de historiadores que se registraron en varios paises europeos (Polonia, España, Francia) y en la misma Venezuela (el traslado de los archivos del Libertador y de Miranda, los símbolos patria, etc.). Ni en un país democrático es fácil. En el “mejor” de los casos, uno se enfrenta con la censura, más o menos explícita aunque no menos efectiva.
Para continuar reflexionando sobre la historia, puede leer aquí la segunda parte de la entrevista http://ideasenlibertad.net/entrevista-2/
Referencias
[1] Entre sus últimas publicaciones y en relación con los temas abordados en esta entrevista destacan:
Rumores y sensibilidades en Venezuela colonial. Cuando de historia cultural se trata, Barquisimeto, Fundación Buría, 2010 ; L. Capdevila, F. Langue (coords.), Le Passé des émotions. D’une histoire à vif Espagne-Amérique latine, Rennes, PUR, 2014 ; S. Bernabeu, F. Langue (coords.), Fronteras y sensibilidades en las Américas, Madrid, Doce Calles, 2011 ; de pronta aparición: « Memoria y emociones del tiempo presente latinoamericano », en En la cresta de la ola. Debates y definiciones en torno a la historia del tiempo presente, coord. E. Allier et alt., México, UNAM/IIS, 2020 ; « Desafíos y retos de la historia del tiempo presente », Construcción social y cultural del poder en las Américas (coords. G. dalla Corte, R. Piqueras, M. Tous Mata), Barcelona, Universidad de Barcelona- Edición Km13774- Fundació Casa América Catalunya, 2015, http://www.americat.cat/es/construccion-social-y-cultural-del-poder-en-las-americas_es ; «Ressentiment et messianisme du temps présent vénézuélien », en L. Capdevila, F. Langue (coords.), Le Passé des émotions. D’une histoire à vif en Espagne et Amérique latine, Rennes, PUR, 2014, http://books.openedition.org/pur/42596 ; « El dilema del volcán. Ideología versus libertad en la otrora Venezuela democrática », Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas, Bolivarium-Universidad Simón Bolívar, Caracas, n°79, 2019 http://bolivarium.usb.ve/pub/anuario2019.html ; “El laberinto del historiador. Militancia y revolución en el espejo del tiempo presente”, Los mundos de Juan Carlos Garavaglia, Illes i Imperis, Barcelona, Universitat Pompeu Fabra, núm. 21, 2019 https://www.raco.cat/index.php/IllesImperis/article/view/10.31009-illesimperis.2019.i21.11/452536 ; “La storia del tempo presente”, Ricerche di Storia Politica (il Mulino/Universitá di Bologna), 2019 (n°1), https://www.rivisteweb.it/doi/10.1412/92753 ;
“Itinerarios de la historia del tiempo presente. Del IHTP de la post-guerra a la “globalización de la memoria”, Historiografía, Universidad de Zaragoza (Espagne), n°16, 2018 https://papiro.unizar.es/ojs/index.php/historiografias/article/view/3307 ; « Bolivarianismos de papel », Revista de Indias, n°270, 2017 http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/1047/1119 ; “La caricatura política desde un siglo XXI iberoamericano. Una historia cultural del tiempo presente”, Culture and Digital History Journal, Vol 5, No 2 (2016), http://cultureandhistory.revistas.csic.es/index.php/cultureandhistory/article/view/107/367 ;
«Entre el clavel y la espada. Por una historia cultural de las relaciones civiles-militares (de Europa a Chile, Argentina, Venezuela) »,Tiempo y Espacio, UPEL-Caracas, n°65, 2016 http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-94962016000100009&lng=es&nrm=is&tlng=es ; « Un pasado que no pasa : emociones y salvación en la Venezuela del tiempo presente », Boletín Americanista, n°72, 2016 http://revistes.ub.edu/index.php/BoletinAmericanista/article/view/16052 ; «Levántate Simón, que no es tiempo de morir». Reinvención del Libertador e historia oficial en Venezuela», Araucaria Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, Universidad de Sevilla, Nº 25, 2011 http://www-en.us.es/araucaria/nro25/nro25.htm ; « La Independencia de Venezuela. Una historia mitificada y un paradigma heroico », Anuario de Estudios Americanos, 2009, vol. 66-2, http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/issue/view/22
Publicaciones disponibles en Academia: https://cnrs.academia.edu/FrédériqueLangue
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