
10 May Emeterio Gómez (1943-2020): ética, economía, cristianismo y capitalismo solidario en Venezuela
Ramón Rivas Aguilar
Uno de los más destacados pensadores liberales de la Venezuela moderna del siglo XX. Su trayectoria intelectual revela el coraje y la dignidad de un hombre que en las circunstancias más complejas de la Venezuela de una tradición estatista, antiliberal y anti mercado, transitó con espíritu crítico de sus viejas creencias marxistas y comunistas hacia una perspectiva liberal. Una perspectiva liberal, que innovó y enriqueció con sus atrevidas y agudas reflexiones, a través de sus libros, de sus artículos, de sus ensayos, de sus conferencias, de sus entrevistas y de sus gratas conversaciones informales en los pasillos de la vida cotidiana. Sin duda alguna, fue en el ámbito académico donde desarrolló su pensamiento en torno al tema de la ética y la economía, con la finalidad de abrir un horizonte vital que encauzara a la nación hacia una sociedad de libre mercado.
Para el economista y filósofo Emeterio Gómez, el capitalismo, el libre mercado requería de una justificación ética, religiosa y teológica. Un campo fértil para animar a la nación hacia un debate intelectual en torno a la posibilidad de establecer una conexión profunda entre el espíritu del cristianismo y el capitalismo. Así, entonces, cristianismo, capitalismo, ética, religión y teología, un camino para trascender las utopías, los comunismos, los colectivismos. así como también los viejos criterios del liberalismo clásico.
Un capitalismo que él denominó capitalismo solidario. La animalidad del hombre empresario en armonía con el temple vital de la moral cristiana. Una mirada de tal naturaleza, resultaba polémica, controversial, audaz, atrevida, con un cierto grado de insensatez y pequeña dosis de docta ignorancia. Un estilo unamuniano y volteriano. Un grado de insensatez y una dosis de docta ignorancia, la expresión más radical de la irreverencia contra los dogmatismos y los principios de autoridad de figuras célebres del pensamiento económico y filosófico. De igual modo, contra todos esos políticos, intelectuales y empresarios adoradores del estatismo y del rentismo, cultivadores de la cultura del subsidio. Lo que generó en el mundo académico, político y cultural, una reacción feroz contra el economista y filósofo Emeterio Gómez, que rompió con los prejuicios y convencionalismos de izquierda y derecha en Venezuela.
Un hombre con la vitalidad, la valentía y el rigor intelectual contra corriente de toda una cultura que se amamantaba con la mentalidad y la praxis del estatismo y del rentismo. Sí. El pensador que no tuvo compasión con los dogmatismos, las escuelas, las ideologías. Nada de eso. Produjo sus reflexiones con cabeza propia, con sus aciertos, sus errores y sus equivocaciones como es natural en la búsqueda con espíritu científico de la verdad. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con sus reflexiones en torno al tema de la ética y la economía; del cristianismo y el capitalismo con la noción de capitalismo solidario; pero lo que no se le puede negar es que el destino vital que se trazó como mortal en este mundo fue la de develar una ética cristiana para legitimar una sociedad de mercado.
Ese peregrinaje que significó un largo aprendizaje de ensayo y error, lo hizo con responsabilidad, con honestidad intelectual, con valor y grandeza, con la más profunda espiritualidad religiosidad que le impregnó su vida como ser humano hasta su muerte. Una aventura intelectual y espiritual que dejó en el ánima de la nación un bello legado histórico que perdurará en el tiempo. Lo conocimos en la cuidad de las nieves eternas. Disertó en la Universidad Popular Alberto Carnevali, ante una multitud de amigas, amigos y militantes de Acción Democrática. Su exposición fue sobre el tema cómo Venezuela trascendería su vida material y cultural mediante una sociedad de mercado. Se le veía inquieto y nervioso. Más tarde, se confesó en el hotel Chama frente a los profesores Luis Caraballo Vivas, Ramón Rivas, Jesús Mora y Gerardo López, repectivamente, que tuvo mucho miedo de exponer una tesis de tal dimensión a una militancia de Acción Democratista, con un ADN contrario a una economía de libre mercado. La exposición fue magistral, didáctica, amena y con ese sabor caribeño que caracteriza a los margariteños. Desde ese día, no perdimos contacto intelectual con él. Como economista y filósofo; una vida y una pasión, en ese afán vital por develar el significado de su vida en una Venezuela que sucumbía ante la tentación del estatismo, del rentismo y del colectivismo. Convencido que el camino para trascender esa mentalidad y esa praxis, nefasta y perversa, enemiga de todo género humano, era mirar hacia un capitalismo solidario con toda la vitalidad cristiana, religiosa y teológica. Una mirada. No la única.
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