El trauma de las reformas económicas: El caso de Ecuador

Leonardo Osorio Bohórquez

 

Históricamente las sociedades latinoamericanas han tenido una tradición estatista, con gobiernos que intervienen constantemente con el supuesto fin de garantizar ciertos beneficios a su población. Las sociedades se acostumbran al populismo y son en muchos casos incapaces de asumir la necesidad de emprender un proceso de transformación necesaria.

 

Las reformas de Macri fracasaron en Argentina por no continuar con un proceso de cambio impostergable. Latinoamérica luego de que las mayorías de los gobernantes de izquierda perdieran el poder por el mal resultado de sus políticas económicas, parecía enrumbarse nuevamente hacia una economía mucho más productiva con mayores libertades.

 

No obstante, los partidos políticos de izquierda socialista se mantuvieron alerta conspirando para tener una nueva oportunidad para retomar el poder. Las crisis y los resentimientos son su mejor arma para lograr movilizar a la población cuando hay descontentos. Vemos el caso de Ecuador recientemente que sirve de ejemplo ilustrativo.

 

Rafael Correa dejó la economía ecuatoriana en muy mal estado, con la aplicación del llamado socialismo del siglo XXI impulsado desde Venezuela por todo el continente. Aunque en el caso de Ecuador, se aplicó de forma  un poco más moderada por una economía dolarizada que le impidió al gobierno la emisión monetaria irresponsable para cubrir el gasto público como se dio en Venezuela.

 

Para sanear la economía, el nuevo presidente Lenin Moreno, ha emprendido una serie de reformas, mezcla de ciertas ideas populistas pero con políticas acertadas para intentar incentivar la productividad del país. Se exonera de impuestos arancelarios a diferentes productos con el fin de abaratar los costos para promover las inversiones.

 

Quedan abolidos o se reducen de esa forma aranceles para maquinaria, equipos y materia prima, devoluciones automáticas de tributos para exportaciones, además se eliminará el anticipo del impuesto sobre la renta. De la misma forma se suprimirán los impuestos a la importación de aparatos tecnológicos.

 

Las rebajas de impuestos siempre son algo positivo para la economía de una nación. Aunque debería unificarse las tarifas arancelarias, en lugar de realizarse de una manera selectiva al suprimir  solo ciertos impuestos. Esto implica darle privilegios a algunos sectores de la economía en detrimento de otros.

 

Se emprenden otras medidas en el campo laboral, los nuevos contratos ocasionales en el sector público se renovarán con un 20% menos de remuneración.  Además, el tiempo de vacaciones baja de 30 a 15 días. La mejor manera de reducir  el costo de la administración pública es disminuir la cantidad de empleados y no los sueldos.

 

La reducción de salarios es necesaria si está acorde con la productividad. El fin de las medidas es recortar gastos. Se establece también que trabajadores de las empresas públicas aportarán cada mes un día de salario. Termina siendo nuevamente una rebaja salarial o un tipo de impuesto adicional si se quiere.

 

De hecho, hay un aumento de impuestos a aquellas empresas que poseen ingresos mayores a 10 millones de dólares que realizarán una contribución especial por tres años. Es una contradicción con las medidas de rebaja de impuestos mencionadas anteriormente, se obliga a algunos ciudadanos a aumentar sus contribuciones con el Estado sobre la base de su riqueza.

 

El aumento de impuestos a los sectores más productivos, con el supuesto fin de redistribuir la riqueza, en realidad lo que hacen es hacer retroceder la tasa de inversión. Esto al final también perjudica a los sectores considerados vulnerables porque tienen menos fuentes de empleo.

 

El punto álgido de las reformas es siempre el tema de la reducción de los subsidios. Se elimina completamente el subsidio del diésel y la gasolina. Para compensar tal aumento, se les otorgará bonos a las familias por parte del Estado, sobre todo a aquellos grupos más vulnerables.

 

El aumento del precio del combustible ha provocado protestas muy fuertes en Ecuador. Esto recuerda el caso emblemático del caracazo venezolano. En aquel entonces en el país petrolero también hubo una importante implosión social ante el aumento de los servicios públicos, liberación de precios e incremento en el costo de la gasolina.

 

Se mantiene la hipótesis de que tales movimientos fueron coordinados por Fidel Castro y miembros del partido comunista. No cabe duda de que la naturaleza de las protestas hace dudar de su supuesta espontaneidad. Al parecer, el gobierno de Nicolás Maduro ha planificado los acontecimientos,  supuestamente ha financiado a grupos para desestabilizar a Ecuador como han denunciado las autoridades de ese país.  Esto es solo la continuación del plan de los comunistas de pretender acabar con la democracia de la región por medio de vías violentas. Esto sobre todo cuando el juego democrático no les es favorable.

 

El comunismo siempre será una amenaza para la región, ahora desde Venezuela es el epicentro principal de la desestabilización. Tanta reticencia han tenido los gobiernos latinoamericanos de emprender una solución armada en Venezuela, que van a terminar ellos siendo despojados del poder de forma violenta si no toman medidas.

 

Sin embargo,  más allá de la planificación de estos sectores,  es cierto que si hay descontento en la población ante tales medidas que es aprovechado por los comunistas para crear desestabilización. Los indígenas de Ecuador han tenido un rol protagónico en las protestas porque consideran que las políticas económicas  los perjudican.

 

Los indígenas habían sido fuertemente reprimidos durante el gobierno de Correa, pero ahora son utilizados para protestar en contra de medidas que si bien no son las más adecuadas, ayudarán parcialmente a sanear el estado de las finanzas públicas sobre todo luego del duro peso de la deuda dejada por Correa durante su mandato.

 

Al igual que sucedió en Venezuela, hay una grave falla de comunicación política, de no explicar adecuadamente la razón de medidas impostergables y que debieron ser tomadas desde el inicio del mandato del presidente Lenin Moreno. Su dilatación solo provoca mayor malestar a la hora de su aplicación.

 

Esto facilita la descalificación de las medidas  adoptadas como “paquetazo” o entrega del país a los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional.  El discurso anti-capitalista se hace presente y vuelve a las naciones presa fácil para el ascenso de otro gobierno socialista.

 

La población prefiere  vivir eternamente de las dádivas y subsidios del Estado por lo cual son fácilmente manipulables por movimientos socialistas.  La situación de malestar social llevó al gobierno de Lenin Moreno a suspender el aumento en el precio de los combustibles. Esto es solo una muestra de debilidad del gobernante, al final la crisis económica empeorara por no tomarse los correctivos adecuados. Es posible que en los próximos meses se den intentos de golpe de estado en Ecuador, al probar la efectividad de las protestas y la dificultad para aplicar reformas para enmendar la situación.

 

Imagen: Manifestaciones en Ecuador, 2019.

Fuente:  https://anfespanol.com/noticias/ecuador-siguen-las-manifestaciones-y-lenin-tuvo-que-trasladar-la-capital-a-guayaquil-14548

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.