El Reventón (14-12-1922) Los diez días que cambiaron el destino histórico de la Venezuela del siglo XX (El Barroso R-2-4)

Ramón Rivas Aguilar

 

Los gobiernos de Castro, Gómez, López Contreras y el de Medina (1899-1945),respectivamente, jugaron un papel institucional importantísimo en la génesis, la expansión, fortalecimiento y la consolidación de la industria petrolera nacional en Venezuela. En efecto, con sus aciertos alcances, esos gobiernos diseñaron  un marco legal  que benefició tanta a la nación como a las compañías extranjeras. Es decir, apertura y control técnico, económico y fiscal del negocio petrolero en el país. Una radiografía de las diversas leyes de hidrocarburos, promulgadas entre 1918 y 1943, una muestra del progreso institucional en materia de legislación petrolera.

 

Es cierto  que Venezuela llegó tarde  a  la explotación de los hidrocarburos. Sí. En América Latina, a finales del siglo XIX, unos cuantos países  promovieron algunas experiencias en el ámbito de los hidrocarburos. Uno, de ellos, México, un éxito histórico en las primeras décadas del siglo pasado.Fue uno de los mayores productores de petróleo en el mundo.

 

No obstante,  fue favorable  un conjunto de  factores  históricos y geográficos de carácter  coyuntural y estructural  que,  en  aproximadamente cinco décadas, la Provincia de Venezuela (1899-1958) se erigió en el país  petrolero  más importante del mundo Occidental, después de los EEUU. En otras palabras, el desarrollo de la  industria petrolera en los EEUU,  Inglaterra, Holanda y otras naciones (1859-1958); los descubrimientos geográficos en el territorio nacional; el apetito por más concesiones por parte de las concesionarias extranjeras; el conflicto petrolero en México(1917-1938), la Primera  y la Segunda  Guerra Mundial, fueron elementos fundamentales  para que la  nación de Cecilio Acosta logrará la supremacía del mundo petrolero en Occidente. En esa perspectiva, se vislumbró el aceleramiento histórico del carbón al petróleo: una realidad indetenible a lo largo y ancho del planeta. De igual modo, Venezuela nadaba en petróleo. Además, con una ventaja  absoluta y relativa: México nacionalizó la industria del petróleo en el año de 1938, cuyas consecuencias fueron negativas para el futuro petrolero mexicano, convirtiendo a Venezuela en  el monopolista natural de los hidrocarburos en Occidente, después de los EEUU.

 

Así, pues, Venezuela,  una  nación  petrolera  con repercusiones  de importancia  en la geopolítica del Hemisferio Occidental.  Una nación  que cambió radicalmente su rumbo histórico  a partir del descubrimiento del petróleo con sus dos símbolos geográficos: el Zumaque (1914) y el Barroso (1922). El inicio de la explotación comercial (1914), y la abundancia que  impactó  la prensa mundial aquella madrugada  del 14 de diciembre de 1922 con el Reventón.

 

Con esos dos descubrimientos geográficos, el inicio del fin de la Venezuela agraria y el nacimiento  de la Venezuela del petróleo. Con ello, todo cambió, estructuralmente, en una Provincia que por muchos siglos vivió de  la recolección, de la  caza, de la pesca, de la yuca, del maíz. Luego, del tabaco,  de la caña, ganado, del cacao, del café, respectivamente. Ahora, su vida material y cultural comenzó a depender de una riqueza en manos del Estado, ajeno al esfuerzo  del trabajo nacional. Un cambio estructural en el proceso histórico venezolano que se había iniciado con la sociedad precolombina, hace 15000 años AC. Dentro  de  esa  dimensión vital, dos intelectuales venezolanos, Arturo Uslar Pietri  y Jorge Olavarría, dejaron dos reflexiones históricas sobre el gigante impacto del hecho  petrolero  en la vida material y espiritual  de la Provincia de Venezuela sin  precedente en su quehacer vital desde que apareció como sociedad, hace 15.000 años.

 

Para el insigne escritor y novelista, Arturo Uslar Pietri, “El petróleo es el hecho fundamental y básico del destino venezolano. Él plantea hoy a Venezuela los más graves problemas que haya conocido en toda  su historia nacional”. Por tanto, para él, “El petróleo, y ninguna otra cosa, es el tema de la historia viva de Venezuela.”[1]

 

Asimismo, el historiador y periodista, Jorge Olavarría, señaló que:

 

La aparición del petróleo, como fuente primordial de los ingresos de la nación, alrededor de los años 20, de nuestro siglo, es el hecho más significativo de toda nuestra historia. El impacto del petróleo en la vida venezolana es mayor que cualquier otro hecho, incluyendo la guerra de emancipación. Sus características formidables, se deben en gran parte a que no es hablando un “hecho histórico”  ya que su gestación humana es totalmente ajena  a la historia del país antes de sus aparición, y  las características con las cuales se presentan, es una coincidencia muy compleja de hechos totalmente  fortuitos e igualmente ajeno  a la acción de los venezolanos[2] 

 

En otras palabras,  una Venezuela  que  quebró su  continuidad histórica con un pasado nada que ver con el petróleo y que tuvo que lidiar su futuro material y cultural con esa riqueza sin  conexión con el trabajo nacional y de una importancia  gigantesca desde el punto energético y geopolítico tanto en Occidente como en Oriente  del planeta.

 

Ahora bien, todo  comenzó  con el Zumaque (1914)  que llevó  a  la Shell y a una de sus filiales, al gran descubrimiento del Barroso (el reventón), en  el campo la Rosa,  en Cabimas, una sociedad que vivía de la pesca y del comercio de las palmeras. Fue aquella madrugada, del 14 de diciembre  de 1922, aproximadamente eran las 4 y media, cuando la cuadrilla de obreros petroleros  sintieron  que la tierra  se estremeció,  emanando cantidades piedras y un inmenso chorro de color negro: corrieron asustado y gritaron: ¡petróleo, petróleo! Los relatos  descrito por los testigos de aquella madrugada, deben ser conocidos por los venezolanos.

Así, uno de ellos, comentó aquel acontecimiento geohistórico que cambiaría  la faz de la historia de la Venezuela del siglo XX. Samuel  Smith, jefe de la cuadrilla de obreros que operaba con el pozo el barroso,  describió  con  lujo de detalle aquel acontecimiento geológico que trastocó el destino histórico del  devenir de aquella Venezuela que, aun, olfateaba el perfume grato del cafeto persa. Un relato  que recoge el encuentro y el desencuentro maravilloso del mundo del folklore  con la ciencia  y la tecnología  del primer mundo: la magia y la técnica. Lo telúrico y lo petrolero. Tal vez la clave histórica para comprender la paradoja de lo rural-urbano que ha persistido  a lo largo del tiempo.  El deseo de  retornar  con el petróleo  a la utopía de Andrés Bello. Es el sueño tanto de gobernantes como gobernados: retornar a la tierra sin el hálito que se desprende del oro negro (para conocer con mayor detalle el relato de Samuel Smith sobre el barroso y sus implicaciones culturales y religiosas ver (La gaita del Decano. Cultor del folklor zuliano. Manuel Bermúdez Romero. “Testigo del Chorro”).

 

Ese encuentro y desencuentro entre la magia y la tecnología, es fundamental para develar de porque Venezuela nunca fue un país petrolero como historia, como conciencia, con sentido de pertenencia como lo fuimos con el cacao, con el café. Siempre percibimos el petróleo  como algo pasajero, como algo auxiliar  y complementario  que nos permitiría  devolver el paraíso perdido. La imagen sembrar el petróleo, el conuco, los gallineros verticales, son de la misma intencionalidad histórica: volver a la tierra.

 

Independientemente de esas consideraciones, de esas especulaciones y generalizaciones sobre el significado psicológico y emocional  que provocó el petróleo en las élites y las multitudes  del país, lo cierto es que el Reventón  determinó un giro radical  en  la vida de los venezolanos en el siglo XX. La noticia recorrió el mundo. Fue el inicio gigantesco del capital petrolero internacional en la Provincia de Venezuela. Entre 1922 y 1958.Fue la era dorada del petróleo. El primer Boom. La segunda conquista y colonización del mundo petrolero con su capital, la tecnología y el conocimiento. Se ampliaron los horizontes geo-económicos a lo largo y ancho del territorio nacional.

 

La geografía económica que revelaba el mundo agrario cedía sus espacios  hacia  una geografía  del mundo de la minería con una extensa y riquísima cartografía nacional. La tecnología de la imagen, de la cámara fotográfica, del cine y otras, visualizaban a hombres, mujeres y  paisajes  en aquella geografía que bullía con el oro negro. El transporte y la maquinaria pesada trastocaron la virginidad de aquellas tierras que solían ser correteada por  los arrieros con sus mulas  y los guerreros con sus caballos  con el estandarte de bolívar. Carreteras y caminos  acercando las regiones entre sí. Los cielos de  Occidente  y Oriente en las imágenes de los primeros vuelos  de los aviones  de la industria petrolera que surcaban las tierras venezolanas. Así, como también las publicaciones de las compañías y sus películas sobre la vida material y cultural del país. De importancia vital el petróleo contribuyó   no solo  a integrar físicamente el país sino  también a un proceso de mestizaje, en la que la diversidad de hombres y mujeres se entrecruzaron biológicamente  y culturalmente, la flor de centenares de generaciones que se abrieron por el  país y el mundo. Bullía  la Venezuela urbana e industrial. Moría  la Venezuela rural.  El caballo, la grandeza y la nobleza de un animal que transformó la historia de la humanidad, el animal que derrotó al imperio español en tierras venezolana, el animal  con sus guerreros en su trajín épico, en el tormentoso siglo XIX, el caballo que paseaba con sus coches a  la aristocracia del país, con sabiduría e hidalguía  cedió sus espacios  al parque automotor. No deja de ser importante  el nacimiento, auge y declinación  de la  novelística petrolera que se produjo con el Reventón (1922-1958). En efecto,  el fin de la novelística petrolera coincide con el deterioro histórico de la industria petrolera que se originó entre 1958 y 1976. Emergió otro tipo de literatura que la izquierda venezolana  produjo a partir de la Revolución cubana: la violencia urbana que se reflejó  en el quehacer literario en todas dimensiones de la creación del arte. De igual modo, la antropología del petróleo, la escultura y la arquitectura, modelada por la dinámica petrolera.

 

Venezuela, país petrolero, la niña mimada por más de 76 años  del  mundo Occidental (1922-1998). Con su grandeza, alcances,limitaciones, contradicciones  y paradojas, se mantuvo en el tiempo como la nación más confiable y segura  del mundo occidental.

 

En esa perspectiva histórica, su legislación petrolera  contribuyó  a la expansión  del nacionalismo petrolero  en el tercer mundo; el viaje al Medio Oriente (1949) el antecedente más inmediato de la creación de la OPEP (1960);  la nacionalización de la industria petrolera (1-1-1976); petróleos de Venezuela(1975); la internacionalización(1983) y la apertura petrolera (1996),  en manos   de unas minorías de profesionales, de técnicos y gerentes  que echaron los cimientos  de una corporación de energía, petróleos de Venezuela, una de las corporaciones petroleras de mayor importancia del mundo energético planetario. La faja petrolífera del Orinoco, el futuro energético de Venezuela y el mundo, en las voces de los expertos petroleros tantos nacionales como internacionales. Una corporación de energía, nadando en petróleo, con la faja,  contando con la ciencia y la tecnología de los petróleos pesados del primer mundo. Éramos la opción histórica del futuro energético de la humanidad. Una fantasía histórica que alimentaron las élites del país  sin tener la menor idea de lo que estaba ocurriendo en el panorama petrolero mundial,  desde la crisis energética que se desató en la década de los setenta. Los expertos petroleros  de la nación y de otras naciones no tuvieron ni la menor idea de lo que se estaba gestando en los EEUU con la explotación  de una revolución energética no convencional: La revolución Shalle. Ni la menor idea.

 

Con el agravante histórico de que Venezuela, la Venezuela de gracia, la niña mimada de occidente, como país petrolero fue  borrado  del mapa geográfico del petróleo mundial, en aproximadamente en  21 año (1999-2020). Y, por supuesto  perdió su condición natural en el mundo de la geopolítica del petróleo. Dejamos de ser un país rentista. Dejamos de ser un país petrolero. Y, perdimos  influencia significativa en la  complejidad geopolítica planetaria.

 

El nacionalismo petrolero retornó  en esas décadas, cuyas consecuencias históricas  están a la vista: la bancarrota total de la nación. Se impuso una estrategia política que desmanteló totalmente la industria petrolera   con todos los impactos posibles a lo largo  y ancho  del territorio nacional. Una destrucción total  que favoreció a las potencias, naciones y gobiernos enemigos de la civilización occidental. En perspectiva histórica, los  genios del rentismo, con sus aduladores académicos e investigadores, convencidos de que la Faja petrolífera del Orinoco, futuro de la renta y la internalización del petróleo para animar al país en una perspectiva socialista, colectivista y comunal. De igual modo,  la fuente de energía,  que alimentaría a la humanidad por muchos siglos. La imagen ingenua de los que escriben y hablan sobre geopolítica del petróleo. Qué ingenuo. La arrogancia fatal de unos genios, los genios del rentismo, sin la menor comprensión de lo que estaba ocurriendo en  el mundo petrolero mundial. La diversificación  y capacidad  petrolera del mundo,  la presencia un nuevo paradigma energético, nuevas fuentes de energía, el proceso de racionalización del petróleo  mediante la eficiencia energética, factores que  estructuralmente  acelerarían  el fin de los estados rentistas. Aún más, con el poder petrolero que ha adquirido los EEUU el escenario mundial  de los hidrocarburos. En ese escenario, la Provincia de Venezuela no tiene opción histórica en perspectiva  del oro negro.

 

En fin, hace 98 años (1922-2020) el Reventón: Barroso r-2-4  colocó a Venezuela como  una nación con una inmensa riqueza petrolera que marcaría la vida nacional. Al mismo tiempo, con una influencia importantísima en las relaciones económicas y políticas internacionales en el Hemisferio Occidental. La Venezuela del siglo xx es una muestra evidente de lo que aconteció en la vida del país y en el mundo occidental (1922-1998), bajo la impronta del petróleo.

 

Sin embargo, En  las dos primeras décadas del siglo XXI (1999-2020), un gobierno revolucionario y bolivariano se trazó como  política y como ideología borrar de forma radical a Petróleos de Venezuela (1975-1998), una industria en manos de “tecnócratas y neoliberales servicio de las corporaciones petroleras pro-occidentales”. El objetivo era convertir a petróleos de Venezuela en una industria en manos del pueblo venezolano. El resultado final: dejamos de ser un  petrolero sin ninguna referencia  en el mapa del oro negro mundial. Qué ironía. Después de 98 años de vida petrolera.

 

El 14 de diciembre del 2022 se cumplió un siglo de aquel hecho geo-histórico (el Reventón) que modificó para siempre  el cuerpo y el alma de la nación. El hecho histórico de mayor trascendencia de nuestra historia desde que  existimos como sociedad. Una nación petrolera sin continuidad histórica  con proyección significativa en el panorama internacional. Cien años, después dejamos de ser historia, sin sentido, sin pertenencia, sin país petrolero y sin ninguna presencia en el mundo petrolero mundial. ¿Qué hacer? Ahora le corresponde  a las nuevas generaciones de historiadores examinar con espíritu crítico la trascendencia del petróleo en la Venezuela del siglo XX con sus aciertos, sus alcances, sus contradicciones y paradojas. Una comprensión histórica desde esa perspectiva marcará el camino para que Venezuela descubra sus potencialidades humanas y naturales y estar en sintonía con las grandes transformaciones globales que se están suscitando a lo largo y ancho del planeta.

 

Referencias

[1] De una u otra Venezuela, Caracas, 1949, pág. 17-18

[2]Resumen, 24-3-1974.  VII, 95, Caracas, p. 63.

Imagen: tomada de «El Reventón, los inicios de la producción petrolera en Venezuela (1883-1943)», CINESA

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