El Covid-19: “Los sacerdotes del pesimismo”

Ramón Rivas Aguilar

 

Occidente siempre ha tenido miedo de todo: guerras, enfermedades, epidemias, pandemias, terremotos, maremotos, volcanes, inundaciones, tormentas y recalentamiento. A partir de esos miedos, nacen los sacerdotes del pesimismo,  los voceros del fin de los tiempos. Desde hace miles años vaticinan  la muerte del mundo. Hoy se la juegan con el “virus chino”. La peste intelectual la más brillante  del esplendor  espiritual  en ese tono  de pesimismo  y desesperanza por un mundo que va  hacia el precipicio. El problema central de los sacerdotes del pesimismo es que les horroriza la vida como es: grandeza  y miseria. Dionisio y Apolinio. Ahora se inventan con la ciencia y la tecnología el posthumanismo para eliminar los males en la tierra  y así alcanzar la inmortalidad ¿Qué es eso de los sacerdotes del pesimismo?

 

Los sacerdotes del pesimismo, los profetas del catastrofismo, los padres de la esperanza mesiánica: “Estos salvadores de la humanidad, son aficionados  de la muerte. Su radical  protesta  se nutre  con un radical odio a la vida. Las neurosis rojas  huelen a  huelen a  cadáver”[1] Para estos predicadores, que anuncian el destino sombrío de la humanidad, son pertinentes estas sabias  palabras del creador del realismo fantástico: Nuestra civilización es poderosa  y complicada. Contiene, como es justo, tantas amenazas  como promesas. Para separar  lo bueno, el valor supremo  no pue de ser  el desarreglo  del espíritu, sino  que debe  ser  la madurez del espíritu “¿Qué la navegación  es difícil? Pues, sí. Pero, permítanme ustedes/ no confío en la gente qué tratándose del mar, no me habla  sino  de los mareos.” Más, adelante, añade: “Cien civilizaciones  murieron.  Pero la posición  más valiente  es la de apostar  a que  la nuestra  será la primera  en triunfar, en asegurarse la eternidad  sobre esta tierra  y entre los astros.”

 

Que hay problemas  en la sociedad, cualquier sea su naturaleza  y su origen, nadie lo puede negar. Sobre este aspecto, el padre del realismo fantástico,  con fe y optimismo  en la evolución de  la humanidad hacia estadios  de grandeza  material y espiritual, dice: Naturalmente que hay problemas; pero ¿Por ventura  querríamos una vida sin problemas, como la de los cerdos. Por supuesto, que no  en palabras  de L. Pauwels: “Las reformas  y de la riqueza exigen  más espíritu  que las revoluciones que parten de la miseria. Hoy la  mayoría de los revolucionarios lo son por nostalgia del pasado”. Así, una izquierda apocalíptica, predica el fin del capitalismo y la llegada  del mesías de la revolución con la imagen del edén. Por lo que el capitalismo, es el responsable de los desastres naturales y sociales que ponen en peligro la vida del hombre en la tierra. Los signos visibles  de esos  desastres, a saber: terremotos,  inundaciones, epidemias y pandemias.  Según ellos, lo que ha conducido a la humanidad  hacia  el pobrismo más absoluto.

 

Hoy, los agoreros del pesimismo, renovados  con el entusiasmo  mesiánico,  portavoces de los tiempos divinos, perciben con delicia como el Covid-19, un virus que ha recorrido los cinco continentes, acelerará  el fin del  capitalismo, de  la globalización.  Asimismo,  para los reformistas y los moderados, el virus los ha iluminado para fortalecer y consolidar  el poder del  estatismo para el control  de  la vida material, económica, sanitaria y cultural de las naciones. Las declaraciones de economistas, de intelectuales, de politólogos, de teólogos y de  historiadores,  con  la firme creencia  de que  la “híper-globalización tiene los días contados. Es la ilusión de quienes  no tienen  fe en el hombre de carne y hueso, portador de los procesos civilizatorios sin estar  añorando  las viejas creencia  del utopismo,  del  edenismo y del estatismo. Nada de eso. Es la grandeza y la tragedia del hombre, acá en  la tierra, que asume los retos y los  desafíos que demanda el orden natural y social, con sus alcances, limitaciones, contradicciones y paradojas sin esa esa eterna queja contra el capitalismo, el libre mercado, causante de todos los males en la tierra.

 

Así, el covid-19 un virus que misteriosamente se expandió desde un  laboratorio,  de una cuidad, de la república  de china, un país totalitario, para provocar una pandemia  con el más demoníaco  deseo de liquidar una porción significativa de la población mundial. Las teorías neo maltusianas, en manos de una élite mundial,  diseña un  tipo de microrganismo  con la misma arrogancia  y soberbia de los jerarcas nazis: exterminar a los indeseados.  Eso es lo que afirman los sacerdotes del pesimismo. Seguramente, en sus manos el viejo y antisemita legado de los Protocolos de los sabios de Sión (1897). En  sus páginas el contenido  de una conspiración  secreta en la que los judíos masónicos pretendían apoderarse del mundo. Asimismo,  el libro de Henry Ford,  El judío internacional (1960) en la mirada de esos mesiánicos con el afán de ver demolida la civilización occidental. El magnate norteamericano,  denuncia a lo largo de su libro el peligro que corre EEUU  y el mundo  con la presencia poderosa de los judíos. Lo embarga el temor que esa raza peligrosa y perversa,   quiera apoderarse  de la economía americana con planes financieros  para  conquistar a las naciones de la tierra. Sí. Las teorías de las conspiraciones, inventos de los apocalípticos, para generar  la sensación del fin del mundo. Un deseo perverso y morboso. Como diría Paúl Tabori en su libro  Historia de la estupidez humana: “fin…pero la estupidez humana no tiene fin”[2] .Veamos

 

La historia  de los cataclismos, de las epidemias y de las pandemias, ha sido el resultado  de la  evolución de los procesos naturales y sociales con impactos gigantescos en la vida de los pueblos. Los cambios climáticos contribuyeron  a cambiar la forma de vida material y cultural  de miles de hombres y mujeres. De igual forma, las enfermedades y  epidemias. Sin duda alguna,  hoy gracias a Dios,  estamos en un mundo globalizado, en la que tenemos conciencia global  de los efectos  de un virus  sobre  la vida cotidiana y cultural de las naciones y, como consecuencia, la posibilidad de que  la ciencia y la tecnología, esparcida globalmente, en el  menor  tiempo posible encuentre  la  vacuna que elimine de forma radical  un virus, como el covid-19, que salió de un país, del continente asiático. Se ha creado  un pánico global,  a partir  del covid-19, con unos  efectos  negativos en la vida económica, social,  cultural  de miles y miles de millones  de hombres y mujeres,  esparcido por  el mundo. Una arma poderosa  que utilizan  los enemigos de la civilización Occidental para crear  la sensación de  que estamos  atravesando el final de los tiempos. Los  predicadores de la muerte. Otros, con un imaginario  plutocrático  con  la perversa idea  de esperar que el virus se convierta  en el  medio  adecuado para  exterminar  más de la mitad de la población mundial. “Los neonazis de la nueva conspiración mundial, herederos del proyecto racial de Adolfo Hitler,  en esa faena  diabólica y macabra”.  Asimismo, los estatistas con un deseo ferviente de recuperar el tiempo perdido  con el fin  de nuevo  organizar  la vida económica, social y cultural  de las naciones. Cómo los que no comparten  el fascinante y cautivante mundo del capitalismo, han exprimido a ese virus (el covid-19) para  extraer  de la mente perversa todo tipo de argumento para predecir la muerte  de la Civilización Occidental- Sí. Liberalismo, democracia y  capitalismo.

 

En todo caso, los sacerdotes del pesimismo están equivocados. Sería importante resaltar la interpretación del célebre epidemiólogo inglés, John Lonniddis, profesor  de la Universidad de Stanford, para comprender la naturaleza de esta pandemia que no va a significar el fin del capitalismo ni el fin del mundo. Estas son algunas  de sus observación sobre esta pandemia que ha alarmado al planeta tierra: “Para los niños y los jóvenes sabemos que el covid-19 es menos letal que la gripe”; “Predijo hace 45 días  que las medidas  gubernamentales  estaban siendo tomadas  a ciegas”; “ Dado que el riesgo de morir  por covid-19 es bajo, los políticos  pueden asegurar  al público  que nuestros  peores momentos  han terminado”; …”El bloqueo es negativo”; “la actual enfermedad corona virus-19 se ha determinado  como una pandemia que es una vez en un siglo. Pero también puede ser considerada  como un fiasco  de una vez  en un siglo”.

 

En fiin, al cesto  los sacerdotes del pesimismo,  los teóricos del neomaltusianismo,  del estatismo, del  reseteo global, de los globalistas, de los fundamentalistas y mesiánicos ecologistas, y toda esas creencias que promueven el odio, la envidia y el resentimiento contra la belleza  y la grandeza de la vida  que  se enaltece con el capitalismo. Para teólogos y laicos todo comenzó con la caída: el pecado. El camino para purificar el alma contra los demonios de la vida. A partir de ese instante del tiempo,  brotó como plaga  los sacerdotes del pesimismo  que no descansan en  anunciar  la muerte de la civilización Occidental, desde de miles de años .Así,   los divulgadores del documental El reseteo global, unos predicadores del mundo feliz,  con una  arrogancia y soberbia intelectual  que nos indican cómo y de qué manera tenemos que vivir, en las próximas décadas, en la que la humanidad llegará al limbo de la divinidad, el verdadero paraíso donde el hombre y la mujer alcanzará la plenitud  de la vida sin la muerte: la inmortalidad. En ese escenario, desaparecerán todos los males que ha provocado el capitalismo.  En fin, seremos felices sin el covid-19 y sin el recalentamiento global. Unas bestias degustando   el follaje verde del bosque  y la musicalidad de las aguas de los ríos, océanos, lagos los pájaros. No. Es  este es el mejor de los mundos que ha vivido la humanidad con sus limitaciones e imperfecciones. No hay otro. El capitalismo con sus instituciones ha sobrevivido  a todas las aventuras  de la utopía  de origen celestial y terrenal.

 

Se finaliza esta reflexión con una cita del autor Warren Bush, que engloba la importancia de vivir en un mundo de grandeza y de miseria en el ámbito de una sociedad libre con todas sus complejidades.

 

“Señor Shakespeare, ¿A dónde cree usted que va el mundo? Replicaría ¿qué dónde va? ¿Sí yo creía que estaba aquí… Yo creía que no podía moverse. Diría: “Pues lo único que puede hacer uno es aceptar lo que hay aquí.  La tierra está llena de gente admirable y villana, de gente buena y repugnante y todos ellos pertenecen y son de aquí como todas las cosas. . Y las cosas no cambian[3]

 

Referencias

[1] L. Pauwels, 1976, pág., 11

[2] 1984, pág. 344

[3] Warren Bush, Los diálogos de Archibald Macleish y Mark Vandoren. Editorial Letras, México, 1965, p. 39

Imagen: obra «Dark times» de Gyula Hincz

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