
31 Ene A propósito de las humanidades
Ramón Rivas Aguilar
A
José Ortega y Gasset
Mariano Picón Salas
César Vidal
Miklos Lukacs
Nicolás Morá
El gobierno japonés, hace unos cuantos años, anunció la necesidad de eliminar las humanidades de las universidades nacionales, por considerarlas obsoletas, inútiles e improductivas. Presentó un plan de estudio con la finalidad de orientar la enseñanza universitaria y promover el desarrollo de las carreras técnicas en pro del industrialismo y del maquinismo y como consecuencia, la abundancia de bienes y servicios para hacer felices a los nipones.
En esa dirección irán también unas cuantas naciones, en una especie de afrenta de la ciencia y la tecnología contra las humanidades. Es el interés por las carreras técnicas para estimular el productivismo y el economicismo. En todo caso, una onda global se irradia contra el espíritu renacentista, contra la ilustración y el enciclopedismo, cuna intelectual del humanismo.
Es importante resaltar como los gobiernos totalitarios, se desplegaron a lo largo del siglo pasado, en un esfuerzo histórico gigantesco por borrar de la faz de la tierra los valores fundamentales de la civilización occidental, fundamento último de la libertad y la dignidad humana. El Holocausto es el signo histórico que revela el odio de unos fanáticos y mesiánicos contra todo lo que ha representado para la humanidad la libertad, la igualdad, la solidaridad, el liberalismo, la democracia, el capitalismo. Al mismo tiempo, instaurar el reino de la esperanza milenaria para lograr la inmortalidad.
En esa perspectiva, hoy los dueños de los negocios, de las finanzas, de las economías, de las plataformas tecnológicas de las comunicaciones, en sus manos un documento titulado “El reseteo global”, cuyo contenido revela como a través de la inteligencia artificial se cambiará la naturaleza de la especie humana como ser biológico y como ser espiritual. En otros términos, el futuro de la humanidad estrenará una nueva forma de existencia humana más allá de lo fue en su origen y en su historia. Será la era de un ciclo post-civilizatorio, post-humanismo o transhumanismo. Es decir, se transformará el hombre de una especie biológica y espiritual a una especie de antropoide, una combinación física y biológica, bajo los parámetros de la computación cuántica. El hombre máquina, el hombre robot, la matrix.
En esa dirección, por supuesto, no tiene sentido histórico las humanidades, sus estudios e investigaciones para examinar al hombre en su grandeza y miseria en curso del devenir. ¿Para qué las humanidades sí en ese ese horizonte tecnológico será borrado el hombre como especie, como espíritu?, en fin, como un ser finito y mortal. ¿Para qué las humanidades?
Con ello, buscan erradicar los males en la tierra con las nuevas miradas de la ciencia y la tecnología, una utopía de origen digital y virtual. Un mundo sin contenido humano físico y espiritual. El nuevo programa político de unos mesiánicos y fundamentalistas, embriagados con los signos y los símbolos del mundo computacional. Seremos como dioses: creadores sin ningún tipo de ropaje material. Cuerpos flotando en un espacio sin materia sin alma. ¿Para qué las humanidades?.
El «reseteo global», la formula política de unos arrogantes, soberbios y vanidosos, mesiánicos y fundamentales, que se arrogan el monopolio de decidir el destino vital de un mundo que quiere mejorar su vida material y cultural en el ámbito de las instituciones libres. Sin esas soberanas y estúpidas ideas y creencias sobre la inmortalidad del hombre. No imagino una población de más diez mil millones de personas inmortales, flotando en un entorno cuántico sin cuerpo y sin ánima. Es la idea más estúpida que se haya producido en la historia de la humanidad. Pero, como dice F. Fukuyama, la idea más peligrosa para la humanidad, producida por unos maniáticos, convencidos que serán como dioses: creadores de universos post-humanos y cuánticos. ¿Para qué humanidades?
Con esa fórmula, la humanidad se liberará de todos los males del hombre en la tierra. ¿Por qué? Están convencidos esas minorías selectas y escogidas según ellos, por fuerzas poderosas de la divinidad para conducir los destinos del planeta hacia un mundo mejor. Todo lo contrario, el mundo de ayer es el resultado de un proceso evolutivo natural y cultural, accidentado y azaroso con efectos catastróficos para los seres vivos. Con la biología genética se extirparan los cromosomas que conducen al hombre a transformarse en una bestia agresiva y destructiva. Así, se elimina el gen egoísta. El nuevo resultado genético: un gen altruista, generoso, piadoso y bondadoso. Con esto, se acabarán las guerras, las enfermedades y el recalentamiento global. Una locura anti-humana y anti-histórica. ¿Para qué las humanidades?
Por otro lado, tiempo atrás en América Latina se produjo un acontecimiento político que afectó de forma radical el origen y destino de las universidades: la Reforma de Córdoba. Una iniciativa política propiciada por los estudiantes universitarios, en Argentina, en el año de 1918. Su contenido era de carácter socialista y democrático. Así, nace las universidades republicanas y democráticas contra aquellas de origen conservador y eclesiásticas. El contenido programático y pedagógico se centró en una crítica contundente contra el imperialismo, el latifundio y la burguesía parasitaria.
De igual modo, le asignaron al Estado un papel esencial en la planificación de la vida material y cultural en las naciones. La democracia universitaria se convirtió en un baluarte contra los males del capitalismo en América Latina. La teoría dependentista, el enfoque teórico y práctico de los movimientos revolucionarios contra el capitalismo y el imperialismo: como solución, el socialismo.
Ello, se acentuó con la revolución cubana y el comunismo mundial. Así, partes significativas de los estudios humanísticos se orientaron hacia el ideal del socialismo y del comunismo. Ninguna nación y sus universidades escaparon al influjo de las ciencias sociales que propiciaron a la teoría de la dependencia. Basta revisar las políticas editoriales y las bibliotecas universitarias, cuyas estanterías contaron con el mayor grueso de la literatura subversiva y marxista. Las universidades nacionales se arrogaron el monopolio del marxismo, en manos de sus profesores y dirigentes estudiantiles para cautivar en las multitudes el ideal del comunismo.
Por supuesto, Venezuela y sus universidades nacionales no escaparon al influjo de la reforma de Córdoba y de la teoría dependentista que tanta incidencia política e intelectual tuvo en los estudios humanísticos. Y sobre todo en los enfoques historiográficos sobre la historia de Venezuela. Las ciencias sociales en función del dependentismo. Una crítica histórica contra el capitalismo, el liberalismo, el individualismo y el libre mercado. Los estudios humanísticos desde la perspectiva marxista contra el mercado. De igual modo, la historiografía oficial construyó un relato histórico sobre la historia política de los presidentes de Venezuela bajo el influjo intelectual de la obra de Bolívar.
Lo que se quiere resaltar es que los estudios de las ciencias sociales que se produjeron a lo largo del siglo pasado, sentaron las bases de un nacionalismo petrolero de origen antimperialista y anticapitalista. Las humanidades como parte de ese espíritu contra el capitalismo, cuyos resultados concretó un peso gigante del estatismo en la vida material y cultural de la nación hasta alcanzar la bancarrota total en las primeras décadas del tercer milenio. En fin, las humanidades peligran ante la expansión de un proceso post-civilizatorio que se le ha denominado post-humanismo. ¿ Qué hacer?
Renovar con espíritu crítico el fascinante y cautivante mundo griego y romano, civilizaciones que cultivaron la belleza y la grandeza de la libertad y la dignidad de hombre contra toda forma de tiranía que pretendían esclavizar su cuerpo y su ánima. Asímismo, la importancia histórica del cristianismo que enaltece la dignidad humana contra toda tipo de opresión material y espiritual. De igual manera, todo lo que significa y ha significado para el hombre, el renacimiento, la ilustración y el enciclopedismo en aras de su libertad contra el despotismo, que quiere ver en el mortal un instrumento sin alma y sin lenguaje.
Recuperar el auténtico espíritu humanista que erija en el hombre la fortaleza, el coraje y la dignidad de ser libre contra toda forma de poder de contenido celestial y terrenal, de cualquier naturaleza, para convertirlo, en siervo y sumiso esclavo, desde el despotismo asiático hasta las formas de dominación virtual y digital que busca la plataforma política del reseteo global. No.
Cada ser humano tiene el derecho de dirigir su destino vital, sin estar sometido a ningún poder, cualquier sea su esencia, con responsabilidad de sus acciones y sus consecuencias, para bien o para mal. Ese es su destino: ser libre para dirigir su vida en el marco de una sociedad que le garantice la posibilidad de superarse, enriquecerse material y culturalmente sin ningún tipo de opresión. Sí.
Solo el capitalismo, el libre mercado, la democracia, la libertad, el liberalismo y el federalismo, el camino histórico. Una sociedad con tales notas, expresa en última instancia, la esencia del humanismo. Adiós a esas creencias históricas de origen edénico bucólico, telúrico, digital y virtual, que intentan con las más modernas de las sofisticaciones de la tecnología computacional y genética modelar un tipo de ser humano, una fusión de lo biológico con lo físico, que trascenderá todo lo que él significó como especie y espíritu en el curso de la historia de la humanidad. El hombre androide, el nuevo ideal del post-humanismo que representa el estadio superior de una civilización donde todos lograrán la inmortalidad. El ideal de todo mortal.
En este nuevo contexto pos –civilizatorio no hay cabida para las humanidades. Esa dinámica post-civilizatoria fracasará, inexorablemente. Como disfrutaría Voltaire con sus cuentos, con sus comedias y novelas, ridiculizando y retratando con su bella ironía esta nueva barbarie de fabricar en los laboratorios, el célebre hombre post-humano, con los artificios. Es el capitalismo libertario, el auténtico espíritu del humanismo.
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