Elecciones en Estados Unidos: crisis y postverdad

Claudia Santiago

 

Hace un par de semanas, se dieron los comicios electorales en los Estados Unidos, para elegir al presidente número 46 en más de 200 años de ininterrumpida tradición republicana. La polémica de este evento electoral, recae en que el proceso, por vez primera en dos centurias, ha sido puesto en duda por una de las partes, Donald Trump, quien es el aspirante a la reelección como representante del partido Republicano, el cual, seguir los cómputos anunciados por la AP, ha perdido la contienda electoral con el candidato de la tolda Demócrata, Joe Biden. Hasta el momento, The Associated Press (AP), anuncia que Biden tiene a su favor 306 delegados, en contra de 232 de su par republicano. [1]

 

De acuerdo a los resultados de la AP, el panorama electoral americano, pareciera estar definido, por que la fórmula presidencial demócrata Biden-Harris, supera los 270 delegados que exige el sistema electoral estadounidense para logar con la elección. Sin embargo, debido a la polémica que ha desatado la aceptación de los resultados por el mandatario saliente, Donald Trump, nos encontramos ante una coyuntura inédita en la historia norteamericana. Este es un hecho que genera un debate, no solamente al mundo académico, sino a la opinión pública internacional.

 

Por tratarse de una situación que no tiene parangón en los más de dos siglos de la republica americana, de la misma que el filósofo francés, Alexis de Tocqueville, se maravilló en su obra “la democracia en América” [2]. Los estadounidenses, hasta el momento, se han constituido en el adalid de la defensa de la democracia y la libertad a nivel global, precisamente, porque el imperio de la ley y el sometimiento de los hombres al ordenamiento jurídico, signado por la separación de poderes y cada uno de los 50 Estados que conforman la Unión Americana, cuenten con legislaciones independientes (Federación). De esta fortaleza institucional, esa nación de inmigrantes, ha logrado posicionarse como un país cuyo emblema es la democracia y la libertad. De allí, que en el escenario actual, donde las dudas sobre los resultados de la elección, infundadas o no, ponen en tela juicio los pilares que han hecho a EEUU una gran nación. De esa fortaleza institucional, la separación de poderes y el imperio de la ley, dependerá que los resultados del proceso electoral del 2020, sean respetado y no se subvierta el orden imperante.

 

Cabe destacar, que la figura del magnate Donald Trump, desde que comenzó su carrera hacia la candidatura republicana en el 2015, y logró adjudicarse el triunfo en noviembre de 2016, no ha estado exenta de polémicas, por tratarse de lo que se denomina un outsider de la política, a pesar de ser un republicano, no tenía experiencia previa en las lidies de la política americana, a diferencia de su contendora demócrata: Hilary Clinton, quien había sido congresista y secretaria de Estado en la administración de Barack Obama.

 

En este sentido, Robin (2019) hace referencia, a que Trump, si bien es heredero de la tradición republicana, ha manifestado rasgos muy distintivos en su estilo de hacer política. Al tratarse de un presidente que fue elegido en plena efervescencia de las redes sociales y la tecnología digital, su ambivalente personalidad, ha resonado con fuerza en los principales medios de comunicación, así como en su momento, no se hicieron esperar las denuncias hechas en su contra, por haber manipulado la intención al voto de cierto segmento de la población estadounidense, con la ayuda de hacker rusos y en el escándalo que se vio involucrada la consultora británica: Cambridge Analytica.

 

Al respecto, Rosenberg et al (2019) hace alusión a la polémica en la que estuvo envuelta la primera elección presidencial de Donald Trump en el 2016, relacionado al escándalo que involucró a miembros de su equipo de campaña con la consultora británica. En este contexto, la firma dispuso de los datos de millones de usuarios de la red social Facebook, de la cual pudo cosntruir perfiles de potenciales votantes de Trump, para así poder inundar sus perfiles con noticias y rumores que debilitaban la imagen de Hilary Clinton. En medio de un ambiente cargado de información no verificada que en vez de informar lo que hacen es alejar a los usuarios de las redes sociales de la verdad. Hay que estar conscientes que se trata de un fenómeno nuevo, en el que no solamente se manipula con portales dudosos, sino se crean bots, capaces de hacer trending topics cualquier falacia. En este sentido, a quien le llega la información, no solamente es víctima de la falsedad o las fake new, el problema radica en que a veces es el grado de implicación es tal, que la persona es incapaz de distinguir la mentira de la verdad. Cabe destacar que los islamistas del Estado Islámico, recurren a estas estrategias digitales y la manipulación, para reclutar extremistas radicales por todo el mundo. A propósito, los autores recalcan lo siguiente:

 

«Así que la firma extrajo información privada de los perfiles de Facebook de más de 50 millones de usuarios sin su consentimiento, de acuerdo con exempleados, exasociados y documentos de Cambridge Analytica, lo cual dio como resultado una de las filtraciones más grandes de la historia de las redes sociales. La filtración permitió a la empresa explotar la actividad privada en redes sociales de un porcentaje enorme del electorado de Estados Unidos para desarrollar técnicas que apuntalaran su trabajo en la campaña de 2016 del presidente Donald Trump». [4]

 

Erin (2019) [5], hace alusión que Donald Trump, con su discurso aislacionista ya veces xenófobo, caló hondo en la intención electoral de ciertos sectores sociales de Estados Unidos. Sin embargo, ese espíritu aislacionista condensando en su consigna: “Make great American again”, estaba envuelto en un halo antiglobalizador, nacionalista, proteccionista y aislacionista. Muestra de ello, el escaso interés que su administración mostraba por la alianza atlántica (OTAN) y el mantenimiento de las históricas relaciones diplomáticas con sus pares europeos. Igualmente, el repliegue de las tropas estadounidenses de los países del Medio Oriente, la “guerra comercial con china”, su acercamiento a regímenes autocráticos como el de Putin y el de Corea del Norte, marcaron la ambigüedad y desdén de Trump hacia la unidad Europa- EEUU y el multilateralismo. En esencia, no por ende, Angela Merkel y Emmanuel Macron, no hicieron esperar su felicitación a los recién electos Joe Biden y Kamala Harris.

 

Sin embargo, la campaña para elegir al presidente de Estados Unidos, estuvo envuelta en la polémica. Por una parte, al ser este país el más afectado por los contagios y las muertes producto de la COVID-19 y el mal manejo que le ha dado el presidente Donald Trump a la misma, y la ola de protestas antisistema como las del movimiento “Black Lives Matter”, han enrarecido el ambiente electoral. Sin duda, los votantes estadounidenses tomaron en consideración estas variables al momento de efectuar su elección. En un momento sui generis, donde las elecciones tuvieron que hacerse en algunos estados por correo, para evitar los contagios. Así como el proceso ha sido atípico, igualmente lo fue la actitud de Donald Trump con respecto al triunfo de Biden y su fórmula. Hecho que en sí mismo muestra la gravedad de que el propio presidente no crea en las instituciones, lo cual se debela en sus insistentes denuncias a través de las redes sociales y los abogados que le asesoran. Incluso., Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, llegó inferir que el gobierno de Venezuela, ha estado vinculado en un supuesto fraude electoral en los Estados Unidos. Un hecho sin precedentes que pone por vez primera en tela de juicio, la veracidad de un proceso electoral tan complejo como el estadunidense. En este orden de ideas, es normal que el mundo esté pendiente de las elecciones norteamericanas, ya que no es poca cosa el destino de la nación más poderosa del orbe.

 

Sin ánimo de fijar posición sobre el torbellino electoral que ha suscitado la elección presidencial estadounidense, hay que tomar en consideración que es un proceso complejo, donde cada estado tiene sus propias leyes electorales y los cómputos no se totalizan como se hace en la mayoría de naciones latinoamericanas. Por tanto, cuando se comienza a estudiar este proceso, se ha de tomar en cuenta el contexto y el número de colegios electorales que se eligen por cada Estado. Igualmente hay que resaltar que cuando se busca información en las redes sociales, siempre hay que fijarse en la fuente y la  veracidad de la misma. En los tiempos de la posverdad, existen laboratorios de desinformación, perfiles falsos (bot) e información  no verificada. En Estados Unidos, es tradición que la Asociación de Prensa, es la que anuncia los resultados electorales. Hasta la fecha, en los próximos cuatro años habrá un gobierno demócrata en la Casa Blanca. No obstante, en una elección llena de ambigüedades y donde una de las partes no admite su derrota, la última palabra no está dicha aun. En este caso, la fortaleza de las instituciones americanas hará valer el peso de su larga tradición democrática.

 

Referencias

[1] The Associated Press (20 de noviembre de 2020). Resultados de las elecciones de 2020 en EEUU. Recuperado en: https://www.ap.org/media-center/understanding-the-election.

[2]De Toqueville, A. (2007). La democracia en América. (Raimundo Viejo Viñas, trad.). Barcelona, España: Akal.

[3]Robin, C. (2017). La mente reaccionaria. (Daniel Gascón, trad.). Barcelona, España: Capitán swing

[4]Rosemberg, M.et al (20 de marzo de 2018). La empresa que explotó millones de datos de usuarios de Facebook. The New York Time. Recuperado en: https://www.nytimes.com/es/2018/03/20/espanol/cambridge-analytica-facebook.html.

[5] Erin, B. (2019) El papel del aislacionismo en la política exterior y migratoria de Estados Unidos. Recuperado en: https://fundacionfaes.org/file_upload/news/pdfs/20190212135856.pdf.

Imagen: obra «Chaos  de Kuzma Petrov-Vodkin

1Comment
  • LauraB
    Posted at 20:04h, 22 noviembre

    Amiga gran articulo! Un abrazo