
11 Oct El año 1492 y la búsqueda de la identidad perdida: Consideraciones historiográficas en el jardín de los perfumes, el paraíso viviente, el hombre salvaje y revolucionario
Ramón Rivas Aguilar
Queda claro el significado que el escritor y novelista venezolano Arturo Uslar Pietri, le atribuye a la carta que enviara Colón en su tercer viaje a los reyes católicos:
El documento más subversivo que ha existido nunca en la humanidad. Encuentra una sociedad de hombres desnudos como en el paraíso, sin bienes, sin armas, generosos, felices… no había que esperar la Parusía, ni el milenarismo para que la felicidad se hiciera en la tierra. Europa le debe a América, nada menos que todo el proceso del pensamiento revolucionario. Todo el fermento, toda la motivación que ha transformado la historia de Europa y del mundo en estos últimos tres siglos, todo eso tiene su punto de arranque allí. De modo que es Cristóbal Colón y su carta el primer documento y el más importante que abre todo este inmenso proceso intelectual y que pone en marcha esta inacabada crisis de la conciencia universal como consecuencia indudable del hecho del descubrimiento de América[1]
El descubrimiento de América por constituir un proceso histórico contradictorio, paradójico y complejo, sigue siendo un enigma para los historiadores. Se han tejido unas cuantas interpretaciones historiográficas para señalar las consecuencias que produjo ese acontecimiento de alcance universal. Para algunas escuelas del pensamiento historiográfico, el descubrimiento de América significó la destrucción del Edén. Y, para otras, la entrada de América al mundo moderno. Por ejemplo, los historiadores marxistas soviéticos consideran que el descubrimiento debe examinarse desde otra perspectiva con el propósito de resaltar los aspectos positivos y negativos y así determinar su verdadero significado histórico y su influjo en la historia universal.
Uno de ellos, I. Gvozdev, formuló un conjunto de interrogantes, que según sus consideraciones permitirían estudiar de una manera más objetiva ese acontecimiento universal:
¿Qué ocurrió en esa fecha? ¿Un descubrimiento? ¿El encuentro de dos mundos? ¿O un cruel enfrentamiento? Hay quienes dan al acontecimiento de hace quinientos años la denominación de la clausura de la América india. Los manifestantes en México exigían juzgar al gran navegante, llevar a Colón al paredón. Se ha difundido también un punto de vista equilibrado, según el cual se deben reconocer la significación del descubrimiento de América y sin olvidar los crímenes del colonialismo el positivo aporte que hicieran los españoles al desarrollo de los actuales pueblos latinoamericanos[2]
En esa misma dimensión, Ernesto Sábato, novelista y ensayista argentino, examinó el impacto del descubrimiento de América en la configuración de una nueva cultura en Hispanoamérica. Primero, parte de la idea que los procesos históricos no son puros e impolutos. Por tanto, no tiene sentido la supuesta búsqueda de una identidad que nos permita diferenciarnos radicalmente de otras culturas, esto porque:
La historia es siempre sucia, intrincada e infinitamente mezclada. Pero es que nada de lo que tiene que ver con el hombre es puro, porque el hombre no pertenece al orbe platónico, único en el que se pueda aplicar el epíteto de puro. Ni los olímpicos dioses helénicos, que hoy nos aparecen como arquetipos de la identidad griega, eran impolutos, pues estaba contaminados de antigua deidades egipcias y asiáticas. Aceptemos pues, la realidad humana como realmente es, y no nos empeñemos en bizantinas disputas sobre una absoluta identidad que no ha existido jamás[3]
Y segundo, señala la necia idea de una supuesta búsqueda de una edad de oro que liquidó el descubrimiento de América:
En relación al descubrimiento y la conquista de estos territorios, los que defienden a ultranza los pueblos, avasallados suelen hablar de la necesidad de recobrar nuestra identidad americana. Pero, ¿cuál? La de los aztecas, mayas y quechuas, para no hablar sino de las principales culturas. ¿Qué serían entonces de los descendientes de europeos y negros? En estos siglos de dominación, las razas indígenas, europeas y negras se han fundido en una sustancia infinitamente compleja, con extrañas y permanentes reverberaciones de unas u otras. ¿Qué identidad, pues, es la que habría que reivindicar? Si retrocedemos en el tiempo, y en cualquier parte del planeta, no sabríamos donde detenernos en la búsqueda de esa ilusoria identidad. Pensemos en los propios españoles ¿Sería las de los reinos visigóticos? ¿O lo que podría hallarse bajo la dominación romana? Habría que terminar pensando en los íberos, misteriosos pueblos de los que poco o nada sabemos, pero que en todo caso invalidarían automáticamente el derecho a la identidad española a todos los hombres que nacieron y crecieron bajo las dominaciones anteriores. Lo mismo sucedería analizando las diferentes regiones europeas, en Francia, en Italia, en Grecia, invalidadas y sojuzgadas una y otra vez[4]
Como podemos observar, el problema resulta complejo. De lo que se trata, en definitiva, es el de evaluar en su justa dimensión histórica lo que representó el descubrimiento de América para el mundo moderno.
No se trata de negar los horrores del mismo sino también el de resaltar su legado que sigue transformando la vida cultural y material de nuestras naciones.
El cristianismo, la utopía, la lengua castellana, el estatismo y el espíritu de justicia fueron los símbolos más importantes que determinaron el curso de la historia de América Latina. “El Quijote” de Miguel de Cervantes, es el signo más representativo de la presencia espiritual y literaria de España en nuestra América. Esta novela universal y la lengua hispana están modificando la vida intelectual del más grande imperio de la historia de la humanidad: Estados Unidos.
La lengua española ya es un proceso irreversible en la dinámica política, histórica y cultural de los norteamericanos. ¿Acaso la colonización y la conquista de América no comenzó por el verbo, la palabra y la lengua? ¿Será que la lengua española debilitará los cimientos espirituales y políticos de ese gran imperio? ¿Qué significa para los Estados Unidos la presencia de Cervantes? ¿No se estará transformando la estructura social y antropológica de los norteamericanos con el ingrediente hispano? ¿Para nuestra América y Venezuela que revela la incursión de la cultura asiática? ¿Cómo rastrear nuestra identidad con todos estos elementos políticos, económicos, sociales y culturales? ¿Comenzaremos acaso construir un discurso contra la dominación y colonización de Japón y la China en nuestra América?
En nuestro estado, la Mérida de Don Tulio y la de Amador no estará cambiando esa relación vital con la presencia de la gastronomía y la gente proveniente de Arabia, Japón y China. ¿Cómo buscar nuestra identidad perdida con toda esta complejidad mundial en el que se cruza y se intercambian la cultura y la vida humana? Cada vez que escucho la palabra identidad cultural recuerdo las atrocidades de las ideologías totalitarias.
Por lo que el tema de la identidad y la búsqueda de una América perdida es una tontería. Develemos en toda su complejidad lo que significó ese acontecimiento en América como historia en sus distintas vertientes materiales y culturales. Somos singulares y al mismo tiempo plurales. De nuevo: ¿cuál identidad venezolana?. Somos lo uno, lo diverso y lo otro.
Creemos en un mundo libre sin los atavismos históricos que tanto daño ha ocasionado a la historia de la humanidad: uno, de ellos, la eterna búsqueda de la edad de oro, el paraíso viviente, cuyas se raíces se encuentran en la célebre carta que enviara Cristóbal Colón a los reyes católico, en su tercer viaje, en el año de 1498.
Si. El grato perfume de un jardín, el jardín de los perfumes, que enloqueció a los más brillantes marxistas de la revolución, cuyo impacto político se evidenció con los horrores que provocó el comunismo a la humanidad, en el siglo pasado.
Por tanto, escuchar a un fanático hablar de una supuesta identidad cultural que desapareció con el descubrimiento de América, es develar en su ánima ser un enemigo de la realidad. Es decir, recordar el sendero de la utopía, un jardín de los perfumes, para los nuevos tiempos históricos, para que la humanidad retorne a la supuesta imagen de la inocencia primitiva y salvaje, es de extrema peligrosidad y perversidad, por cuanto ese símbolo recoge en su seno el odio al género humano. Por lo que es vital, la destrucción del capitalismo responsable de la tragedia material y espiritual de la humanidad. Lo que no han comprendido los adoradores del jardín de los perfumes, es que el capitalismo es el mejor sistema económico, social y cultural que se haya producido en la historia universal. Sus enemigos, siempre con la nostalgia de las tribus, del colectivismo, del generismo, del ecologismo, del mesianismo y el fundamentalismo. En fin, la añoranza de la identidad perdida. Como diría el filósofo español Ortega y Gasset: que le vamos a ser.
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