Momentos estelares del proceso histórico venezolano: Emancipación (1810-1823), Guerra Federal (1859-1863) y Revolución Bolivariana (1998-2020)

Ramón Rivas Aguilar

A

Juan C. Falcón

Presidente Provisional de Gobierno (17-6-1863)

Estampó con su firma el documento histórico  más significativo del pensamiento político venezolano  que recoge  la esencia de los postulados de la República, del federalismo, del liberalismo, de la democracia, de los derechos naturales, de la libertad de empresa: Las bases  de una sociedad  libre y abierta para promover la riqueza material y cultural a partir de la Acción humana, de su espíritu,  de su empresarialidad, de su creatividad e innovación (Decreto de Garantías, del  18 de agosto de  1863)

 

Venezuela, tierra de gracia, vive la crisis histórica más significativa de su quehacer vital. Colapso, la  palabra que  expresa la magnitud de esa crisis: destrucción y barbarie. Solo  comparable y guardando la distancia histórica  con el proceso emancipador (1810-1823) y la Guerra Federal (1859-1863). Los  identifica un denominador común: devastación material y cultural. Un  poco de historia.

 

El imperio español (1498-1810)  con sus aciertos, limitaciones,  contradicciones y  paradojas,  echó los cimientos de la sociedad colonial. En el seno de la misma, nació el pensamiento y la praxis republicana, repuesta intelectual al esquema político y teológico de la monarquía, del absolutismo, del estatismo, del intervencionismo, del mercantilismo y del proteccionismo. Dos posturas ideológicas: republicanismo versus absolutismo; Libre comercio versus proteccionismo.

El resultado político de esas dos posturas, una guerra civil que dejó a la Provincia de Venezuela en un estado de ruina total. Se impuso una forma de ejercer el poder de origen personalista que se proyectó a lo largo del siglo XIX y los primeros 45 años del siglo pasado. De igual modo, la Guerra Federal dejó una estela  de destrucción económica y social.  No obstante, a pesar de tales circunstancias desfavorables para la nación, quedó en su espíritu  como legado cultural  el ideal republicano, liberal, federalista, civilista y democrático. El ideal republicano se recuperó con entusiasmo con  el estallido de la Revolución de Octubre (1945-1948). En ese corto periodo histórico, los venezolanos asumieron su destino vital a través del voto mediante la  conquista de la soberanía  popular.  Sin embargo, el experimento democrático que se inició con el 18 de octubre  de 1945, tuvo una breve pausa de diez años de dictadura militar. No obstante, se impuso el republicanismo y el civilismo con el surgimiento del 23 de enero de 1958 y su fortalecimiento y su consolidación hasta el año de 1998, cuando una casta de militares y civiles, una gama de políticos de la vieja izquierda marxista y bolivariana, conquistó  el  poder por vía electoral con el fin de demoler la república  e instaurar una sociedad colectivista y comunal. En efecto, la república  fue destruida. El  supuesto socialismo bolivariano del siglo XXI se desvaneció con el tiempo. Ni república, ni buen salvaje, ni buen revolucionario, ni  hombre nuevo ni el perfume ni la melodía que se deriva del mar de la felicidad. Sobrevive una estructura  poder personalista, militarista y totalitarista. Asimismo, una poderosa conciencia civilista que demostró su fortaleza histórica el  23 de enero del 2019. La historia revela destrucción y ceniza. Al mismo tiempo, de las cenizas emerge  misteriosamente el resplandor. Hoy, la Provincia de Venezuela, en total bancarrota material y cultural. El Estado y la renta petrolera  y su modelo de capitalismo rentístico y comunal, respectivamente, en el ocaso.

Sin embargo, emerge de forma espontánea una sociedad de comerciantes que  revela la génesis  y la proyección de una genuina revolución capitalista en el  espíritu de millones de venezolanos. La acción humana, una fuerza empresarial, creativa e innovadora picotea el ánima de hombres y mujeres a lo largo y ancho de la geografía nacional. Es decir, total desconfianza  en torno a la cultura del subsidio, alimentada por el gran patrono, el Estado minotauro.

 

Por vez primera en la historia material  de la provincia de Venezuela   se despliega un orden espontaneo, un proceso  de mercado que revolucionará la vida económica, social y cultural de los pueblos y naciones de Hispanoamérica con repercusiones de importancia  en el mundo global.

 

En perspectiva histórica, republicanismo, federalismo, liberalismo, civilismo, democratismo, colectivismo, socialismo y del comunismo los signos culturales que delinearon la vida material y espiritual  de la provincia de Venezuela a lo largo  de su proceso histórico. Hoy, en total bancarrota, en la Provincia de Venezuela surge una sociedad de comerciantes  que vislumbra la nueva forma de ejercer la economía, la política y la cultura desde una  dimensión  liberal, con impactos significativos en el escenario latinoamericano y global. Sí. En la mentalidad y la praxis social de los venezolanos se percibe de forma indeterminada e imprecisa una imagen de su potencial empresarial, creativa e innovadora que está marcando y marcará el nuevo modelo político y económico de la Venezuela del futuro que está germinando desde el presente.

 

Por tanto,  las nuevas y viejas generaciones, que están  imbuidas de espíritu republicano y civilista, tienen la responsabilidad política   de expresar de forma coherente  y sistemática  esa Venezuela vital   que  germina de forma espontánea a lo largo y ancho de la geografía nacional: la Venezuela liberal  nada que  ver con un pasado  estatista, rentista, intervencionista, colectivista y comunal.

 

Por supuesto, es fundamental la ayuda humanitaria y  una política  macroeconómica  para la estabilización  de la economía del país, en el marco de un gobierno de transición,  que conduzca a la nación hacia la recuperación del republicanismo y del civilismo. De igual modo, las reformas estructurales  que, expresen de forma clara y sencilla los deseos y las expectativas de la  Venezuela, que  añora con pasión la libertad  que le permitirá  asumir su destino vital en una sociedad libre  sin  las creencias nefastas y perversas  que tanto daño material y espiritual ha ocasionado a los venezolanos: el  estatismo, el intervencionismo, el nacionalismo, el rentismo, el paternalismo, el capitalismo rentístico compinche, amiguismo y corporativismo.

 

Vivir en una sociedad libre donde cada uno tenga la opción  de enriquecerse material y espiritualmente  acorde con su vocación y preferencia. Los valores del trabajo,  de la competencia, de la cooperación, de la responsabilidad, de la honestidad, del respeto, de la tolerancia, de la solidaridad, de la generosidad, de la piedad, de la empresarialidad, de la creatividad, de la innovación,  en el marco de la división del trabajo, del intercambio y la transacción voluntaria y pacífica, cuyo ingrediente vital  descansa  en la confianza y  la ética. En ese ámbito,  el Estado  liberal asumirá una conducta defensiva para proteger los derechos naturales del hombre. Asimismo, una conducta austera y moderada   de  política fiscal y de gasto. Es decir, nada de clientelismo empresarial y paternalista. Presupuesto equilibrado con criterio de racionalidad, mesura  y sentido común. Nada de negocios y empresas del Estado.

 

Para ello, se requiere la configuración de una carta magna, no más de  diez páginas,  que establezca los mandatos institucionales en defensa de la república, del federalismo, de los derechos naturales del  hombre,  del libre mercado y del libre comercio con todas las naciones.

 

De lo que se trata, en definitiva, es eliminar el Estado Minotauro por otro más sencillo el liberal para que el venezolano pueda vivir tranquilo y seguro  con el  deseo natural de generar riqueza material y cultural, en el ámbito del libre mercado, sin ese tejido engorroso y monstruoso  del estatismo y toda esa red de intereses políticos, económicos, empresariales, de amiguismo y de compinche, como resultado de la corrupción y la inmoralidad. De eso se trata.

 

Se trata de que se  elimine, en definitiva, “la nostalgia del rebaño” y la necesidad  del encuentro vital  con la belleza y la grandeza intelectual y espiritual  del liberalismo como el norte de nuestro destino vital como lo asumieron los pueblos de la cultura occidental en su historia.

 

Y, como lo expresara  con  elegancia  filosófica el pensador de Don José Ortega y Gasset: el liberalismo, antes que una cuestión  de más o menos en política,  es una idea radical de la vida: es creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su individual  e intransferible  destino”( Madrid, agosto, 1930).

 

Referencias

Imagen: obra «Clio, Muse of History » de Giovanni Baglione

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