Shoá, memoria e historia: mucho por hacer

Jo-ann Peña Angulo

 

Que privilegio haber nacido, existir y recordar lo vivido

Klara Ostfeld

 

La Shoá es la palabra judía que hace referencia al asesinato sistemático de los judíos por parte de los nazis. Se usó por primera vez en 1940 en Jerusalén, para hacer referencia al exterminio de los judíos europeos, en un folleto denominado «Shoat Iehudéi Polin» (La Shoá de los judíos de Polonia). En dicha publicación se incluía testimonios sobre la persecución de los judíos en Europa desde inicios de la Segunda Guerra Mundial.  Dicho término significa destrucción a diferencia de la palabra Holocausto -ὁλόκαυστον-  traducción griega para la palabra hebrea «olá», que derivada de la Biblia señala el tipo de sacrificio a Dios, consumido totalmente por el fuego.

 

Este es el contexto histórico que enmarca la obra de Klara Ostfeld, a partir de la experiencia y los relatos de otros, que como ella y su esposo Hillo Ostfeld, vivieron la persecución nazi. En esta ocasión, fue su obra “La Mujer del Espejo”, del año 2002, tema central del Seminario titulado “La Mujer del Espejo: El papel de la biografía y el testimonio en la escritura de la historia”, realizado el 3 de abril del 2019, en la Cátedra Simón Bolívar, de la Universidad de Los Andes, Venezuela.

 

Klara Ostfeld, nos devela su experiencia en esta obra compuesta por un exordio a cargo de Gustavo Arnstein, dieciocho capítulos breves y dos epílogos, el primero a cargo de su querida hija Trudy Ostfled de Bendayán y el segundo por Bernardo Kliksberg. Desde «Las máscaras» en donde recuerda las bombas lanzadas por los aviones nazis Messerschmit que hacían temblar  su cálido hogar hasta «El Paraíso Perdido», que relata las travesuras de la niñez de su esposo Hillo Ostfeld  en Cernauti y el posterior viaje, ya de adultos a esa misma tierra, Klara Ostfeld nos recuerda el valor del espíritu humano.

 

Entre categorías y conceptos primordiales para la formación del historiador, definidas en este caso por la relación entre testimonio, memoria histórica y biografía, estudiamos a través del relato de Klara Ostfeld la historia de la Shoá, sus lugares, sus memorias y el no olvido. Es así la palabra escrita, valor primordial del devenir histórico universal.

 

A similitud de Herodoto, el llamado “padre de la historia”, autor de los Nueves Libros de la Historia, Klara Ostfeld, resalta su mirada como testigo ocular, dejando al descubierto las heridas de Shoá, pero también un tejido en donde se enlazan recuerdos, vivencias y culturas. Europa, Cernauti, Rumanía, Israel, Caracas, Venezuela, América, enlazan sus testimonios del miedo y del horror en tránsito a una vida nueva.

 

De esta forma, el seminario tenía dos objetivos concretos, expresados en las interrogantes enunciadas a los alumnos, futuros historiadores: a) ¿Cuál es el legado de la biografía, en este caso de la obra señalada de Klara Ostfled, para la historiografía? b) ¿Cuál ha sido el tratamiento de la Shoá en sus estudios universitarios?

 

A la primera pregunta, los alumnos no tuvieron ninguna duda sobre el importantísimo papel y aporte de los sobrevivientes de la Shoá para el estudio de la historia. De hecho, muchos de ellos visiblemente conmovidos, expresaron que nunca se habían sentido tan cercana la experiencia del exterminio judío. En este contexto, las respuestas a la segunda interrogante delataron, en un escenario reflexivo y crítico, el desconocimiento, pobre y nulo tratamiento de la Shoá en los estudios universitarios. En el debate se hizo evidente que se prefiere dar atención a los perpetradores del hecho incluso leyendo sus memorias para “conocer qué pensaban”, que estudiar y conocer el testimonio de los sobrevivientes y en el caso venezolano, su aporte al progreso y modernización del país.

 

Ahora bien, ante esta situación les pregunté a los estudiantes ¿por qué no se estudia el proceso de exterminio de los judíos en la II Guerra Mundial? ¿Por qué se estudia la II Guerra Mundial pero no se habla sobre la Shoá?

 

Entre muchas respuestas y confesiones, muchas de la cuales dejaban ver un velado negacionismo, un alumno trajo a colación, el episodio descrito por Klara Ostfeld, en ocasión de su viaje a Rumania en 1992, para presentar su obra magna “Luz y sombra de mi vida”, traducida del español al rumano. Nos cuenta Klara Ostfeld que cuando autografiaba dicho libro, se le acercaron varios estudiantes universitarios que tímidamente le hacían preguntas sobre la Shoá, “un tema que según comprobé con ellos era totalmente desconocido. Así llegué a saber que los libros de historia de Rumania no mencionan el Holocausto. ¡Qué premeditada omisión histórica! Asimismo, con mayor razón, rendí testimonio de lo ocurrido, en nombre de aquellos cuya voz había sido silenciada” [1]

 

Esto deja claro, que ayer como hoy, la Shoá tiene y tendrá detractores y negadores, incluso en los espacios universitarios. Ahora bien, este hecho es reiterativo en muchas partes del mundo, circunstancia que nos debe invitar a reflexionar sobre nuestro papel como historiadores. De allí, que sea fundamental comprender el papel del testimonio y la función de la biografía en la investigación histórica, especialmente en tiempos donde el antisemitismo parece tomar nuevos aires. Educar para no olvidar amerita del compromiso ético de enseñar los errores cometidos.  Enhorabuena por todos los escritos de los sobrevivientes de la Shoá, pues no solo constituyen un ejemplo de vida para los jóvenes sino un legado de incalculable valor para la memoria histórica universal.

 

Referencias

[1] Klara Ostfeld, La mujer del Espejo, p.84

Imagen: Obra «La lección de escritura», 1895, de Pierre Auguste Renoir

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.