
03 Nov El Joker y el reflejo del malestar social
Leonardo Osorio Bohórquez
El Joker es un personaje del mundo de los comics, uno de los enemigos principales de Batman. Pero a veces la ficción se utiliza para explicar una realidad compleja. De esa forma la nueva película del Joker protagonizada por Joaquín Phoenix da un enfoque distinto al clásico personaje.
Más que analizar la psicología del joker, se trata de entender desde una perspectiva sociológica y política, una película que refleja un profundo malestar en la población actual. Se vuelve una crítica a la sociedad moderna, donde supuestamente no se les brinda atención a los desasistidos ni se tolera a quienes sufren enfermedades mentales como el caso del protagonista.
Sin embargo, se puede caer en un juego peligroso, la película trata de explicar cómo las circunstancias sociales pueden desencadenar la exacerbación de los trastornos mentales al punto de justificar el ascenso de un psicópata. Tal vez todos los grandes genocidas o asesinos de la historia han sufrido de abusos en su niñez, han sido víctimas del resentimiento a partir de algún tipo de discriminación, o han experimentado sentimientos de frustración por la no realización de sus más profundos anhelos.
Vemos el caso de Hitler que no pudo entrar a la escuela de arte y supuestamente sufrió abusos en su niñez. La pregunta real es ¿hasta qué punto la sociedad tiene responsabilidad de que psicópatas con profundos resentimientos y trastornos psicológicos logren convertirse en líderes?
En la película del Joker por ejemplo, primero se muestra todas las vejaciones, discriminaciones y maltratos soportados por el personaje. Se llega incluso a sentir empatía y solidaridad por su sufrimiento. Cuando finalmente es atacado en el metro y se defiende disparando a los tres trabajadores de Wall Street, es posible justificar esas acciones ante un mundo violento.
Tal vez una crítica implícita a la “explotación” o “abusos” que supuestamente cometen a diario los sectores financieros y afectan al ciudadano común desprotegido completamente. El Joker se convierte así en un vengador ante todos los que le causaron sufrimiento en algún punto de su vida, incluida su propia madre por permitir los abusos en su niñez.
Después de cada muerte el personaje del Joker realizaba una especie de baile o danza de la victoria, era una forma de celebración por finalmente defenderse y asesinar a sus opresores. Con cada homicidio ganaba poder y fuerza para continuar su tránsito definitivo como villano ante una sociedad que vive una distopía.
A tal punto llega el descontento ciudadano, que en la película se convoca una protesta donde todos se visten de payasos con el fin de emular al asesino aún desconocido del metro. Termina siendo una marcha anti sistema, no con claros propósitos establecidos, sino simplemente para expresar su descontento con una sociedad desigual.
Es el anhelo social de un justiciero, de alguien que por fin tome la justicia en sus manos, solo que en este caso, no se trata de combatir criminales para salvar al ciudadano común, sino simplemente se busca venganza ante los ultrajes sufridos. De esa forma el Joker no pretende construir un mundo mejor, sino crear un caos sin llegar a distinguir entre inocentes y culpables.
Cuando finalmente sale en televisión se presenta al mundo reconociendo sus crímenes, justificando sus acciones ante una sociedad de la cual solo ha recibido humillaciones. El mismo presentador del programa televisivo es asesinado a sangre fría por el Joker. A partir de allí nace el símbolo definitivo del revanchismo representado por el personaje.
A tal punto llega el odio social, que el personaje de Thomas Wayne, el papá del futuro Batman, es el reflejo de la clase opulenta que no se preocupa por los desasistidos, y es asesinado por un delincuente común quien cobra venganza en nombre de los supuestos desamparados.
La película es clara al reflejar de una manera cruda un profundo malestar latente, justificado en algunos casos y en otros no, pero que indudablemente conduce a un caos. Los líderes son un reflejo de sus seguidores. Una sociedad sana y sin complejos de víctima o resentimiento condenaría sin cortapisas a asesinos como el joker, pero en su lugar los alaban, buscan emularlos y los convierten en símbolos de la resistencia contra la opresión del sistema.
Al final de la película se observa una ciudad envuelta en llamas debido a las protestas, es el resultado natural de exacerbar los odios donde las personas se dejan llevar por sus más bajos instintos. Cuando la sociedad se identifica con los villanos hay un serio problema a resolver.
Las sociedades están llenas de gente frustrada ante la no realización de sus sueños, que culpan a la colectividad en general de todas sus tristezas, y son los más vulnerables a caer presos de un líder que promete en algunos casos una redención social, cambiar el mundo, o simplemente la revancha contra los opresores.
En la actualidad predominan cada vez más los discursos del resentimiento, en el que se explota el complejo de víctima de muchas personas, y se crean enemigos en todas partes: empresarios, clases altas, o el “neoliberalismo”, es lógico que en esos escenarios asciendan líderes con claras pretensiones totalitarias.
Es realmente muy sencillo identificar a este tipo de líderes, pero tienen la capacidad de obnubilar el juicio de las masas, fácilmente manipulables en sus emociones pero limitados para razonar y ver los peligros de seguir a ciertos adalides de la “justicia”. El mundo está lleno de personajes como el Joker, lo más preocupante es que también esté plagado de gente que se identifique con psicópatas de tal naturaleza.
Hay un trabajo muy importante por hacer, para desentrañar las causas de tanto malestar, evitar que la sociedad siga a líderes con marcadas tendencias psicopáticas y evitar que el mundo se convierta en una permanente guerra entre los diferentes sectores sociales que lo habitan.
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