
14 Jul EL G2 cubano: Un ejercicio de historia conceptual
Jo-ann Peña Angulo
Un interés básico a la hora de historiar un concepto es su perdurabilidad temporal, aspecto que permite indagar sobre su significado en los distintos contextos históricos. Reinhard Koselleck, historiador alemán, crítico férreo de la teoría braudeliana de la larga duración, apuntala el corpus teórico que desmonta la concepción estructuralista de la Escuela de los Annales sobre una especie de persistencia de los conceptos en el tiempo, al suponer que la larga duración de las estructuras no involucra las repeticiones ni la relación entre estas y las singularidades, expresadas en los eventos y acontecimientos.
Partiendo del movimiento de un concepto dentro de las dimensiones sincrónicas y diacrónicas, según los aportes de la Begriffsgeschichte de Koselleck, podemos observar sus despliegue, usos y significaciones dentro de la narrativa y discurso político venezolano. Tarea para la cual se hace menester distinguir entre concepto y palabra, pues tal como lo esgrime el historiador alemán, los conceptos son definidos por palabras, pero estas no suponen la manifestación de un concepto histórico o fundamental.
Ahora bien, tenemos por una parte el discurso político definido como aquel discurso responsable de la transmisión y divulgación de los principios teóricos y prácticos de una determinada ideología, que procura adeptos a la causa señalada. Por la otra, está el discurso sobre la política que según Giovanni Sartori contempla tres antecedentes fundamentales: La filosofía política, la ciencia o el conocimiento empírico sobre la política y el discurso común u ordinario de la política. Es decir, según lo señalado por el prestigioso investigador, el discurso sobre la política contiene diferentes niveles de complejidad teórica, retórica y fáctica. La pregunta es ¿Dónde situar los discursos del presidente encargado Juan Guaidó? a sabiendas que estos tienen un objetivo específico, absorber simpatizantes hacia el proceso de restitución de la democracia en Venezuela, sumida en la peor crisis institucional y humanitaria de su historia.
Tomando en cuenta que estos varían dependiendo del contexto en los que se expresan, solo me enfocaré en los dados por Guaidó en los espacios de la Operación Libertad, y dentro de ellos específicamente al que hizo en Mérida, el sábado 15 de junio de 2019 La narrativa de este discurso enfocada según sus propias palabras, en “la ratificación del cese de la usurpación” incluye la posibilidad de la cooperación internacional, la reiteración de la problemática nacional, la futura aprobación del TIAR así como la promesa de investigar y hacer justicia sobre los actos de corrupción de algunos miembros de su partido político, invocando a la “transparencia ante todo”. Agrega además pasajes como “para hacer una parrilla o un sancocho hay que hipotecar un riñón”[1], que evidencia el uso de un lenguaje coloquial y figurado nada apropiado.
Considerando que el discurso político se traduce en el uso del lenguaje común, al hablar de la retórica del presidente Guaidó, se puede hacer referencia a un discurso común u ordinario de la política. Con respecto a esto Sartori expresa: “El discurso común puede asumir muy sensibles tonalidades emotivas y hasta convertirse en un discurso ideológico-emotivo. En cuantos sujetos empeñados activamente en la lucha política, todos terminamos en argumentar de forma apasionada”[2]
Dentro de este ámbito incluyo en el presente ensayo el uso de una palabra que asociado a un concepto, el del G2, hace manifiesta la traslación al plano oficial de un tema usado como argumento popular ante las incertidumbres, los desvaríos y las inconsistencias del liderazgo encargado de combatir políticamente al chavismo. En unas ajustadas líneas históricas recordemos: el llamado G2, como parte del proyecto de inteligencia, vigilancia y contrainteligencia del régimen cubano, surge en los albores de 1959,con el nombre de Departamento de Información G2 MINFAR, sustituyendo nominalmente al Departamento de Información e Investigaciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (DIIFAR), posteriormente cambia su nombre en 1961 a Departamento de Seguridad del Estado (DSE)
¿Por qué el G2? Las palabras de Guaidó del 15 de junio de 2019: “No se dejen engañar por el G2 cubano (…) nosotros estamos bien acompañados por el pueblo de Venezuela y por el mundo”[3]. nos permiten hacer un ejercicio básico de historia conceptual. Observamos más allá de las técnicas y procedimientos del psicopoder del chavismo cómo el presidente encargado a partir del uso de la palabra G2 trae a colación los llamados conceptos fundamentales definidos por Koselleck como aquellos que se mantienen inalterables en el tiempo, cuya característica sustancial es traer consigo significaciones del pasado teniendo presente las expectativas de futuro.
De tal forma que teniendo presente la carga polisémica del “pasado” pero también del “futuro”del concepto en cuestión, no hay duda que el contenido del mismo, sirve como un antídoto y un mecanismo de alerta a las masas receptoras. ¿Quién en Venezuela no tiene al menos una referencia sobre el significado del G2? Es ese significado histórico conceptual vinculado al terror, a la vigilancia, al espionaje, al miedo, el que aprovecha la narrativa política venezolana. Así al convertirnos en “víctimas” ante el juego macabro del G2, se busca trasladar responsabilidades y culpas, hecho que al unísono alerta y subestima a la racionalidad ciudadana, aspectos que bien pueden analizarse por cierto, a partir de los actos del habla de Austin. Con el argumento del G2 puede verse no solo los distintos significados que adquiere dicha palabra sino sus diferentes denominaciones. En ambos niveles, el elemento temporal resulta imprescindible para historiar su despliegue dentro del discurso político o el discurso sobre la política.
Siendo la historia movimiento continuo, la realidad y las palabras se desplazan a diferentes ritmos, nos encontramos así con palabras que entran en desuso, conceptos que se pierden en el tiempo y pierden su vigencia. Descubrir este entramado que relaciona el devenir histórico con lo conceptualizable, es uno de los objetivos de la historia conceptual. Es requisito indispensable a tener en cuenta. Es en este deslizamiento histórico y semántico, en donde la palabra G2 se ha desplegado desde 1959 hasta la actualidad. Para este proceso se hace necesario la indagación discursiva que permita ver la evolución del concepto, su polisemia pero también su papel, de ser el caso, como concepto fundamental. El G2 puede producir temor pero también admiración, ambos significados están dentro de las posibilidades temporales.
En todo este proceso buscar la intencionalidad del discurso es un asunto obligatorio. Nos preguntamos entonces en esta aproximación ¿Cuál es la intención del discurso de Juan Guaidó al señalar al G2 en su alocución y responsabilizarlo de ciertas acciones? ¿Por qué darle cabida en su discurso? Dichas interrogantes surgen como una espontánea preocupación ante los desafios y retos a los que debe enfrentarse el liderazgo político opositor en Venezuela, cuyo cuidado de las formas discursivas y sus polifonias, es de necesaria atención. Con una palabra se une pero también se separa, se ama, se odia, se pierde la esperanza.
Referencias
Elízabeth Manjarrés
Posted at 12:57h, 14 julioExcelente ensayo.