Venezuela y Estados Unidos (2001-2010): Conociendo a los neoconservadores. Parte II

Jo-ann Peña Angulo

 

Siguiendo con el estudio de las relaciones Venezuela-Estados Unidos durante el período 2001-201o, como parte del trabajo de tesis de postgrado del año 2013, traemos en este artículo las primeras líneas expuesta allí sobre el neoconservadurismo.

 

Tal como lo definimos en dicha investigación así como en el artículo ya publicado por Ideas en Libertad http://ideasenlibertad.net/venezuela-y-estados-unidos- 2001-2010la-moral-el-regimen-politico-y-la-justicia-como-equidad/ bajo las premisas de la doctrina rawlsiana la justicia como equidad, uno de los objetivos era estudiar la concepción moral del neoconservadurismo y del chavismo-bolivarianismo, para intentar comprender las lógicas contradicciones y oposiciones políticas en las relaciones entre ambos países durante el período mencionado.

 

 

El neoconservadurismo es una doctrina política concebida por intelectuales de origen judío en los años 30 y 40 del siglo XX en las universidades estadounidenses, específicamente en el City College[1] de New York (CCNY), entre otras. El hecho de tener ya unos cuantos años viendo las transformaciones de la realidad política mundial, les ha permitido estar siempre activos en el debate político y aliarse a su vez con políticos de carrera, tanto del partido demócrata como del partido republicano estadounidense. Al respecto Francis Fukuyama, expresa:

 

La herencia más importante del grupo del CCNY fue un profundo anticomunismo y un desagrado casi equivalente hacia los liberales que simpatizaban con el comunismo sin ver los males que representaba. Comprender la génesis de este anticomunismo liberal es crucial para entender los orígenes del neoconservadurismo y la oposición a la ingeniería social utópica, que  es el hilo conductor más duradero del movimiento.[2]

 

No entraremos en detalles respecto a la compleja transición doctrinaria, del marxismo ortodoxo -unos trotskistas y otros stalinistas- hacia la Derecha estadounidense. No obstante, debemos tener presente, como afirma Fukuyama, que entre las causas de ese giro doctrinario están: los hallazgos del régimen de la U.R.S.S y el triunfo de Estado Unidos sobre el llamado imperio del mal en la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, “Fue el ejercicio de un poder estadounidense en apariencia ilimitado, pues, el que produjo lo que todos consideraron un desenlace perfectamente moral de la guerra”[3]

 

Esta circunstancia, sin duda, caracterizará al pensamiento neoconservador. No debe  extrañarnos entonces, que años más tarde, hayan aprobado y apoyado unánimemente las acciones del gobierno de George W. Bush. Al respecto, Irving Kristol expresivamente:

 

…declaró que un conservador es un liberal quien ha sido atacado por la realidad. Realidad venida con el 11 de septiembre del 2001. La destrucción del terrorismo islámico del Word Trade Center de New York fomentó el anhelo nacional de seguridad y un nuevo cambio hacia el conservadurismo. Una nueva generación de judíos neoconservadores se alinearon detrás de la Doctrina Bush [4].  (Trad. a.).

 

Dentro de este contexto, no debemos obviar del pensamiento neoconservador, su escepticismo a toda ideología y la influencia sobre ellos de los grupos judíos de New York.  Pero tampoco,  su posición con respecto a la Guerra de Vietnam (1964-1975), el surgimiento de la llamada contracultura y su pugna doctrinaria con la llamada Nueva Izquierda “New Left”, ideología que a pesar de ser anticomunista,  los tildaba de intervencionistas e imperialistas.

 

Kristol y los incipientes neoconservadores reconocían el legado de los judíos en las áreas del conocimiento y de la cultura estadounidense, especialmente luego de la Segunda Guerra Mundial, circunstancia en la que Kristol recordaba “…cosas que parecían imposibles se hicieron posibles”[5] aludiendo al Holocausto de Hitler que le costó la vida a 6 millones de judíos, a la creación de la ONU que les permitió vivir en paz y al  anti-semitismo, ese ilógico movimiento que ya estaba en retirada.

 

Efectivamente, los neoconservadores bajo el anticomunismo liberal apoyaron la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial pues según su percepción moral era bueno y justo apoyar a un país que luchaba contra el comunismo. Sin embargo, dicha actitud confrontó las políticas del gobierno estadounidense con la sociedad misma, especialmente influenciada por el rechazo a todo lo liberal por parte de la “New Left”.

 

Los neoconservadores detestaban particularmente los enfrentamientos que caracterizaban en parte los actos políticos de la nueva izquierda: las demostraciones violentas, la quema de cartas de enlistamiento,  y de la bandera de Estados Unidos, la ocupación de los campos universitarios y las bombas en edificios públicos, por parte de los extremistas.[6]

 

Bajo sus cánones doctrinarios lo concebían como un comportamiento antipatriota, malo  e inmoral.

 

La contracultura antiburguesa también era sumamente ofensiva para los neoconservadores, quienes  se alarmaba de sus expresiones –las drogas, la libertad sexual, la música rock, las religiones orientales-, las cuales se interpretaban como nihilista y faltas de respeto a las tradiciones occidentales.[7]

 

Sin embargo, Kristol compartió junto a Daniel Bell, ambos anticomunistas:

 

…un deseo para ayudar a los menos privilegiados y apoyar a aquellos que enfrentan la discriminación, pero ellos dudaban de las soluciones del gobierno. Ellos desearon mejores trabajos, educación, y viviendas para los afroamericanos, pero ellos no sentían que esto requería desordenes raciales o formulas nacionalistas negras para cambiar.[8] (Trad. a.)

 

En este sentido, resulta primordial hacer una retrospectiva de los años 60´s del legado intelectual de Irving Kristol, Daniel Patrick Moynihan[9], Daniel Bell y Norman Podhoretz, solamente por nombrar a algunos, antes de estudiar al neoconservadurismo vinculado directamente con la administración Bush, durante el 2001-2010.

 

Kristol, el principal mentor, fundador del neoconservadurismo y de la revista The Public Interest en 1965,  además de conocer la pobreza, simpatizaba con los ideales New Deal de Franklin Delano Roosevelt y de la Gran Sociedad (“Great Society”) de Lyndon Johnson, aunque luego compartirá con el economista Jude Wanniski, el término “supply-side economics” (economía de la oferta), que influyó tanto en la administración Reagan como en la administración Clinton. Según el mismo Wanniski, en su ensayo The Mundell-Laffer Hypothesis, publicado en The Public Interest en  1976: “La gente trabajó duramente cuando esto le permitió conservar más su dinero. Aunque menos ingresos puedan ser completados en el corto plazo, en el largo plazo proporciona una gran ventaja”[10] (Trad. a), pues las personas se sienten menos incomodas al pagar sus impuestos.

 

Es entonces en el ámbito de la economía de la oferta, “supply-side economics”, donde Wanniski toma la idea de Artur Laffer y Robert Mundell, titulándola en un artículo publicado en el Wall Street Journal como It´s time to Tax Cut ( Es tiempo para el recorte de impuestos)  De tal manera que para los neoconservadores, los años 80 (en palabras de Murray Friedman) se convierte en una especie de cruzada, cuyo objetivo no era otro que intentar institucionalizar moralmente las ventajas de dichos términos y conceptos como ejes del capitalismo. Kristol fue un defensor de dichas ideas, pues uno de los resultados del tax cut[11] sería “poner el estado de bienestar en una moderadamente apretada y tiesa chaqueta”[12]. Ahora bien, con respecto a la economía de la oferta, Kristol expresaba que todo consistía en poner dinero en las manos de las personas:

 

El crecimiento económico después de todo, no es un misterio como los agujeros negros en las galaxias lejanas. Esto es consecuencia de acciones determinantes de   humanos como nosotros …Esto es algo con lo que la humanidad ha estado íntimamente  alrededor de dos siglos, y si somos de cierta edad, esto es algo que nosotros personalmente hemos  testiguado y experimentado en nuestras vidas.[13]…(Trad. a.)

 

En otras palabras, este giro de Irving Kristol hacia una economía de la oferta que alienta la no intervención del Estado y por ende, opuesta al estado de bienestar,  manifiesta una posición totalmente contrapuesta al modelo tradicional keynesiano apoyado por el gobierno estadounidense.  Según los propios neoconservadores, había sido precisamente este modelo el causante del excesivo gasto público que sumía en crisis económica al Estado. De allí que apoyarán la privatización de los servicios públicos y el aumento de los impuestos. Al respecto, acotaremos las tres fundamentaciones básicas del modelo keynesiano:

 

a)La fundamentación teórica de la denominada “economía mixta”, que implica la coexistencia del mercado con la intervención pública, para corregir los problemas económicos; b) la explicación del comportamiento económico en función del que adopta la demanda, sea de manera espontánea o condicionada por la referida intervención pública;  c) el descubrimiento de la Macroeconomía, o cuerpo teórico capaz de ofrecer una explicación coherente y global del funcionamiento del sistema económico nacional, sobre la que apoyar las orientaciones que deba adoptar la citada intervención pública.[14]

 

En consecuencia esta traslación doctrinaria, supone el giro de de una concepción política-moral, no solo en la forma de concebir la economía sino al mismo accionar del Estado. Generalmente desde Venezuela y especialmente durante el chavismo-bolivarianismo, se ha tendido a establecer relaciones con los Estados Unidos, sin intentar comprender dicha circunstancia, sin ningún otra premisa que denominarlos capitalistas, imperialistas, entre otros. ¿Pero, que hay bajo dicha transformación doctrinaria? Podemos responder sin duda, que una valoración moral relacionada con lo bueno y lo justo del capitalismo, con lo bueno y lo justo del libre albedrio, del liberalismo plural[15] y de la libre competencia no solo de los mercados sino de los mismos individuos.

 

Kristol fue el primer ex­-marxista[16], en atribuirle un piso teórico comprehensivo al capitalismo, dice con acierto Murray Friedman. Es decir,  impregnó al capitalismo de una concepción filosófica solamente usada entre los neoconservadores: “el capitalismo debe ser vinculado con la moral y la responsabilidad social”[17] (Trad. a).

 

Es notable la  gran cantidad de escritos académicos en defensa del capitalismo y de la propiedad privada, publicados en Commentary[18], entre los cuales tenemos: “Capitalism, Socialism, and Democracy” (1978), en el que al capitalismo se vincula directamente con la democracia. Kristol  afirma:

 

Nunca en la historia humana se ha visto una sociedad de libertad política que no haya estado basada sobre el sistema de libre mercado  un sistema basado en la propiedad privada donde la actividad económica consiste en las transacciones comerciales consensuadas  entre adultos[19] (Trad. a).

 

Asimismo encontramos el trabajo conjunto de Michael Novak, Peter Berger y William Barrer denominado “The true moral strength of capitalism”. Por su parte, Nathan Glazer,  en  Partisan Review, sostiene la pertinencia de la propiedad privada en lugar de la pública, en el caso del mantenimiento de las viviendas o construcciones viejas.

 

Observamos entonces un complejísimo trabajo intelectual que busca darle una mirada más sincera y menos satanizada al capitalismo y todo lo que este implicaba. De hecho, al trabajo intelectual de Kristol se insertó dentro de la llamada nueva era del capitalismo. En ella, él definió al neoconservadurismo como “a new synthesis” entre las políticas económicas y sociales, que buscarán  redefinir el estado de bienestar bajo parámetros más modernos, sin detrimento del Estado y sin su protección paternalista,  “esto no debe sentirse como una presión u hostilidad al estado de bienestar, ni hace que este se acepte resignadamente como algo  malo”[20] (Trad. a) .En consecuencia:

 

El ingrediente fundamental que marca al neoconservadurismo es su enfoque realista y pragmático de los problemas.  Los neoconservadores fundaron y se opusieron con la forma del conservadurismo libertario que busca la libertad individual no controlada por el gobierno. Mientras cada vez había más dudas sobre las soluciones gubernamentales a los problemas, los neoconservadores no eran hostiles al gobierno en sí, particularmente a programas como la Seguridad Social. Ellos no vieron camino a la servidumbre, como Hayek predijo, en el estado de bienestar, en el  que ellos mismos  habían jugado no un pequeño papel en su creación [21] (Trad. a).

 

Este ímpetu de Kristol de atribuirle al capitalismo una mirada más humana, le permitió jugar un papel primordial en la administración Reagan y Bush respectivamente. Es racional entonces que esta valoración moral, impregne al régimen político de dichos gobiernos, y que influencia la conducta política interna y externa de los Estados Unidos.

 

De manera que el anticomunismo fomentado desde el Macarthismo, consolidó raíces especialmente dentro de lo liberales que luego se llamarán neoconservadores. Es importante resaltar que ambos son anticomunistas, pero los neoconservadores se distingue de los conservadores por no oponerse al Estado benefactor y de la nueva izquierda no sólo por su rechazo al progreso sino especialmente porque a sus ojos:

 

la noción alternativa de la “democracia participativa” de la nueva izquierda –un ideal de la participación política desde las bases- parecía inocente y la retórica revolucionaria derivada de ella era considerada como una causa posible de totalitarismo.[22]

 

Esta ajustada retrospectiva, nos permite ver que no puede comprenderse la política neoconservadora si obviamos el estudio de sus bases doctrinarias y culturales  más aún cuando su influencia política en contrapelo con la del gobierno venezolano durante (2001-2010), va más allá de los llamados lobbies, propios del aparato gubernamental estadounidense.

 

Ahora bien tomando en cuenta, que el chavismo-bolivarianismo y el neoconservadurismo son fenómenos históricos-políticos muy distintos, uno de carácter militarista y el otro de carácter civil, resulta oportuno referirnos a la concepción de lo bueno y lo justo en ambos, no sin antes aclarar las diferencias básicas entre doctrina e ideología, pues a pesar que suelen usarse bajo una relación de sinonimia, poseen cualidades distintivas.

 

 

Referencias

 

[1] Se incluye en este grupo a Daniel Bell, Irving Kristol, Seymour Martin Lipset, Irving Howe, Nathan Glazer y Daniel Patrick Moynihan.

[2]Francis Fukuyama, América en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neoconservadora, trad. G. Dols ( Barcelona, España: Ediciones B, 2007),28.

[3]Francis Fukuyama, América en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neoconservadora, trad. G. Dols ( Barcelona, España: Ediciones B, 2007), 30.

[4]“…declared that a conservative is a liberal who has been mugged by reality. Reality came on September 11, 2001. The Islamist terrorist ´destruction of New York´s World Trade Center encouraged a national yearning for security and new swing toward conservatism. A new generation of Jewish neocons has line up behind the Bush Doctrine”. Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 7.

[5]“…things were posible that seemed utterly imposible” Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 12.

[6]Avital H. Bloch, Política, pensamiento e historiografía en Estados Unidos contemporánea (México: Universidad de Colima, 2005),  45

[7] Avital H. Bloch, Política, pensamiento e historiografía en Estados Unidos contemporánea (México: Universidad de Colima, 2005),

[8] “…a desire to assist the underprivileged and to encourage those facing discrimination, but they were becoming doubtful of goverment-mandated solutions. They wanted better jobs, education, and housing for African-Americans, but they did not feel that this required racial disorder or black nationalist formulas for change.” Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 117.

[9] Fue asistente del presidente Nixon  en asuntos urbanos.

[10]“people worked harder when they allowed to keep more of their money. Although less revenue might be collected in the short run, the long run provided a greater advantage”. Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 182.

[11] Reagan inauguró el tax cut en enero y no vio sus efectos hasta octubre de 1982.

[12] “put  the welfare state in a moderately tight straight jacket”.  Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 183.

[13] “Economic growth, after all, is not a mystery like black holes in distant galaxies. It is a consequence of purposive action by human beings very much like ourselves…It is something that humanity has been intimately involved with for over two centuries now, and, if we are of a certain age, it is something we have personally witnessed and experienced in our lifetimes” Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 183.

[14]Antonio García y Salvador Pérez Moreno, Equidad y crecimiento en el pensamiento keynesiano (Málaga: Universidad de Málaga, s/f), 4.

[15] La llamada Nueva izquierda se oponía a dicho concepto. Al respecto profundizaremos en el capítulo III.

[16]Kristol se inserta así según Murray Friedman en la discusión moderna o post.marxista del capitalismo.

[17]“capitalism must be linked with moral and social responsibility”. Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 178.

[18]Junto a Partisan Review, fueron fundadas para los años 30 y 40.

[19]“Never in human history, has one see a society of political liberty that has not been based on a free market system a system based on prívate property, where normal economic activity consisted of commercial transactions between consenting adults”. Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 179.

[20]“it feels no lingering hostility to the welfare state, nor does it accept it resignedly, as a necessary evil”. Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 120.

[21]“The most fundamental ingredient marking neoconsevatism has been its realistic and pragmatic approach to problems. The neocons found themselves at odds with that form of conservative libertarianism that seeks individual freedom, unrestrained by  government. While increasingly doubtful of governmental solutions to problems, neocons were not hostile to government itself, particularly programs like Social Security. They saw no road to serfdom, as Hayek predicted, in the welfare state that themselves had played no small role in creating” Murray Friedman, The Neoconservative Revolution. Jewish Intellectuals and the Shapping of Public Policy (Cambridge University Press, Cambridge, 2005), 120.

[22]Avital H. Bloch: Política, Pensamiento e Historiografía en Estados Unidos contemporáneo( México: Universidad de Colima, 2005), 45.

 

Imagen:

Irving Kristol

https://jewishreviewofbooks.com/articles/128/irving-kristol-edmund-burke-and-the-rabbis/

 

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