Una mirada liberal sobre el transhumanismo

Anderson Riverol

 

Los intelectuales del socialismo hablan de un hombre nuevo como aspecto necesario para llevar adelante las exigencias altruistas que el sistema colectivista exige, sin embargo, los colectivistas solo crearon a un hombre cruel, dependiente del Estado, sin humanidad y con una conciencia indefensa que como parte de una masa indefinida de hombres, hace que no razonar sea un acto voluntario.

 

Años atrás, el liberal venezolano Carlos Rangel recuerda lo que para el Che Guevara eran las características de este hombre nuevo: El guerrillero y la guerrilla serían matriz no solo de la revolución, sino de una revolución por fin pura, por fin humana. El guerrillero debía ser como un santo de la revolución, superior a los demás hombres no sólo en valor personal, y conciencia revolucionaria, sino también en bondad y simpatía hacia los oprimidos[1]. En oposición a esto, la libertad y su manifestación política que involucra al hombre de carne y hueso, ve en la defensa de su principal propiedad, el cuerpo unido a su mente libre e independiente, la posibilidad de buscar su propia felicidad. Es allí en donde surge el capitalismo.

 

De esta forma, el hombre común evoluciona través del tiempo amparado en sus habilidades y no debido a golpes de suerte, iluminaciones sobrenaturales o entrega total al altruismo. Lo ha hecho gracias a la razón. La internacionalista Antonella Marty destaca ese proceso:

 

“Parece mentira, pero hace 250 años los seres humanos no conocían lo que era un medicamento, mientras que la única receta de las enfermedades eran las plegarias. En ese tiempo, los seres humanos no teníamos antibióticos o agua potable, y tampoco teníamos sistemas sanitarios o la electricidad tal como la conocemos. De este modo, la esperanza de vida en el mundo era muy corta, con suerte uno vivía hasta los 35 o 40 años, si acaso no lograba sobrepasar las adversidades del mundo pre-industrial y pre-capitalista. Las hambrunas, la mortalidad infantil y la muerte por enfermedades son perfectamente curables, todo eso era algo del día a día, algo normal algo común. Hoy morir de hambre, por desnutrición, morir por enfermedades que son perfectamente curables, son situaciones que suceden en los países que todavía siguen implementando políticas de corte intervencionista o socialista”[2]

 

Hoy gracias al capitalismo las amenazas para la vida del hombre se han reducido enormemente, ya que de la mano de la tecnología y la ciencia se han encontrado las soluciones y los mecanismos para mejorar la calidad de vida del hombre y preservarlo. Esta misma visión que se enfoca en el bien del ser humano y su superación, inspiran la propuesta del transhumanismo[3], el cual podemos relacionar directamente  con el el capitalismo tomando como referencia al filósofo de la Universidad del Sur de California y presidente del Extropy Institute, Max More, quien defiende el extropianismo[4] y sus principios[5], a saber:

 

Progreso Constante, Auto-Transformación, Optimismo Práctico, Tecnología Inteligente, Sociedad Abierta, Auto-Dirección y Pensamiento Racional.

 

Estos principios inspirados por la extropía y con mucho contenido liberal, brinda la posibilidad de aumentar el valor de la vida paralelo al adelanto sistemático de la tecnología, al adaptarla a la capacidad del hombre para el desarrollo de tareas que hoy parecen imposibles. Esto, sin dejar al lado una inspiración virtuosa o buena. El transhumanismo entonces no difuminaría la noción de vida sino que la potenciaría, reduciendo el sufrimiento, combatiendo enfermedades, dotando por ejemplo de mayores elementos a los soldados que combaten el terrorismo a lo que se le suma la posibilidad de ser un instrumento importante para la ecología, siendo este tema por cierto, un aspecto que preocupa a la opinión pública mundial.

 

La respuesta liberal al tema de la ecología es la ecología de mercado, la cual ha dado pasos importantes a favor de la protección del ambiente, como lo resalta el economista Pascal Salin:

 

“Solo la instauración del capitalismo, es decir de un régimen de derechos de propiedad, y la eliminación del colectivismo, permiten defender las especies amenazadas y el medio ambiente. Y lo que constata con las especies animales vale también, desde luego para las especies vegetales[6]

 

Pascal Salin hace referencia con esta cita a los elefantes africanos de Zimbabwe. Dichos animales al ser propiedad de estas comunidades[7] ha permitido resultados positivos para ambos  a diferencia de aquella, en la cual son parte del patrimonio público o propiedad del Estado. Ahora bien, si a la privatización de especies y bosques se le añade las posibilidades tecnológicas que ofrece el trashumanismo, a través de la inteligencia artificial por ejemplo, puede darse tal como lo publicó la revista Frontiere, la creación   de drones que cumplan la función de abejas para la polinización de grandes áreas de cultivo, y que estos drones estén dotados de cámaras, GPS e inteligencia artificial[8].

 

El transhumanismo sin duda puede ser la respuesta a la preservación de nuestro valor máximo, la vida, y eso implica que el mundo cambie profundamente tal como lo conocemos hoy, incluyendo -como lo acabamos de mencionar- la visión ecológica. En concordancia con los principios capitalistas y liberales podemos recordar lo que la filósofa objetivista Ayn Rand exponía sobre los conceptos de valor y vida y así relacionarlos con el transhumanismo:

 

Valor es aquello que nos lleva a actuar para obtenerlo y conservarlo. El concepto de “valor” no es un concepto primario presupone una respuesta a la pregunta ¿valor para quién o para qué? Presupone la existencia de una entidad capaz de actuar para alcanzar una meta, frente a una alternativa. Donde no hay alternativas no puede existir metas ni valores… La vida un proceso de acción auto-sostenida y auto-generada. Si un organismo fracasa en esta acción muere; sus elementos químicos perduran, pero su vida termina. Solo el concepto de vida hace posible el concepto de valor”[9].

 

Si el transhumanismo es la respuesta a la preservación de nuestra vida que es nuestro máximo valor, valdría la pena enfocar todos los recursos posibles para hacer realidad un futuro, en donde las soluciones a los problemas de hoy estén a nuestro alcance. Esto sin duda será posible solo en capitalismo por ser el único sistema perfectible de desarrollo y progreso del mundo, acompañado además de filosofías como el objetivismo o el extropianismo  que nutrirán la existencia del ser humano o en este caso del posthumano que a diferencia de la pretensiones colectivista del hombre nuevo, sería nuestro hombre común tecnológicamente poseedor de más herramientas para la vida.

 

Referencias

[1] Carlos Rangel,  Del buen salvaje al buen revolucionario, Editorial Criteria, pp. 152.

[2] Antonella Marty, Víctor Maldonado, Henkel García, Miguel Velarde, Anderson Riverol, Cinco Reflexiones sobre el libre comercio. Editorial Galipán, pp. 19-21.

[3] El Transhumanismo es un movimiento cultural e intelectual internacional que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual.

[4] El extropianismo es la filosofía transhumanista que se desprende de la extropía, y la extropía se define como la difusión de un sistema de inteligencia, información, orden, vitalidad y capacidad de perfeccionamiento.

[5] Tomado de Transhumanismo.org, disponible en: https://transhumanismo.org/old/articulos/Principios_Extropianos.htm

[6] Pascal Salin, Liberalismo, Unión Editorial, pp 416.

[7]Ibid, pp 414.

[8] Tomado de Frontiere Rivista di Geocultura, disponible en: http://www.frontiere.eu/conversion-ecologica-y-transhumanismo/

[9] Ayn Rand, La virtud del egoísmo,Unión Editorial, pp. 25-26.

Imagen: Obra «Idolo moderna» de Umberto Boccioni

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