
26 Abr Trascendencia del tiempo histórico. Una disertación en torno a Arturo Uslar Pietri.
Juan Peña Vielma[1]
Una de las primeras dificultades para la comprensión de una realidad temporal en particular, la constituye el desconocimiento o ignorancia de los antecedentes de la misma. Es allí donde la historia cumple su función primordial pues, a través del estudio del pasado, nos ilustra la trascendencia en el tiempo de un problema dado. Si prescindiéramos de la historia, estaríamos condenados a una inmediatez que pocos réditos rendiría, todo esfuerzo de análisis sería infructuoso y quedaríamos simplemente condenados a errar, no solo en la interpretación de las circunstancias actuales, sino en nuestro accionar consecuente y el tratamiento en aras de solventar una problemática determinada. Es ésta quizá una de las más graves faltas en las que se incurre al valorar la situación del país. Evidentemente, dicha falencia se puede encontrar mayormente en la retórica política y en la opinión publica general, por ejemplo, hoy en día se ha construido la idea de la Venezuela en la que “éramos felices y no lo sabíamos”, en comparación con la degradación a la que asistimos. Si bien puede que hayan fundadas razones para pensarlo, se construye un espectro falso que imposibilita percibir en su completitud el carácter estructural del colapso venezolano.
Debido al desconocimiento, o a la ignorancia premeditada, surge una valoración maniquea de los problemas históricos, y nada más pérfido para un país que incurrir en este tipo de evaluaciones de la realidad. Probablemente tal maniqueísmo sea una constante en la historia de Venezuela, tanto en el discurso político como en la historiografía, pues ya había sido avizorada a principios del siglo XX con el revisionismo histórico, del cual Mario Briceño Iragorry es uno de sus exponentes.[1] Aun bien entrado dicho siglo, a pesar de las advertencias de intelectuales y pensadores preclaros, se hacía evidente una inmediatez en la valoración de la realidad. En atención a ello, y en aras de evitar el mismo error fundamental en lo que atañe a nuestra comprensión de la Venezuela actual, en el presente artículo se intenta exponer, a través del pensamiento y la disertación del Dr. Arturo Uslar Pietri, la problemática existente y la urgencia de políticas correctivas para palear la situación en la década previa al arribo de Hugo Chávez al poder. Para ello, se hace uso de una entrevista realizada al intelectual por parte del periodista Marcel Granier en el año 1997.[2]
Traer a colación el debate realizado en dicha entrevista, tiene como objeto destacar el carácter estructural que origina nuestra crisis, al hacerlo, se busca evitar ser presa de ese sentimiento de remembranza de un pasado ideal, la añoranza de volver a él, como se ha manifestado en el sentir popular, ignorando que en ése mismo pasado que se anhela hoy, existía una crisis, ya estaban sentadas las bases de lo que sería el drama del socialismo del siglo XXI. Además, estas disertaciones nos sirven para establecer, de cara hacia el futuro, criterios y proposiciones más coherentes para abordar la terrible situación que deriva de la tragedia a la que hoy asistimos.
En dicha entrevista se diserta sobre lo que fue el gobierno de Isaías Medina Angarita y el derrocamiento posterior el 18 de octubre de 1945, al respecto, Uslar Pietri comienza por ponderar el período previo intentando desmitificar la visión histórica que ya se había establecido como dominante, tradicional, la cual valora a Juan Vicente Gómez como un terrible dictador y que:
Después de Gómez, de una manera inexplicable, mágica, empezó un proceso democrático en Venezuela que tuvo un proceso de transición más o menos afirmativo que fueron los períodos de López y de Medina y que luego estalló la gloriosa revolución de octubre y el país se enrumbó hacia la democracia, todo eso es mentira, todo eso es falso, toda esa historia hay que reescribirla.
Decía, exhortando a meditar más profundamente sobre el pasado, pues a su entender, y como muchos otros intelectuales lo hicieran, el proceso histórico venezolano no comenzaba desde una tabla rasa a la llegada de un partido u otro, sino que se fue configurando paulatinamente.
Dentro de aquel marco, el autor destaca los aportes de Eleazar López Contreras en la transición hacia la democracia en un país que a la muerte de Gómez se debatía entre los más radicales gomecistas y aquellos que exigían una revolución social, considerando que, en el espacio entre estas dos vertientes opuestas se sentó López contreras, quién comenzó a dar ciertas aperturas económicas y a conceder libertades políticas antes impensables. Posteriormente, Medina Angarita continúa esa labor, comienza por ejercer un gobierno que decididamente avanza hacia la configuración de un Estado plenamente democrático, adoptando una doctrina más liberal, legalizando partidos políticos como el Partido Comunista y sentando las bases legales para la explotación petrolera con la ley de hidrocarburos de 1943. Pero ocurrió lo inesperado, un pequeño partido que no contaba con más de 20.000 personas inscritas, en confabulación con una reducida élite militar, perpetra un golpe de Estado que, por desgracia a juicio del intelectual, logra tener éxito.
En lo sucesivo, la adopción de ciertos patrones políticos y económicos viciados, el clientelismo, las medidas populistas, el enriquecimiento de un Estado que se volvía cada vez más fuerte, fue degenerando las condiciones que engendraron un sistema que, aunado a un ingreso astronómico de dinero, devino en una corruptela sin parangón en su momento y en el socavamiento de un sistema que comenzaba a distar del ideal planteado para una democracia. Ante un panorama tan catastrófico, el entrevistador le realiza la pregunta al Dr. Uslar : «¿que posibilidades tiene el país de retomar ese camino democrático, de retomar esa sociedad más abierta, menos intervencionista, menos estatizante? ¿qué posibilidades hay?» Ante la inquietante pregunta, el Dr. Uslar Pietri responde exponiendo una realidad insoslayable que aun hoy, dada la hecatombe a la que asistimos, suele ignorarse. Y es que los desmanes de nuestro devenir de los últimos veinte años, condiciona el precario análisis que el común denominador de la población realiza hoy en día, condenándolo a la inmediatez en la comprensión. Y se ignora también a consecuencia de un desconocimiento profundo de nuestra historia, a la desmemoria de una nación que parece incauta.
Como evidencia de que el país arrastra una crisis del pasado, en ese entonces Uslar responde a Granier:
Muy pequeñas Marcel, muy pequeñas. Porque date cuenta de esto escuetamente y fuera de los países soviéticos que desaparecieron, los países socialistas de la Europa oriental que desaparecieron, en este momento el único país en que el estado tiene una intervención total es Venezuela, que no es un país comunista evidentemente, pero es un país estatizado hasta el fondo, todo en Venezuela está en manos del Estado, todas las entidades venezolanas están subvencionadas por el Estado, todas las grandes empresas son del Estado. Es el caso único en el mundo en que un Estado domina una sociedad, la pervierte, la cambia y la hace dependiente de él. Venezuela presenta esta paradoja casi única hoy en el mundo. En todos los países del mundo el estado vive de la nación, el Estado americano vive de la nación americana y el Estado inglés, el francés y el español y el que tu me escojas, y el colombiano. Venezuela probablemente es el único país en el mundo en que la nación vive del Estado y de la renta petrolera manejada en manos del Estado que la gasta a su saber y entender y que ha creado a un estado monstruoso que ha aplastado a la nación y ha producido este caso insólito Marcel: entre 1973, que es el año en que suben los precios del petróleo en la escala mundial, y 1900, que te diré, 97, 96, veinte y tantos años, por motivo de petróleo, de actividad petrolera a este pequeño país de 20 millones de habitantes, ingresaron doscientos setenta mil millones de dólares, doscientos setenta mil millones de dólares es una suma astronómica Marcel, es el equivalente mas o menos a 19 o 20 planes Marshal, con uno solo de los cuales se reconstruyó Europa y el balance que presentamos los venezolanos después de esa lluvia de recursos, es un país con las dos terceras partes de la población en pobreza crítica. ¿No es eso una cosa como para declarar que los hombres que gobernaron a Venezuela tienen una responsabilidad gigantesca de la cual no tienen manera de responder?
Era 1997, y nadie podía prever lo que sucedería, o, al menos, quienes lo temían, preferían no creerlo y pensar que aún había tiempo para rectificar. No obstante la situación descrita, ¿por qué perduraba el sistema? el Dr. Uslar Pietri pone de manifiesto la degeneración de los partidos políticos, siendo que solo entre un 15 o 20 por ciento de la población se encontraba inscrita en los partidos, el 80% los desaprobaba. Marcel insiste: «y Por qué perdura? » «Porque no tiene sustituto» afirma el intelectual, «No se ha dado ni medio paso en rectificar el error fundamental del sistema», que era el crecimiento exacerbado del Estado controlador. Asistimos pues, a un país ya convulso, errático. A pesar de la situación, la gente parece estar contenta con eso, expresaba el entrevistador, a lo cual Uslar Pietri respondía que se debía al «El ideal del estado san Nicolás» todos estaban subvencionados, el gasto público era enorme, era una suma exorbitante.
«¿Y hacia dónde vamos?» Pregunta Granier.
Yo quisiera saberlo Marcel porque mientras entra este chorro de dinero y no haya un grupo de dirigentes en Venezuela, en este momento no hay oposición en Venezuela, en este momento no hay alternativas en Venezuela, ¿o donde está la alternativa? ¿Dónde está la oposición en Venezuela? en ninguna parte. […] este sería un momento de oro para que surgiera una propuesta en venezolana y dijera: vamos a enderezar esto.
En el debate los participantes se planteaban un panorama poco alentador para el futuro del país, pues preveían un continuo deterioro, no obstante, parecía inconcebible dadas las posibilidades del país con gente preparada, con recursos y población joven por lo cual, a juicio de los dialogantes, en algún momento tenía que surgir una respuesta.
El autor de Lanzas Coloradas era optimista en vista de los recursos humanos existentes en Venezuela, resaltaba el importante capital humano capacitado en el más alto nivel, gente que no estaba gobernando evidentemente, pero que sabía lo que había que hacer. Exhortaba a la juventud del momento a que hicieran acto de presencia, que se hicieran sentir, que no se conformen.
En este momento Venezuela corre un gran peligro, que la gente se dedique a enriquecerse, que los hombres que tienen alguna capacidad digan: en este momento está lloviendo una cantidad de dinero en el país, vamos a hacer negocios, vamos a enriquecernos y que eso nos distraiga de la otra tarea esencial que es hacer un país. Yo creo que esos jóvenes o una gran parte de ellos van a despertar, que esos van a enmendar a fondo los grandes errores en que han persistido los partidos políticos tradicionales y van a ofrecer al país alternativas de cambio.
«¿Cuál es la esperanza de que esto cambie?»
La esperanza de que esto cambie, Marcel, te la voy a decir con una frase que decían los cubanos hace algún tiempo, muy graciosamente: “lo bueno que esto tiene es lo malo que se está poniendo. Es decir, es que esto no es sostenible Marcel, esto es falso, esto se ha sostenido con agujas. Y tenemos que darnos cuenta que tenemos que sincerar la situación venezolana pero de verdad verdad, llamar las cosas por su nombre de verdad verdad, declarar una tregua de demagogia de por lo menos uno o tres años en el país. Entonces ver los problemas en su verdadera dimensión y buscar las soluciones reales que debe tener.
Vivimos en ese país que en 1997 se temía, y pareciera que los problemas de hoy, aunque acentuados y sin comparación alguna dada las magnitudes de la terrible tragedia del socialismo del siglo XXI, mantienen la misma base: un Estado corrupto, todopoderoso, demagógico, populista, malversador, con políticas de partido y que no construye país sino más y más poder para el propio sistema, hoy acentuado con un componente militarista, ideológico y autocrático de izquierda dogmática que apela a recursos históricos interpretados a su antojo y conveniencia, trillados y generalmente erróneos. De manera pues, que ante tal realidad, es preciso desde las ciencias humanas en general, instruir a una nación que por momentos olvida e ignora, algunos por omisión consciente, otros por desconocimiento total, que los problemas fundamentales del país ya hunden sus raíces en lo profundo de nuestro devenir histórico, y están arraigados tan férreamente que nos mantienen entrampados y acorralados en una situación difícil de sortear.
Es preciso mirarnos en el espejo del tiempo, transportarnos hacia nuestro pasado como país, convivir con él y meditar sobre la magnitud de la situación para así, no anquilosarnos en rencillas infructuosas, sino tomar inteligentemente las decisiones que pudieran ayudarnos a levantar un país que va a requerir de nuestra entereza nacional. Entrevistas como éstas nos recuerdan y nos llaman la atención, son aleccionadoras y en sumo grado perentorias para la comprensión de la realidad del país.
Para concluir, destaco el optimismo del Dr. Uslar, pues aun contamos con un gran capital humano, aunque hoy disperso dentro y fuera del país, es capaz de hacerlo resurgir de entre las ruinas. Es tiempo de dar tregua a la demagogia y aportar soluciones reales y estructurales. Si aquél era el momento idóneo a juicio del intelectual, este lo es aún más.
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