Para comprender el pensamiento económico de Adam Smith

Leonardo Osorio Bohórquez

 

Adam  Smith es uno de los economistas más importantes que ha existido. A pesar de que su obra realmente es una síntesis de muchas ideas expuestas por autores precedentes a él. El nombre de padre de la economía califica mejor para Richard Cantillon, pero el mérito del Smith es haber sistematizado todo un conjunto de planteamientos.

 

Más allá de los debates al respecto sobre la originalidad del pensamiento de Smith, no cabe duda que es un autor ineludible para explicar la economía clásica. Sus dos obras emblemáticas son Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, y la menos conocida Teoría de los Sentimientos Morales.

 

Sobre estas obras, ya varios autores han reflexionado en Ideas en Libertad. Entre ellos, el profesor Ramón Rivas Aguilar, de la Universidad de Los Andes, Venezuela y el economista liberal argentino Alberto Benegas Lynch (h). Este último, específicamente en su artículo «Adam Smith, hoy», publicado en agosto de 2019, y disponible en  http://ideasenlibertad.net/2567-2/   reflexiona sobre sus postulados en la actualidad y la importancia de sus aportes.

 

Hay quienes plantean contradicciones entre tales obras, una centrada en explicar las razones del progreso económico, y la otra más enfocada en asuntos filosóficos. Pero son obras estrictamente complementarías, y de imprescindible análisis para comprender el pensamiento del autor.

 

Para los economistas clásicos la economía no se disociaba de los otros componentes de la realidad social, especialmente el contexto político era fundamental para explicar los procesos productivos y comerciales.  Uno de los puntos  fundamentales en la obra de los economistas ha sido el papel del Estado en economía.

 

En la actualidad  ha habido un gran resurgir de las tesis intervencionistas en materia económica, sobre todo debido a las grandes crisis como la acontecida en el 2008 en Estados Unidos. En estos momentos la guerra comercial entre Estados Unidos y China amenaza con afectar considerablemente el comercio internacional.

 

Smith advertía en sus obras sobre los peligros del intervencionismo estatal, su texto sobre la Riqueza de las Naciones es realmente una reacción ante el predominio de las tesis mercantilistas. Por eso cuando explica las funciones del gobierno plantea que este debe amparar la libre competencia y no otorgar privilegios a ningún individuo o grupo económico:

 

El gobierno debiera negarse a establecer ningún privilegio económico especial, y debiera actuar para destruir toda posición monopolista, ya fuera del capital o del trabajo, que los hombres hubieran obtenido por medio de una acción concertada. La conservación de la libre competencia, aun por la acción del estado en caso necesario, era la principal deber de la política económica.[1]

 

Precisamente, el liberalismo había sido una reacción a los antiguos fueros o privilegios de la nobleza, y también los monopolios establecidos por el Estado y sus allegados durante el predominio de la época mercantilista. Se trataba de que cada quien recibiera su recompensa en función de su esfuerzo personal y no a través de la asignación de privilegios por parte de los gobiernos.

 

La concesión de  privilegios y monopolios por el Estado a los particulares en la Inglaterra del siglo XVIII iba en detrimento de los consumidores y los productores eficientes. Su obra tuvo gran acogida precisamente por los grupos mercantiles que deseaban participar dentro de una economía de libre empresa que les diera las mismas oportunidades para así demostrar sus capacidades competitivas.

 

Por eso, bajo ningún concepto se puede argumentar que el capitalismo promueve monopolios. Como afirma Mises, el auge de los monopolios, más que producto de la acción del libre mercado, se debió a la intervención del Estado para asignar privilegios: “El hablar de capitalismo monopolista es la mayor de las hipocresías. Más correcto resultaría aludir al estatismo o intervencionismo monopolista”.[2]

 

Por eso Adam Smith siempre criticó los monopolios amparados por el Estado. Similares planteamientos en contra de la asignación de privilegios por parte del Estado fueron planteados en su Teoría sobre los Sentimientos Morales:

 

Aquellos príncipes que con la mayor profusión han colmado de riquezas, poder y honores a sus favoritos, pocas veces han provocado ese grado de adhesión a sus personas, que con frecuencia han disfrutado otros que fueron más parcos en sus favores. La bien intencionada, pero poco juiciosa, prodigalidad de Jacobo I de Gran Bretaña, al parecer no atrajo a nadie a su persona, y este príncipe, a pesar de su índole sociable e inocua por lo visto vivió y murió sin un solo amigo.[3]

 

En ese párrafo se manifiesta lo poco “juicioso” de la prodigalidad de favores por parte de Jacobo I. Si bien en el texto de Los sentimientos Morales se plantea como un acto que no garantiza la simpatía de los demás individuos, y que más bien los aleja, en realidad ya se ve una idea claramente expresada en contra de la asignación de privilegios por parte de las autoridades del Estado.

 

Esta idea en La Riqueza de las Naciones fue duramente atacada en el plano económico. Según Smith, el Estado debía cumplir tres funciones básicas: justicia, seguridad y obras públicas.[4] La educación también podía ser asumida por el gobierno. Las leyes debían permitir el funcionamiento de los mercados y garantizar la libertad de las personas. Una institucionalidad sólida es lo que da garantía a los capitales y a los individuos.

 

Las obras públicas debían ser asumidas por los gobernantes, tales como realización de puentes o carreteras. Eso también era una palanca del desarrollo, interconectar los espacios y facilitar las comunicaciones permitía un comercio fluido a largas distancias. La seguridad, por su parte, se asociaba a la protección individual de las personas y también a sus bienes.

 

Un Estado limitado en sus funciones es fundamental para que la economía pudiera funcionar de manera eficiente. En sus dos obras fundamentales Smith plantea como objetivo la búsqueda del bienestar individual y social, visto de manera complementaria y no antagónica. La libertad económica debía servir para traer prosperidad a las naciones y a su vez permitir  la promoción de valores como la solidaridad y el entendimiento. Varios de los planteamientos de Adam Smith han sido tergiversados, algunas de sus ideas pueden ser retomadas para afrontar los retos de un mundo con cada vez menor espacio para la libertad.

 

Referencias 

[1] Smith, Adam. (1979). Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Edición de Edwin Cannan y una introducción de Max Lerner. México. Fondo de Cultura Económica.

[2] Von Mises, Ludwig. (1986). La acción humana. Tratado de economía. Madrid. Unión Editorial. P 990.

[3] Smith, Adam. (1978). Teoría de los sentimientos morales. México. Fondo de Cultura Económica. P 84.

[4] Ídem.

 

Imagen: Portrait of Adam Smith (1723-1790), 1795. Artist: Anonymous (Photo by Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images)

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