
10 May Los profetas del desastre: el tiempo de los charlatanes
Leonardo Osorio Bohórquez
No hay duda de que las épocas de crisis son el escenario ideal para que todo un conjunto de personajes de distinta naturaleza aprovechen para vender sus singulares ideas, muchas de ellas sin fundamentos de ningún tipo, pero que por su peculiaridad por lo general gustan a las masas. Además, la gente tiende a ser más susceptible y crédula ante situaciones de incertidumbre y miedo.
De esa forma vemos como los profetas que constantemente anuncian la llegada de un salvador o de una nueva era se hacen cada vez más presentes ante la expansión mundial del Covid-19. Las religiones aprovechan para captar más fieles dentro de estos escenarios, donde las personas sienten la necesidad de abrazarse a ideas que les den alivio o les prometan la redención una vez superada la crisis.
Numerosas religiones hablan constantemente de tiempos apocalípticos que preceden la llegada del paraíso. Asimismo, quienes llevan décadas prometiendo el arribo de un cambio político tienen mayor eco en estos momentos. Como expresa Giovanni Sartori, nada se parece más a una religión que una ideología política.[1] Algunas ideologías como el comunismo por ejemplo, siempre han tenido ese mensaje salvador, la promesa de un edén donde todos serán prósperos y felices.[2]
Para que eso ocurra, primero es necesario hacer una revolución, es decir, demoler todo el orden establecido para dar paso a una nueva sociedad ideal. No por nada es común leer las frases sobre que el mundo cambió para siempre a partir del coronavirus, y que es necesario adaptarse a un nuevo estilo de vida. Es pronto y temerario llegar a tales conclusiones, pero la gente gusta de tales aseveraciones.
Autores mediáticos como Zizek no han tardado en pronosticar el fin del capitalismo, y en responsabilizarlo de las fallas en la capacidad de respuesta ante la pandemia. El final del modelo capitalista ya fue pronosticado por Marx en el siglo XIX, y sus seguidores a lo largo de los años no han hecho más que repetir ese mismo mantra.
Una analogía perfecta con los profetas religiosos que constantemente anuncian la segunda llegada de Dios o el fin de los tiempos donde solo los “puros de corazón” serán perdonados. El problema es que siempre hay fieles dispuestos a creer en esas ilusorias promesas.
Después de todo, las ideologías como las religiones, no se basan en hechos sino solo en creencias. Parece ser que el fracaso, o la falta de realización de la promesa de salvación, lejos de debilitar la fe de los seguidores, la fortalecen cada vez más. La gente necesita creer que realmente existe un paraíso donde finalmente podrá superar sus problemas.
El coronavirus ha llenado de temor a las personas, los ha hecho cuestionarse el orden establecido, y la capacidad de respuesta de las sociedades para afrontar la situación. Incluso, para los más exagerados, está en riesgo la supervivencia de la raza humana ante el virus. Ya muchos de los movimientos ecologistas usaban esa premisa apocalíptica para lograr tener mayor impacto en la opinión pública.
La única forma de sobrevivir ante tal situación, y evitar que esto vuelva a ocurrir en el futuro, es con un cambio radical. Zizek ha planteado por ejemplo la necesidad de reinventar el comunismo. Tal ideología parece tener crédito ilimitado para seguir haciendo ensayos a costa del sufrimiento de las personas.
El más reciente ensayo fue el caso venezolano, alabado por muchos intelectuales en sus inicios, pero hoy Venezuela tiene una sociedad altamente empobrecida luego de querer aplicar los principios del socialismo del siglo XXI. Pero como ya expresaba Hayek, la fatal arrogancia[3] es un defecto de académicos e individuos incapaces nunca de aceptar sus equivocaciones.
Hay un factor característico de estas ideologías colectivistas y socialistas, la gran capacidad que tienen sus intérpretes en manipular los miedos, los resentimientos y aspiraciones de las personas. Son charlatanes por naturaleza, pero tienen la capacidad de seducir a las masas.
No falta quienes alegan que el coronavirus nuevamente ha puesto en evidencia la diferencia entre ricos y pobres, y la necesidad de un Estado más intervencionista para garantizar el bienestar ciudadano. Hay que reinventar la sociedad, las empresas y los gobiernos para lograr superar las crisis.
Poco se dice de como muchas compañías han innovado por medio del uso de las tecnologías, el teletrabajo y muchas otras formas para seguir operativas a pesar de la cuarentena. Esto puede provocar una aceleración importante del avance en la tecnología robótica y el trabajo a distancia en un futuro cercano.
Esto lejos de representar el fin del capitalismo significa realmente su capacidad para superar las crisis por medio de la innovación, lo cual ha caracterizado siempre la evolución de ese modelo económico. Su éxito se basa en dar libertad a la inventiva humana para ajustarse a las necesidades de los consumidores.
Los que sueñan y pronostican el quiebre del capitalismo, e incluso el fin de la civilización moderna tal y como la conocemos, no plantean ideas novedosas sobre la materia, lo malo es la gran difusión que consiguen actualmente con sus ideas. La gente quiere saber cómo será el día después de la pandemia, y si podrán volver a sentirse seguros.
Cada crisis es una nueva oportunidad tanto para alcanzar nuevas etapas de progreso una vez superada la situación, como para darle tribuna a quienes necesitan ver el mundo arder para lograr que sus tesis tengan una mayor aceptación. La gente debe confiar más en la ciencia y menos en el esoterismo y las ideologías que usan el sensacionalismo para vender sus siempre fracasadas utopías.
Los falsos profetas y charlatanes siempre han existido, el problema es que ahora gracias al mismo progreso tecnológico como consecuencia del capitalismo y la globalización que tanto critican, logran que sus ideas lleguen a un público mucho mayor susceptibles a ese tipo de teorías salvadoras en tiempos de crisis. La sociedades saldrán fortalecidas siempre que no abandonen los fundamentos del progreso civilizatorio asociado a la búsqueda de la libertad.
Sorry, the comment form is closed at this time.