
24 Nov Latinoamérica y el dilema del eterno retorno
Leonardo Osorio Bohórquez
Las enseñanzas de la historia parecen ser poco comprendidas por las sociedades. Si bien la historia no se repite por la existencia de diferentes actores y circunstancias, no hay duda que hay procesos comparables por marcadas similitudes. De esa forma cada cierto tiempo se intentan retomar utopías con resultados siempre negativos.
Einstein definía la locura como hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes. Si se analiza los procesos históricos de las sociedades Latinoamericanas, vemos que a lo largo de su historia han querido revivir cada cierto tiempo proyectos infructuosos y anacrónicos. Eso ha implicado la vuelta de gobernantes altamente represivos en algunas circunstancias.
De esa manera en los recientes eventos políticos y electorales en Latinoamérica marcan nuevamente una tendencia hacia la toma del poder por parte de los llamados gobiernos “progresistas” del continente. La izquierda fue hegemónica a comienzos del siglo XXI, con predominio en diferentes países como Brasil, Ecuador, y Argentina.
Venezuela, Bolivia y Nicaragua lograron sostener el llamado socialismo del siglo XXI, pese a las protestas ciudadanas y al giro político que pareció dar la región hace tan solo unos pocos años. El resultado de todos estos gobiernos de izquierda fue represión política, corrupción a niveles escandalosos, socavamiento de las instituciones democráticas, y un desastroso manejo de la economía por medio de la exacerbación de un gasto populista irresponsable.
Ante la debacle de la economía y abusos de poder, países como Argentina y Ecuador lograron por la vía democrática elegir a gobernantes que intentaron aplicar un cambio de modelo. Fueron políticos elegidos para resolver la crítica situación dejada por sus predecesores, pero ante sus timoratas medidas, y problemas estructurales difíciles de remediar en un corto período de tiempo, no lograron mantener el apoyo de la ciudadanía en sus países.
Son muchas las críticas que se le pueden hacer a esos gobiernos, pero el camino no era volver a elegir a sectores políticos de comprobada procedencia cuya actuación en el poder dejó a sus respectivos países en una fuerte crisis. El caso específico de Argentina es ilustrativo al respecto, es inconcebible que ganara el candidato de Cristina Fernández, luego del fatal manejo de la economía durante su gestión y las acusaciones de corrupción en su contra.
Esto era un resultado altamente previsible desde la realización de las primarias, ya se sabía que era casi imposible revertir la tendencia. No importó el nerviosismo de los mercados ante un posible triunfo del peronismo, la gente votó para castigar la gestión de Macri sin tomar en cuenta la causa principal de su mala situación económica. Parecen haberse olvidado de la razón por la que Cristina perdió las pasadas elecciones.
Nuevamente aparece sobre el continente la “sombra del neoliberalismo” como causante de la crisis en los países. Mismos planteamientos que originalmente impulsaron los cambios políticos hacia la izquierda a comienzos de siglo que dejaron un retroceso significativo en las naciones.
El margen de maniobra de los gobiernos democráticos es mucho menor que el de los gobernantes de corte autoritario. Los primeros son muchos más frágiles ante las protestas ciudadanas, responden más a las expectativas de sus ciudadanos. Al parecer la gente vota por candidatos pero no por proyectos y esto los conduce a serios errores.
La inestabilidad parece ser una constante histórica. El dilema entre dictadura y democracia fue común en el siglo XX en Latinoamérica, se pasaba de dictaduras militares a otro de tipo de gobiernos socialdemócratas, de políticas proteccionistas de sustitución de importaciones promovidos por la CEPAL en la región, hasta finalmente querer aplicar medidas a favor de un mercado menos intervenidos por los Estados en los años 90.
En el siglo XXI el fantasma del comunismo recorre toda la región, y no parece que vaya a desaparecer de la noche a la mañana. Hay una vuelta a la izquierda en la mayoría de los países del sur del continente. En Colombia el partido político de Álvaro Uribe perdió plazas importantes en las elecciones regionales, en un escenario donde la guerrilla amenaza con volver a las armas, pierden espacios quienes en su momento obtuvieron resultados positivos cuando estuvieron al frente del Estado en su lucha con los grupos irregulares.
Por su parte, Chile en encuentra sometida completamente por las protestas ciudadanas, era el país insigne de la región en libertad económica y estabilidad política, pero actualmente ha sido presa del caos producto de fuertes manifestaciones en favor de diversas reivindicaciones sociales.
Fue el mercado el que garantizó el éxito chileno, ha ayudado a la superación de la pobreza y al nacimiento de una sólida clase media. Pero las crisis de expectativas sobre todo en los jóvenes, hace que muchos aspiren a enriquecerse o crear un patrimonio de la noche a la mañana con poco tiempo y esfuerzo, la frustración por no conseguirlo los lleva al resentimiento, a querer culpar a quienes más tienen de no permitir su progreso social.
En Chile no hay mayor desigualdad que en otros países de la región, y la movilidad social se ve materializada en el hecho de que a lo largo de los años ha disminuido la pobreza considerablemente gracias a las políticas liberales aplicadas desde la época de Augusto Pinochet.
Los chilenos parecen olvidar el camino que los llevó a un éxito político y económico sin precedentes en la región, en su lugar parecen querer aplicar modelos similares a los de Venezuela y Cuba. Subsidios y un Estado fuertemente paternalista que provea de la mayoría de bienes y servicios a sus ciudadanos.
Tales exigencias no toman en cuenta los efectos que en el mediano plazo tienen ese tipo de políticas, pero lo gobernantes son un fiel reflejo de la sociedad que gobiernan. En Ecuador el presidente Lenin Moreno no eliminó los subsidios a la gasolina por las protestas realizadas, esto llevará al país a un agujero fiscal que tarde o temprano desembocará en otra crisis.
La región esta convulsionada, en medio de ese caos hay una marcada tendencia a volver a aplicar el mismo sistema que los llevó originalmente a la crisis. Es un círculo vicioso, se eligen gobernantes para solucionar problemas causados por políticos irresponsables, pero cuando intentan resolver la situación con políticas impopulares pero necesarias pronto son rechazados, y se intenta volver a aplicar el mismo sistema con resultados igualmente negativos.
En ese contexto de inestabilidad política, hay un eterno retorno en la historia de Latinoamérica. Ante una región que parece no aprender de las lecciones propias y ajenas, recientes y pasadas, impulsados sus ciudadanos por el deseo de un mundo mejor pero con poco esfuerzo y raciocinio.
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