Emmanuel Macron: el dilema entre los valores occidentales y el islamismo radical

Claudia Santiago

 

En las últimas semanas, producto de los más recientes atentados terroristas en suelo francés, una ola de protestas silenciosas en las principales ciudades galas, se ha desbordado, desde que un joven musulmán decapitó al profesor Samuel Paty, por haber mostrado en su clase una caricatura de Mahoma que había sido en el semanario satírico Charlie Hebdo. Cabe destacar, que en el año 2015, Ayuso (2020) [1], hace alusión a que el semanario satírico había hecho unas polémicas publicaciones sobre el profeta del Islam, hecho que motivaría, que extremistas islámicos asesinaran a trabajadores de la publicación y justificara los atentados de Bataclan (2015), donde perdieron la vida 130 personas.

 

Sin duda, este es un tema que crea altas sensibilidades con respecto a como se asimilan los hechos. Por una parte, Francia es el país donde justamente se enarbolan las banderas de la cultura occidental, a partir de los tres principios inmortalizados en el lema: Liberté, égalité, fraternité, los cuales han sido los cimientos del mundo occidental. No es un secreto, que en el pasado, producto de la colonización francesa, la intervención directa de Francia en algunas naciones de Oriente Medio y el Norte de África, dejaron hondas heridas en el alma de estos pueblos. Solo por citar la sangrienta descolonización de Argelia (1954). En adelante, la migración de países en guerra hacia Europa, ha venido en aumento. Kingsley (2016) [2], afirma que, anualmente cruzan las aguas del Mediterráneo, miles de refugiados, que huyen de la pobreza y la guerra. Por lo general, estos migrantes son provenientes de zonas en conflicto como Siria, Afganistán, Libia, Irak, Yemen y algunos países empobrecidos del África subsahariana.

 

En este orden de ideas, la zona natural de acogida de refugiados es la Europa Occidental, por tanto, los países escandinavos, Bélgica, Holanda, Alemania, Francia, Gran Bretaña y España, han tenido que recibir cuotas importantes de inmigrantes. Si bien es cierto, que esas personas salen de sus países de origen, con la ingente necesidad de labrarse un destino mejor, también se ha de afirmar, que en los últimos años, en Europa se ha incrementado el proceso de radicalización, donde jóvenes descendientes de musulmanes, o europeos insatisfechos con su estándar de vida, han producido un fenómeno con miras aumentar el problema del yihadismo en Europa, lo cual crea en la mentalidad de los extremistas, el imperativo de promover la “yihad o guerra santa” contra quienes consideran infieles a la ley islámica.

 

De acuerdo al estudio del Pew Research Center (2017) [3], intitulado: “Europe’s Growing Muslim Population”, el incremento de la población de origen musulmán en Europa, se ha acelerado en los últimos años, producto de las razones anteriormente expuestas. Para entonces se estimaba una población aproximada a los 26 millones de musulmanes, de los cuales, en Francia, eran casi el 9 % de su población. En este trabajo de investigación, se proyectaba que las comunidades musulmanas tienen un ritmo frenético de crecimiento y eso pone a los europeos en desventaja. Se sabe que la tasa de natalidad de Europa, es baja, especialmente en España. Entonces, ante esta realidad, el aumento demográfico de los adeptos del Islam, es uno de los retos neurálgicos que se presenta en Occidente. Basta con caminar las calles de Bruselas, Barcelona, Paris o Londres, para percatarse que no se trata de una exageración. Sin embargo, la llegada de miles de inmigrantes en pateras (embarcaciones improvisadas), a través del Mediterráneo, o a pie, pasando por Turquía, Grecia, y Hungría, es una realidad. En tanto, que la islamofobia o el recrudecimiento de los nacionalismos de extrema derecha como el de Mateo Salvini en Italia, de Marine Le Pen en Francia (Frente Nacional). Así mismo, la aplicación de políticas xenófobas contrarias a los principios promovidos por la Unión Europea, aplicadas por el primer ministro húngaro: Viktor Orbán y la posición política antisemita y xenófoba del presidente polaco Andrzej Duda.

 

Esto último denota un problema que se cierne sobre Europa, por una parte la islamofobia y el auge de los nacionalismos radicales de extrema derecha, por otra, el fracaso en cierta medida de las políticas multiculturalistas. En este sentido, Rodríguez y Barreto (2006) [4], alegan que el estado francés se debate entre los principios del laicismo, donde la separación entre iglesia y Estado, es uno de los pilares de la democracia occidental y la llegada de miles de inmigrantes que practican más que una religión, una modo de vida, donde dicha separación es inexistente.

 

«Francia se convirtió en la cuna del pensamiento liberal gracias a la Revolución Francesa, y a partir de este evento se constituyó uno de los principios más relevantes para el Estado Francés: la separación absoluta de la iglesia y el poder político. Sin embargo, al intentar garantizar los derechos de los ciudadanos, el Estado Francés radicaliza su postura laicista afirmando una posición anticlerical. No obstante, la islamofobia actual, es mucho más evidente como un problema sociopolítico resultado de un acervo histórico complejo que se puede explicar a partir de la definición de las identidades, para lo que se usa la ayuda del enfoque constructivista de Relaciones Internacionales.» (p.102).

 

Bajo esta premisa, la Europa Occidental se debate entre el extremismo nacionalista y el extremismo radical de los grupos islamistas que amenazan con imponer la “Sharia” (ley islámica) en el corazón de Europa. En esta perspectiva, este es un punto polémico, no es que los inmigrantes no tengan derecho a llegar a suelo europeo, así lo establecen las normativas internacionales. El asunto se complica, es cuando algunos inmigrantes, atendiendo a las políticas del multiculturalismo, se niegan a adaptarse al sistema de valores democráticos y de libertad de las naciones de acogida. Este es uno de los problemas más acuciantes que se presentan en torno a la seguridad de Europa y Occidente, especialmente en Francia que es la cuna de dichos valores.

 

Ibarra (2020) [5], señala que los problemas de Francia, debido al prolongado confinamiento producto de la COVID-19, se han agudizado. Existe el temor entre los franceses, del aumento de una escalada de violencia. La radicalización islámica es una realidad. Aunque los servicios de seguridad de los países europeos hacen grandes esfuerzos para contrarrestar los efectos de la radicalización islámica, en tiempos de la revolución digital y las redes sociales, esas herramientas tecnológicas facilitan que los terroristas entrenen a los llamados lobos solitarios, como el que degolló al profesor Samuel Paty. Entonces, este es un problema que va más allá de los límites de la religión y la tolerancia, ya que amenaza la seguridad europea y los valores del mundo occidental.

 

Gil (2020) [6], reseña que miles de franceses, en las distintas provincias, se han manifestado con el lema: “Je suis prof” y el joven presidente Emmanuel Macron, al son de La Marseillaise, le rindió honores en la Sorbona, donde fijó una clara posición el día del sepelio de Paty, en la que aludía sobre la injusticia de la muerte del profesor en manos de un extremista y lo convertía en un estandarte en la lucha por los valores occidentales:

 

Gil (2020) recoge las palabras de Enmanuel Macron:

 

«Asesinado porque había escogido enseñar a sus alumnos a ser ciudadanos». «Asesinado porque encarnaba la república que renace cada día en las aulas». «Asesinado porque los islamistas quieren [robarnos] nuestro futuro y saben que con héroes tranquilos como él, no lo lograrán nunca”.

 

Estas no son solamente las palabras de despedida del presidente francés, también fijan una posición contra la violencia que amenaza los valores y las libertades individuales que tanto les ha costado construir a los franceses. Sin duda, las reacciones a las declaraciones del presidente francés no se han hecho esperar, por la oleada de protestas en algunos países musulmanes y la posición retadora del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan. En los últimos días, ha crecido la tensión entre ambos países. En este orden de ideas, el debate entre los problemas del yihadismo en Europa, la islamofobia, el multiculturalismo y la defensa de los valores occidentales ante la violencia y la anarquía, son uno de los temas que han de estar en el tapete dela análisis internacional. Siempre se ha tener como telón de fondo, la importancia de dar la batalla de las ideas y el poder comprender el contexto sociocultural donde se desarrollan estos conflictos.

 

Referencias

[1] Ayuso, S. (29 de octubre de 2020). La amenaza terrorista vuelve a sobrecoger a Francia. El País. Recuperado en: https://elpais.com/internacional/2020-10-29/la-amenaza-terrorista-vuelve-a-sobrecoger-a-francia.html.

[2] Kisley, P. (2016). La nueva odisea. Historia de la crisis europea de los refugiados. (Montse Manises Vilar, trad.). Barcelona, España: Deusto S.A. Ediciones.

[3] Pew Research Center (29 de noviembre de 2017). Europe’s Growing Muslim PopulationMuslims are projected to increase as a share of Europe’s population – even with no future migration Recuperado en: https://www.pewforum.org/2017/11/29/europes-growing-muslim-population/.

[4]Barreto, R. y J. Rodríguez (julio-diciembre, 2016). Francia y la islamofobia. Conflicto histórico y contemporáneo. Ciencia Política. (22). 99-129. Recuperado en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5760753.

[5] Ibarra, D. (24 de septiembre de 2020). La apertura cultural y racial, fuente de tensiones y de violencia en Francia. Recuperado en: https://www.cambio16.com/la-apertura-cultural-y-racial-fuente-de-tensiones-y-violencia-en-francia/.

[6]Gil, I. (21 de octubre de 2020). Emmanuel Macron despide al profesor Samuel Paty en la Sorbona: «No renunciaremos a las caricaturas. El Mundo. Recuperado en: https://www.elmundo.es/internacional/2020/10/21/5f908ac1fdddff19918b459d.html.

Imagen: obra «The Genius of France between Liberty and Death» de Jean Baptiste Baron Regnault

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