
18 Ago El problema del populismo en Argentina: El peronismo se acerca al poder
Leonardo Osorio Bohórquez
Los recientes resultados en las elecciones primarias en Argentina hacen muy probable una vuelta al poder por parte del peronismo, a pesar de que su última gobernante, Cristina Fernández de Kirchner, dejó al país con una fuerte contracción económica que no se ha solucionado. Pero su candidato Alberto Fernández muy probablemente va a ganar la presidencia.
Según los datos del escrutinio provisional, Alberto Fernández consiguió una amplia ventaja con el 47,6%, mientras que el presidente Macri logró el 32%. Casi quince puntos porcentuales de diferencia hacen muy difícil acortar la distancia a pocos meses de las elecciones presidenciales.
Poco parece importar a los argentinos los casos de corrupción acontecidos durante el gobierno de Cristina, por lo cual incluso debió ser encarcelada. Una sociedad de cómplices y que no castiga a los corruptos no podrá tomar la senda de la prosperidad económica.
Ciertamente el actual presidente Mauricio Macri cometió muchos errores en la aplicación de su plan de recuperación dirigido a recomponer la economía luego de la pésima gestión de Cristina Fernández de Kirchner. No se atrevió a completar las reformas dirigidas a disminuir el gasto público y eliminar los subsidios, optó por la vía de hacerlo gradualmente, pero las protestas debido a una sociedad acostumbrada al populismo dificultó que avanzara en sus medidas.
La campaña que denunciaba como “tarifazo” el aumento en los precios de los servicios públicos, exacerbó el descontento hacia el nuevo presidente. Este es el problema de la cultura política de los argentinos y de gran parte de los latinoamericanos en general, quieren soluciones a sus problemas económicos, pero no están dispuestos a cambiar las políticas de subsidios, dependencia hacia el Estado y populismo en general que los llevó en primer lugar a una situación de crisis.
Pretender vivir del Estado nunca resulta positivo, pero cada vez se observan más grupos sociales que demandan ayudas por parte del gobierno. En Venezuela esto fue llevado al paroxismo, al punto de lograr un quiebre total de la economía y un proceso hiperinflacionario ocasionado entre otras cosas, por un gasto público exacerbado financiado a través de deudas y emisión monetaria.
En lugar de servir de ejemplo el caso venezolano para otras naciones, no parece haber una conciencia clara sobre los peligros de los gobernantes con inclinaciones socialistas pese a los múltiples ejemplos históricos pasados y presentes. La ingenuidad parece estar a la orden del día para dar nuevas oportunidades a políticos mediocres y corruptos.
Argentina se dirige hacia ese mismo error, con una inflación elevada, quiere soluciones a sus problemas pero se resisten a todo proceso de reforma que disminuya los subsidios del Estado. Los políticos, como buenos populistas, no se atreven a avanzar hacia medidas impopulares, sino que perpetúan los problemas con tal de no verse tan afectados en las encuestas.
Macri comenzó con buen pie eliminando el control de cambio y tratando de disminuir el gasto estatal, pero la resistencia ciudadana puso un freno a sus medidas cuyos efectos son positivos pero no se sienten en lo inmediato. Lo ideal sería haber seguido adelante, completar un programa de ajuste liberal para erradicar la inflación y atraer las inversiones necesarias para recomponer de manera estable la economía. Pero la política se terminó imponiendo.
Ante los fallos en el programa económico de recuperación, el candidato opositor Alberto Fernández apela al sentimiento más explotado en América Latina: el que busca retomar la senda del populismo. Las expectativas de un posible triunfo del peronismo tuvo un efecto inmediato en la economía Argentina, los mercados financieros reaccionaron con nerviosismo, y el peso argentino se devaluó con respecto al dólar.
Esto es solo un aviso de lo que se viene. Es sorprendente ver como los pueblos vuelven a elegir a los gobernantes que los hundieron primeramente en la crisis. Esto solo puede asumirse como inmadurez política, de no aprender de los errores cometidos y volver a elegir gobernantes con probados resultados negativos.
Casos de esta naturaleza son comunes en Latinoamérica y muchos otros países del mundo. Un ejemplo emblemático es el del sandinismo en Nicaragua que volvió décadas después de haber dejado al país en una situación catastrófica. Con Daniel Ortega nuevamente ha vuelto la represión y la miseria.
Los argentinos no han esperado tanto tiempo para estar dispuestos a darle una nueva oportunidad al peronismo. Es un voto castigo hacia la gestión de Macri y un guiño nuevamente hacia el populismo peronista. Ante una muy probable derrota electoral, el actual presidente busca recomponer su maltrecha imagen con un conjunto de medidas dirigidas a reimpulsar su popularidad.
Entre esas “nuevas” políticas está el otorgar bonos, aumentos de salarios, congelamiento del precio del combustible y ayuda a los pymes. Todas estas medidas provocaran mayor déficit fiscal y solo tendrán como efecto un aumento significativo de la inflación en Argentina.
Las medidas de Macri tienen como objetivo ganar votos, no están orientadas para arreglar los problemas de la economía. Es decir, se da la contradicción de intentar ganar a sus adversarios populistas aplicando políticas populistas. Pero no tiene sentido elegir a un imitador si se puede optar por el peronismo que son expertos en la materia.
Esas políticas no han funcionado para tranquilizar los mercados ni han detenido la devaluación del peso con respecto al dólar, más bien envían un mensaje desesperanzador a los sectores financieros, indistintamente de quien gane la presidencia el populismo se mantendrá.
No se vislumbra nada positivo para la economía Argentina, Macri en lugar de aprovechar el nerviosismo de los sectores financieros para hacer entender a los argentinos sobre el peligro de que vuelva el peronismo al poder, prefiere simplemente perpetuar los problemas.
En vez de proponer un programa de ajuste fiscal y de mayor libertad económica, prefiere conservar el poder con políticas muy populares pero nada positivas. Los políticos son un reflejo de la sociedad que gobiernan, por eso la perpetuación de los errores y de las malas decisiones políticas van a llevar seguramente al peronismo de vuelta al poder en Argentina.
Imagen: Alberto Fernández y Cristina Kirchner. (Foto: AFP/Alejandro Pagni)
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