Serie «El fracaso del socialismo». Artículo II: La refutación Bernstein

Bernardino Herrera León

 

El movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada

Eduard Bernstein

 

Los sucesivos fracasos del proyecto socialista de Robert Owen no amilanaron la fascinación por el ideario socialista. Su siguiente transformación ocurre a mediados del siglo XIX, con la dupla formada por el alemán Karl Marx (1818-1883) y el inglés Friedrich Engels (1820-1895). Ellos afirmaron que el socialismo no era otro ideal más, que entre otros se recomendaba para mejorar la sociedad humana. Fueron más allá. Aseguraban que el socialismo era parte inevitable de la evolución social. Es decir, convirtieron al socialismo en una ley histórica. Y esta idea proporcionó al credo de un ropaje científico más eficiente.

 

Friedrich Engels: En su juventud, Engels fue fiel entusiasta de las “casas de ciencia” de Owen. Dedicado al periodismo, se dedicó a escribir y difundir sobre la penosa situación que sufrían los obreros en Inglaterra. Como buen propagandista, seguramente exageró un tanto con aquellas narraciones. También fue estudioso de la historia, donde buscaba alguna explicación que justificara el cambio social necesario para superar la dramática situación que describía. Los artículos de Engels llamaron la atención del joven Marx. De inmediato se estableció entre ellos una relación epistolar, hasta que se reunieron en Bruselas, en la primavera de 1845. Desde entonces, establecieron una estrecha amistad y sociedad en sus proyectos filosóficos y políticos. Las revueltas obreras que estallaron en casi toda Europa, a mediados del siglo XIX, les motivaron a escribir uno de los panfletos políticos más exitosos de la historia, el Manifiesto del Partido Comunista, en 1848, por encargo de la recién formada Liga Comunista, en Londres.

 

En este documento se retoma una de las premisas más influyentes del entonces, naciente marxismo, el de la “lucha de clases”. Así comienzan su manifiesto: “Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de lucha de clases” (1). Sostenían que la esencia del sistema capitalista era la explotación del hombre por el hombre, es decir, los obreros lo producían todo a cambio de pobreza, mientras los capitalistas se quedaban con todos los beneficios. Hablaban de los “medios de producción” para referirse a las máquinas, las fábricas y las herramientas. La solución parecía sencilla. Consistía en que los obreros arrebatasen a los capitalistas esos medios de producción para apropiarse de los beneficios que ellos creaban. Una idea simple, pero con poderosa influencia, hasta nuestros días.

 

El Manifiesto Comunista predicaba como inevitable el fin del capitalismo. Pues a medida que se desarrollaba, empeoraba las condiciones de vida de los obreros, hasta hacer estallar rebeliones que derrocarían al sistema. Esto daría paso al socialismo, concebido como un Estado obrero, donde la gente contribuiría según sus capacidades y recibiría según sus necesidades, que quedarían plenamente satisfechas. A la larga, el Estado, ente opresor por naturaleza, se haría innecesario por completo. Y llegado ese momento, surgiría una sociedad sin fronteras nacionales, que Marx y Engels llamaron comunismo. Ese determinismo predictivo proveyó al socialismo marxista de una especial vitalidad en el ya constituido credo.

 

Luego del Manifiesto, Marx dedicó veinte años a escribir el primer volumen de El Capital, que editado en 1867. Fue su obra más importante. Muchos creyeron que contenía las leyes que explicaban al capitalismo, y que además, descifraba el funcionamiento del “motor de la historia” y del desarrollo económico. Engels se encargó de difundir y promover el libro entre muchas organizaciones sindicales y políticas europeas. La obra fue recibida con especial entusiasmo. Pero a fines del XIX, cuando la teoría marxista cumplía cincuenta años, ni sus predicciones se cumplían ni el capitalismo daba muestra alguna de debilidad. Su primera gran crisis demoraría hasta la tercera década del siguiente siglo. Por el contrario, mostraba más fortaleza para producir riqueza y bienestar. La profecía central del marxismo no se estaba cumpliendo.

 

Mediante conquistas sindicales y la acción de gobiernos democráticos o populistas, muchos obreros mejoraron su nivel de vida. Y en consecuencia, algunos socialistas comenzaron a cuestionar la teoría de Marx y Engels. Estas disidencias produjeron diversas corrientes en los movimientos socialistas o comunistas de entonces. Una de esas corrientes dedicó su esfuerzo en conquistar reformas que mejoraran y regularan las condiciones de vida de los obreros, ya sea mediante el indicalismo, las organizaciones mutuales y o cooperativistas como las promovidas por Robert Owen, o bien, a través de la mayor participación de sus partidos políticos en los parlamentos y en el gobierno. Otras corrientes, en cambio, optaron por “hacer la revolución”, preconcebida en el credo marxista. Ya que la clase obrera se negaba a llevar a cabo su propia revolución, entonces ésta tendría que hacerla una vanguardia revolucionaria, que impondría por la fuerza dicha revolución.

 

 

Eduard Bernstein : Dentro de la primera corriente, estacó el pensador y político alemán, Eduard Bernstein (1850-1932), quien fuera asistente personal y discípulo de Marx y Engels. A la muerte de Marx se le encargó la redacción de un cuarto tomo del Capital, apoyándose en las notas que éste dejó sin publicar. Se trató de un encargo extraordinario, por el que Bernstein fue considerado como uno de los teóricos más importantes del socialismo.

 

Pero además de intelectual, Bernstein se dedicaba a la política, por lo que tuvo que interpretar los radicales cambios en la sociedad europea, de fines de siglo XIX y principios del XX. Observaba que tales cambios no coincidían con las predicciones de sus maestros. Y esas inconsistencias debilitaron su fe en el marxismo. Bernstein intentaba comprender cómo el capitalismo evolucionaba incluyendo cada vez más a los obreros a su dinámica de crecimiento, logrando que la clase obrera, en vez de empobrecerse, conquistara progresivamente mayores cuotas de calidad de vida. Definitivamente, concluyó, que una parte del marxismo no estaba funcionando. Y decidió reformarlo.

 

Desde 1895, Bernstein comienza a publicar una serie de artículos bajo el título de “Problemas del socialismo”, que le granjearon la acusación de “revisionista”, término peyorativo que usaban con frecuencia los seguidores dogmáticos del marxismo contra quienes se atrevieran a cuestionar la perfección de la teoría marxista. Las reinterpretaciones y reformas doctrinales de Bernstein provocaron una ruptura importante en el Partido Socialdemócrata Alemán, fundado en 1875, logrando que se convirtiera, luego, en el primer partido socialista en abandonar al marxismo y evolucionar hacia la socialdemocracia moderna.

 

Bernstein había fundado una nueva versión del socialismo, que abogaba por reformas políticas para el mejoramiento social, contribuyendo con la corriente no-marxista entre las organizaciones socialistas. Sus refutaciones al marxismo se concentraron contra su determinismo económico y materialista de la teoría de la historia, asegurando que los cambios históricos no son exclusivos de las fuerzas económicas, sino también de las ideas y de la política. Desechó el concepto de plusvalía por simplista y abstracto, es decir, por inútil para explicar la complejidad de las relaciones sociales.

 

La “lucha de clases”, epicentro de la teoría marxista, también fue cuestionado por Bernstein. Pues los conflictos sociales no ocurrían exclusivamente entre capitalistas y obreros, sino también, entre capitalistas entre sí y entre obreros entre sí. Este cuestionamiento derivaba en el abandono la vía violenta y dictatorial para producir una revolución, como resultado de la lucha clasista. En su lugar, sostenía, era posible una revolución no violenta, con cambios y reformas graduales, mediante la acción política de sindicatos y partidos, hasta alcanzar progresivamente un estadio socialista (2).

 

La socialdemocracia diseñada por Bernstein se convirtió en una de las fuerzas políticas más importantes en la Europa del siglo XX. Pero actualmente, la socialdemocracia vive una crisis, sufriendo reveses y retrocesos electorales. Por razones que aun se debaten, casi todos los gobiernos y partidos socialistas en Europa y el mundo sucumbieron a la corrupción y a la ineficiencia. Una doble moral originaria se fue apoderando de la concepción heredada del credo socialista y sus derivados socialdemócratas. Por un lado, la supremacía del dogma. Por otro, el encanto de la ostentosa vida de la odiada clase burguesa. Socialistas y comunistas no repararon recato alguno de riqueza, ya en el poder.

 

Pero estando en vida, la influencia de Bernstein se vio opacada por la radicalización del marxismo, con la irrupción internacional de Lenin y la Revolución Soviética, a principios del siglo XX. Pero su aporte intelectual en el sentido de denunciar el fracaso del socialismo marxista fue monumental. Como necesario reconocerle que, antes del dogma fácil, dedicó parte de su esfuerzo en la búsqueda de alternativas moderadas frente al extremismo de las ideas de sus maestros. Probablemente, la socialdemocracia haya sido la única forma con la que socialismo haya logrado en la realidad sus mejores intenciones. Hoy le corresponde revisarse doctrinariamente, tal como su fundador lo hizo con la doctrina de sus formadores.

 

En el siguiente artículo, pasaremos a la trágica experiencia de la doctrina socialista de Lenin.

 

Referencias

 

(1) MARX, K. y ENGELS, F. Manifiesto Comunista, en el portal: https://www. marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

(2) BERNSTEIN, Eduard. Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia. México, Siglo XXI, 1982. Disponible en:

http://www.radicalismochileno.cl/wp-content/uploads/2016/04/Bernstein-Eduard-Las-premisas-del-socialismo-y-las-tareas-de-la-socialdemocracia.pdf

 

Otras fuentes:

JOHNSON, Paul. Historia del cristianismo. Madrid, Zeta, 2010.

COURTOIS, Stéphane y otros. El libro negro del comunismo. Crímenes, terror y represión. Scrib, 1997. En https://es.scribd.com/doc/257822464/AA-VV-El-libro-negro-del-comunismo-7796-r1-0-epub#

DUBY, George. Historia social e ideologías de las sociedades, Barcelona, Anagrama, 1976.

JIMÉNEZ LOSANTOS, Federico. Memorias del comunismo. Desde Lenin hasta Podemos. Titivillus, 2018.

RUMIÁNTSEV, A. Comunismo científico. Diccionario. Moscú, Progreso, 1985.

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