Capitalismo en tiempos de incertidumbre

Anderson Riverol

 

En el mundo de hoy, distintas sociedades son azotadas por una pandemia de origen chino. En este sentido, son muchas las voces que se han levantado en contra del sistema capitalista, argumentando la necesidad de su inmediata disolución, a través de la intervención de los Estados todopoderosos, la expropiación de empresas privadas y la implantación del socialismo disfrazándolo como justicia social.

 

Tal parece que hemos olvidado la razón por la cual, el capitalismo es el único sistema vigente, o por lo menos en todas las sociedades prósperas y modernas, Se ha emprendido un ensañamiento no solo por parte de los filósofos de colectivismo como Zizek[1], sino personas comunes, que a pesar de haber huido del socialismo del siglo XXI en Venezuela hacia economías más abiertas como la chilena o la estadounidense, hablan del necesario cambio del sistema capitalista.

 

Entre los que adversan el capitalismo, nos encontramos con ataques que van desde lo práctico, al expresar falsamente que economías socialistas como la sueca[2] tienen mejores resultados que las capitalistas, pasando por lo sentimental, expresando desde el resentimiento que el capitalismo es un sistema que no se enfoca en la gente y crea desigualdad, hasta llegar a lo utópico, exponiendo que el ideal socialista vencería cualquier manifestación del capitalismo real.

 

Sin embargo, ninguna de sus afirmaciones son argumentos válidos, ya que no parten de la verdad, sino de ilusiones y como nos recordaba Sir Roger Scruton, hay personas que no permiten que interfieran con ellas. A pesar de todo, muchos son los que han estudiado sin pasiones y de forma objetiva el capitalismo, guiados por sus resultados, el primero de ellos que tomaremos como referencia es el trabajo de la filósofa del objetivismo Ayn Rand, quién reflexiona:

 

“El capitalismo es el único sistema social basado en el reconocimiento de los derechos individuales, incluyendo los derechos de propiedad, por los cuales toda propiedad es poseída por entes privados.

 

El reconocimiento de los derechos individuales conlleva la exclusión de la fuerza física en las relaciones humanas: básicamente, los derechos solo pueden ser violados a través de la fuerza. En una sociedad capitalista, ningún hombre o grupo humano puede iniciar el uso de la fuerza física contra otros. La única función del gobierno, en tal sociedad, es la de proteger los derechos del hombre, es decir, la tarea de protegerlo de la acción de la fuerza física; para esto el gobierno actúa como el agente del derecho del hombre a la defensa personal, puede usar la fuerza solamente en represalia y sólo en contra de quienes inician su uso; así la constitución de un gobierno es la manera de colocar el uso de la represalia contra la fuerza bajo un control objetivo.

 

El capitalismo reconoce y protege el hecho básico, metafísico de la naturaleza del hombre: la conexión entre su supervivencia y el uso de la razón.

 

En una sociedad capitalista, todas las relaciones humanas son voluntarias. Los hombres son libres de cooperar entre ellos o no, de negociar entre ellos o no según lo que dicten sus propios juicios, convicciones e intereses individuales. Pueden tratar entre ellos sólo en los términos de la razón, o sea, por medio del debate, la persuasión el acuerdo contractual por elección voluntaria para benéfico mutuo.”[3]

En lo expuesto, hay elementos a destacar puntualizados por Rand, en principio es el carácter individualista que acompaña la descripción, el capitalismo, más allá de verse como un sistema económico, es social e  institucional. Allí,  su principal propiedad, sel cuerpo humano,  no puede ser vulnerado. Esto,  da sentido a la preocupación de sus gobiernos enfocados en la protección de las personas y sus derechos. Sin embargo, analizando con mayor atención, la voluntad del ser humano es un elemento clave, en vista de que no existe la posibilidad de la coacción sino de la cooperación en capitalismo.

 

Todo esto por supuesto, entrelazado con la razón del ser humano, que viendo los hechos de la realidad, tomas las decisiones para su propio beneficio, sin pasar por encima de los demás. Sin duda esto resulta completamente antagónico con el socialismo, tenga este la bandera que tenga, ya que es el uso de la fuerza es lo que impera en la planificación centralizada y los ejemplos lo vemos en los resultados de Camboya, la Unión Soviética y todos los intentos de colectivización que irremediablemente terminan en fracaso.

 

Además, resulta sumamente importante destacar, que los colectivistas de hoy, se han valido de argumentaciones astutas, al querer hacer comparaciones de socialismos utópicos e ideales con el capitalismo real, es decir, comparan un paraíso inexistente que bautizan como socialismo y critican el consumismo y enriquecimiento de los países capitalistas, ante esto, el profesor de Georgetown University Jason Brennan combate estupendamente expresando que «las comparaciones relevantes son el comparar el socialismo ideal con el capitalismo ideal y el socialismo real con el capitalismo ideal»[4] de no tener comparaciones equivalentes terminaríamos en conclusiones erradas y engañándonos a nosotros mismos. El real énfasis debe enfocarse en ser mejor cada momento posible en lo que realmente es posible lograr o en palabras del profesor Brennan:

 

“Hay muchas cosas que no podemos hacer o es posible que no seamos capaces de hacer y que, sin embargo, sabemos que sería bueno hacerlas. Es quizás imposible curar el SIDA pero sería mejor si pudiésemos curarlo. Es quizás imposible descubrir muchas verdades, pero sería mejor si la supiéramos. Es quizás imposible desarrollar alguna energía eficiente que sea libre de contaminación, pero sería mejor si pudiésemos. Los juicios de lo que es intrínsecamente bueno son independientes sobre los juicios de lo que es posible”[5]

 

Un socialismo bueno no existe, en vista de que sus posiciones en frente a de la propiedad privada, el individualismo y el lucro van en contra de la naturaleza humana, ante esto, los socialistas reprochan que el hombre es cruel y egoísta, sin embargo resulta un efecto espejo con respecto a los resultados que el socialismo aplicado en cada continente ha dado: dolor, hambre, miseria y muerte.

 

Es precisamente la propiedad privada, de la que con tanta fuerza reniegan los socialistas, sobre la cual el profesor Brennan reflexiona: la propiedad privada previene lo que el ecologista Garrett Hardin llamó: la tragedia de los comunes. El nombre tragedia de los comunes se refiere a la tendencia a explotar y luego extinguir los recursos cuando estos no están asignados a nadie – recursos que todos son libres de consumir y utilizar-. Por ejemplo, debido a que nadie es dueño de los peces del océano, la gente intenta pescar tantos peces como pueda antes de que otros lo hagan. Así en esta carrera por pescar, la cantidad de peces empieza a disminuir.[6] Por lo que para combatir esta situación, se hace necesaria la privatización, para así con el enfoque de producción y eficiencia más bien aumente la cantidad de los recursos.

 

Sin duda, más allá de la discusión entre la moralidad del capitalismo, o su refutación bajo la falacia de comparar el capitalismo real a un socialismo ideal, parece ser que los resultados prácticos del capitalismo son olvidados completamente. Es precisamente en el ámbito de lo práctico, que analizaremos las posibilidades del capitalismo y su eficiencia, de la mano de la investigadora de la Fundación Libertad Antonella Marty, quien habla de lo que realmente sucedió en Suecia:

 

“Suecia transitó el camino del libre mercado, ese camino que la hizo topar con los más altos niveles de un crecimiento real. En 1970 el país contaba con el cuarto ingreso per cápita más alto del mundo. Según los datos referidos de la OCDE. Pero Suecia también dejó de transitar aquel camino, y ya hemos visto, opto por el sendero del gasto público, de los elevados impuestos y de la asistencia social, abandonando las políticas que la habían hecho crecer de tan formidable manera. El declive comienza cuando opta por la socialdemocracia, donde el gasto público sube entre 1960 y 1980 de 31% a 60% del PIB, al igual que sucede con la presión tributaria, que entre 1960 y 1989 sube de 28% a 56% del PIB. De este modo Suecia experimentó una economía controlada, planificada. Donde abundaba el desempleo, la crisis económica y todo como resultado de optar por las fracasadas políticas socialistas de gobierno grande. Sin embargo la historia cambia: Suecia padece un gobierno gigante hasta que estalla la crisis de los años noventa, debido a sus toxicas políticas socialistas.

 

Por suerte los suecos se percataron de los males que aquel sistema intervencionista llevaba encima y, en 1990, Suecia abandona la socialdemocracia. De ahí en adelante, Suecia opta por un rumbo opuesto: reduciendo el tamaño del Estado, entregando el poder al ciudadano. Carl Bildt (1991-1994) comenzó a desmantelar el desmesurado estatismo, reconstruyendo el camino hacia mejores senderos: los gastos se fueron recortando, los servicios públicos deficitarios se fueron privatizando y se fue acabando, poco a poco, con los planes redistributivos. A su vez, se optó por implementar el sistema de vouchers en el área educativa, mientras se impulsó el rol empresario en la economía para generar mayores niveles de empleo”[7]

 

A través del ejemplo práctico de Suecia se aclara que las medidas colectivistas solo tienen como resultado el fracaso, Suecia que goza hoy de gran prosperidad y desarrollo, solo pudo lograrlo gracias al capitalismo, al punto de entrar en las economías más libres del mundo.

 

En conclusión, a pesar que los enemigos del capitalismo, radicales y moderados, intenten en un momento de incertidumbre como el actual, en plena pandemia, hacer todo lo posible por desprestigiarlo, este sistema reinventadose siempre será superior a nivel moral y práctico, emergiendo como una realidad eficiente ante las falacias. El capitalismo al no ser perfecto, pero si perfectible aprenderá de las dinámicas internacionales de hoy y se presentará fuerte en el futuro inmediato. Las naciones que lo adopten tendrán sin duda buenos resultados y quienes apuesten por el colectivismo y la intervención tendrán un aprendizaje costoso.

 

Referencias

[1] Tomado de la izquierda diario, disponible en: http://www.laizquierdadiario.com/Zizek-y-el-golpe-mortal-al-corazon-del-capitalismo

[2] Con respecto a la economía de Suecia es falso que sea socialista, pero lo veremos más adelante.

[3] Rand, Ayn. Capitalismo, el ideal desconocido. Editorial Grito Sagrado, pp. 25.

[4] Brennan, Jason. Capitalismo, ¿Por qué no? FPP, pp. 87.

[5] Brennan, Jason. Capitalismo, ¿Por qué no? FPP, pp. 30.

[6] Brennan, Jason. Capitalismo, ¿Por qué no? FPP, pp. 105.

[7] Marty, Antonella. Capitalismo: un antídoto contra la pobreza. CEDICE, pp. 214-215.

Imagen: Obra «Early Spring» de William Mark Fisher.

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.