Bolivia y  la conquista de la libertad

Leonardo Osorio Bohórquez

 

No cabe duda que Latinoamérica se encuentra convulsionada por las últimas protestas y eventos políticos. El cambio parece ser la norma, algunos países deciden seguir caminos ampliamente diferenciados. En el caso de Bolivia, este país intentaba salir de la órbita del llamado socialismo del siglo XXI impulsado por Evo Morales.

 

Como siempre, muchos análisis se ven condicionados por el manto de las ideologías. La tesis del golpe de Estado y el victimismo es el discurso construido por quienes apoyan al ahora expresidente indígena. Evo Morales venía violando la constitución boliviana hace algunos años, desde el mismo momento  que desconoció el resultado del referéndum que le impedía postularse a un nuevo mandato presidencial.

 

A pesar de ese resultado adverso,  por un dictamen del Tribunal Supremo partidario del gobierno, el entonces presidente consigue superar los impedimentos jurídicos para lanzar su candidatura. Cuando se dan las elecciones, los resultados mostraban la necesidad de ir a segunda vuelta. Luego inesperadamente Evo Morales es declarado ganador.

 

La OEA y  otros observadores internacionales tampoco aceptaron la trasparencia de los resultados. La notoriedad de un fraude electoral fue bastante obvia. Estos hechos son desconocidos o ignorados por quienes defienden al ex-presidente boliviano. Las protestas sociales, donde participaron además muchos indígenas, no se hicieron esperar.

 

Era una sociedad indignada por la trampa electoral, que no estuvo dispuesta a aceptar un autoritarismo abierto luego del intento de fraude. Bajo esa perspectiva, es evidente que el golpe de Estado fue dado por Evo Morales y no por la sociedad boliviana, debido a sus intentos por querer permanecer en el poder al margen de lo establecido por las leyes.

 

Trataba de replicar lo que han sido los gobiernos autoritarios surgidos en América Latina a partir de la expansión del socialismo del siglo XXI, el desprecio por el juego institucional ha sido una de sus características más notorias. La alternancia democrática no es la norma, es la fortaleza institucional de los países lo que permite el efectivo cumplimiento de un cambio de poder.

 

Las protestas en Bolivia también fueron fuertemente reprimidas, pero la interpretación de ciertos analistas es que era una conspiración de la derecha y del imperio norteamericano. Nunca se aceptan las causas reales y legitimas del descontento del llamado pueblo tan ensalzado por esos gobernantes socialistas, excepto cuando no deciden apoyarlos.

 

De esa manera los defensores de Evo mantuvieron un discurso que se manejó a partir de la retórica racial, eran las clases hegemónicas blancas y capitalistas, en contra de los indígenas. Pero buena parte de los indios protestaron contra el autoritarismo del gobierno.

 

Una de sus consignas de los bolivianos era no querer vivir una dictadura como la de Venezuela. Aunque la situación económica de Bolivia dista mucho de ser como la venezolana,  tampoco es tan prospera como la quieren hacer ver. A la larga todos esos modelos socialistas terminan conduciendo a las naciones a la ruina debido al elevado nivel de estatismo que coarta las libertades fundamentales para lograr un auge real de la productividad. Los gobiernos interventores siempre tienen niveles de corrupción escandalosos por parte de la cúpula gobernante enriquecida a costa del erario público.

 

Aunque Evo Morales contaba todavía con unos niveles aceptables de apoyo,  los bolivianos entendieron los peligros de permitir la permanencia en el poder  al gobernante indígena lo que podía significar una dictadura sin cortapisas. Se mantuvieron en constante lucha con muchas bajas civiles, no compraron la idea del dialogo, y no aceptaron que se diera la segunda vuelta porque ya no había confianza para ir a las elecciones luego del intento de fraude.

 

La dirigencia política estuvo de la mano de las protestas de calle, y no cedieron en su aspiración de cambio político. Finalmente Evo sale en televisión y anuncia su renuncia, con el fin de poner un “cese a la violencia”. La razón real es que ya había perdido el apoyo de los militares y la policía, varios funcionarios de gobierno habían renunciado, acorralado y sin mayor margen de maniobra para mantenerse por la fuerza, no le quedó más alternativa que abandonar el poder.

 

Por supuesto su mensaje está cargado de victimismo que es el arma más poderosa que ha utilizado la izquierda socialista en los últimos años. Mostrar a Evo como víctima de un golpe de Estado, aunque legalmente renunció después de haber reprimido fuertemente a la población.

 

No le quedó más alternativa que buscar asilo político. Curiosamente Venezuela no fue una de sus opciones. Es la ironía de los comunistas, no eligen como destino a sus principales abanderados. Que México le diera asilo a Evo muestra las nuevas alianzas que realiza el gobierno de López Obrador, abierto a establecer relaciones con gobernantes altamente autoritarios.

 

Luego de la salida de Evo del poder, asumió la presidencia interina Jeanine Añez, y de inmediato ha puesto en marcha una serie de medidas para garantizar la paz en el país boliviano. Expulsó a los médicos cubanos que hacían vida en el territorio y seguramente actúan como espías del régimen castrista, convocó elecciones en un plazo de noventa días e instó a iniciar procesos judiciales en contra de los represores y cómplices del régimen.

 

Una cosa es llegar al poder y otra mantenerlo. Bolivia está dando pasos definitivos para logar su estabilidad política necesaria para lograr una transición pacífica. Los bolivianos mostraron que la libertad es algo por lo que siempre se debe luchar, aún en condiciones adversas, y es un derecho irrenunciable de los pueblos.

 

Este es un principio universal que va más allá de toda retórica política, diferencias raciales o socio-culturales. El autoritarismo creciente amenaza la estabilidad de las democracias en el continente, son las sociedades las que deben tener conciencia de la importancia de vivir en libertad, al margen de toda promesa redentora de cambio político, deben estar siempre dispuestos a luchar por conservar sus libertades en contra de los líderes mesiánicos.

 

Evo Morales demostró que la aspiración a convertirse en dictador no es solo un anhelo de los blancos criollos, los líderes indígenas también son presos de las ambiciones de poder. Los contrapesos institucionales se hacen cada vez más indispensables en escenarios donde los gobernantes intentan cambiar las leyes para permanecer indefinidamente en el mando. Pero la última palabra la tienen siempre  las sociedades.

 

Referencias

Imagen: AP

 

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