Gumersindo Torres (1875-1947): importancia histórica de la ley de hidrocarburos de 1920. Estado rentista su origen, su expansión y su declinación (1920-2020)

Ramón Rivas Aguilar

 

Yo me dediqué con devoción de  universitario a estudiar  la cuestión petróleo y las leyes  americanas,  rusas, mejicanas,  etc., que regían su explotación  y con cuantas observaciones pude hacer de los conocimientos adquiridos, ocurrí a mi amigo  el Doctor Pedro Manuel Arcaya, eminente jurista, para que organizase  todo aquello  y formulase  el proyecto de decreto que se me había pedido, proyecto que fue después enviado  a cada Ministro, bastantes días  antes de  consideración en  gabinete (Memorias de  Gumersindo Torres. Edición especial de la Presidencia de la República, Caracas, Venezuela, 1996, pp. 66)

 

No se les ha hecho  a ellas regalo alguno, [compañías petroleras], sino que se les han dado  los campos en  arrendamientos- usando el gobierno del derecho de propiedad  que tiene del subsuelo – por un cierto número de años…., resultando una especie de asociación  entre  los concesionarios o sus causahabientes y el gobierno: aquellos como socios capitalistas y éste, como socio propietario, que recibe una renta de las empresas petroleras por todas  y cada una de las concesiones vigentes, aún en el caso  de que éstas  no produzcan ni  una gota de petróleo, recibe un porcentaje del petróleo explotado en cualquier concesión que lo produzca y no está obligado a pagar un céntimo de las pérdidas, por cuantiosas que sean. (Claudio Urrutia” Apuntes Sobre la industria petrolera en  Venezuela y su influencia  en la vida económica del país. En: Boletín  del Ministerio de Fomento (tercera época), Caracas, 24 de julio de 1934, año lll, número 32, pág. 3045.

 

Las Memorias de Gumersindo Torres  revelan  la grandeza y la miseria del gomecismo en torno a la cuestión petrolera.  Una descripción de cómo el tema petrolero fue el resultado de un largo aprendizaje  para comprender en su justa dimensión histórica la importancia del Estado rentista  con un futuro resplandeciente  en el porvenir  de la Venezuela del siglo xx (Ramón Rivas Aguilar, 2020)

 

Gumersindo Torres, médico- sanitarista y exministro de fomento (1917-1922; 1929-1932), jugó un papel estelar  en el fortalecimiento y consolidación del poder del Estado sobre los hidrocarburos. Dentro ese marco, se promovió un marco institucional  (1918-1935)  que  sentó las bases del intervencionismo  rentista. Un poco de historia.

 

Hasta 1920, el Estado dueño de la riqueza minera del país,  estimuló una política liberal con la finalidad de atraer al capital extranjero  para la explotación  de las minerías. Las élites gomecistas sin ningún tipo de prejuicio cultural vieron en el capitalismo la  fuerza motriz para sacar a la nación de su estancamiento económico y social.

 

Por lo que era vital impulsar un entorno institucional, jurídico, político y cultural favorable al desarrollo del capitalismo en Venezuela. Paz, seguridad e incentivos fiscales y económicos  para alcanzar tal propósito.

 

En ese sentido, el poder ejecutivo  otorgó a venezolanos y a extranjeros concesiones para la exploración, la explotación   y la comercialización del petróleo, cobrando un simple impuesto,  un impuesto general que no era regalía,  ni  impuesto de explotación  ni  renta del suelo.

 

Sin embargo, esa postura liberal del gobierno gomecista, se transformó radicalmente con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y con la feroz  competencia  entre las compañías por adquirir cada vez más concesiones petroleras. Una  nueva fuente de energía  que comenzó  a hacer utilizada por la maquinaria bélica en la Primera Guerra Mundial. De igual modo, el afán  de las compañías por obtener más petróleo,provocó un cambio de percepción en la mentalidad de los gomecista para abrirse hacia la configuración de un marco institucional y establecer las bases  de un Estado rentista.

 

Por tanto, la promulgación de la Ley de hidrocarburos,  el 20 de junio de 1920, con la firma del presidente provisional  Dr.  Victorino Márquez Bustillo y del Ministro de Fomento Gumersindo Torres, fue la expresión histórico-institucional que le  dio  al  Estado venezolano la potestad de participar en los beneficios que derivan del negocio petrolero, capturando una remuneración, una regalía,  un impuesto de explotación, una renta del suelo, una y la misma cosa, por ser propietario de los hidrocarburos.

 

Un cambio extraordinario en la forma de cómo se definiría el papel del Estado en la economía; de cómo se definiría una nueva riqueza minera, ajena al esfuerzo productivo nacional; de cómo  definiría la relación   de tipo de cambio, de cómo se definiría que tipo  de acumulación de capital y su canalización en la vida económica  nacional.

 

En fin, una gigantesca revolución estructural que marcaría el porvenir de Venezuela. En ese sentido, el historiador venezolano Caracciol. Parra Pérez (1938) tuvo  intuiciones  geniales sobre el petróleo y su importancia en la vida nacional. En primer lugar, vio en el petróleo el gran negocio  para promover la economía sin  tomar en cuenta  la imagen fatídica de sembrarlo. No.

 

Cobrar impuestos e invertirlo en el desarrollo nacional, rechazando esa creencia apocalíptica  del agotamiento  del petróleo y, como consecuencia, el descalabro del país. De igual modo, señaló  que sobre la explicación  del fenómeno petrolero no existía literatura  clásica. Asimismo,  percibió un modelo de acumulación de capital de origen no convencional. Para bien o para mal, el problema central era  capturar más ingresos por vía impositiva y cambiaria: tributos más revalorización del bolívar. En todo caso, como diría el expresidente del Banco Central de Venezuela  Gustavo  Herrera “en el caso de Venezuela el único libro que debe consultarse es el que nadie  lee: el libro de caja.

 

Así, el protagonista de tan importante decisión histórica, Gumersindo Torres, expuso con claridad el enfoque rentista y olfateó el futuro de la industria petrolera  y su influjo en las fuerzas económicas y sociales del país en la Memoria  de Fomento, presentada al Congreso nacional, en el mes de junio de 1920:

 

Así, pues, en Venezuela hay impuestos, pero nada pagan las operadoras  por el derecho mismo  a la explotación, como  en todas las otras naciones tienen que hacerlo, ora  a los propietarios del suelo, comprándoles o arrendándoles carísimas las tierras petroleras, ora al Estado mismo, si el terreno es baldío, mediante especiales estipulaciones contractuales (pp. XIV-XIX).

 

Dentro de esa perspectiva,  el historiador y miembro clave del sistema político gomecista, Pedro Manuel Arcaya,  tuvo  una participación estelar  en el diseño institucional  que trasformó al Estado venezolano  en un Estado rentista.

 

Participó en la redacción de la legislación de hidrocarburos que se promulgó entre 1918 y 1935. Una legislación cuyo fin era la fiscalización  y la vigilancia del  Estado sobre el negocio petrolero, en manos  del cartel internacional (1928). Una legislación minera, con sus alcances   y límites,  buscaba  en última instancia, evitar el despilfarro y la destrucción de los yacimientos petrolíferos por razones fiscales y económicas.

 

Por supuesto, que hubo corrupción, despilfarro, irregularidades, preferencias y otras notas negativas  en  el negocio  del petróleo; pero, es indudable que hubo  un esfuerzo inmenso para comprender el significado histórico de una riqueza minera, como el petróleo, en manos del Estado,  de cómo  preservarlo y mantenerlo en condiciones óptimas   para   beneficiar  a la  República. Por lo que no  fue  casual ese marco institucional  que  se constituyó entre 1918 y 1943.

 

Un largo proceso histórico de aciertos, de límites, contradicciones y paradojas, cuyo resultado final fue favorable al Estado venezolano con un futuro resplandeciente  para el país. Se insiste, Las Memorias de Gumersindo Torres (1996), son el testimonio de un testigo excepcional que vio con  todo el esplendor y  oscuridad  la era del gomecismo en cuanto al fenómeno petrolero su alcance y su límite.

 

En importante destacar que en ese periodo histórico se plantearon todos los problemas de carácter político, económico, técnico, jurídico que giraron alrededor de la cuestión petrolera. Problemas que resolvieron con inteligencia, sabiduría, mesura, con firmeza y voluntad política los gobiernos de López y Medina, respectivamente (1936-1945).

 

Esta reflexión constituye una mirada histórica  sobre el tema petrolero en aquel periodo  histórico, difícil y complejo, que  cuestiona uno de los mitos culturales  más negativo contra la inteligencia del venezolano: las leyes de hidrocarburos fueron redactadas por los abogados de las compañías petroleras internaciones. Una falacia histórica que subestimó la inteligencia de los venezolanos. Además, es necesario destacar el mérito histórico del papel de los andinos en la constitución de los cimientos institucionales  que echaron  las bases del rentismo, del estatismo y  de la industria petrolera nacional (1899-1943).

 

En perspectiva histórica, la Ley de Hidrocarburos,  promulgada el 20 de junio de 1920, fue el inicio, la expansión y  la declinación del Estado rentista entre 1920 y 2020. Las élites gomecistas y post-gomecistas (1899-1998),  fueron claves  para  la constitución de los cimientos institucionales del Estado rentista, su profundización, fortalecimiento, consolidación a lo largo de un siglo, hasta alcanzar  su clímax máximo y  ruina  en la era  del chavismo y del madurismo.

 

La era revolucionaria y bolivariana (1998-2020), representa la expansión  y el  declive del Estado rentista, cuyo origen se remonta a aquella  Ley de Hidrocarburos, promulgada el 20 de junio de 1920, hace un siglo. La Venezuela petrolera, rentista y estatista, en el periodo histórico (1998-2020), desapreció del mapa petrolero mundial. Dejamos de ser aquel  país del oro negro de tanta importancia  geopolítica en el escenario energético del Hemisferio Occidental.  En otras palabras, el fin del Estado rentista  y del rol  del petróleo  venezolano  en la geopolítica de energía  planetaria.

 

Ahora bien,  cual es el futuro de un país como Venezuela,  con una inmensa riqueza petrolera, un estado que dejó de ser rentista y que perdió su rol  extraordinario en el escenario petrolero  mundial,  con   una presencia significativa  de un nuevo paradigma energético,   y  con  el mayor número de naciones  con  la voluntad política y científica y tecnológica para potenciar sus capacidades productivas  con energía  no convencional. ¿Qué hacer?.

 

Un camino  para superar  la vida material y cultural   de la provincia de Venezuela que se deleitó  y embriagó con el espíritu rentista y minero, para bien o para mal, es la de inventar  una Venezuela  en el marco  de una revolución capitalista que le devuelva a los venezolano la propiedad absoluta de la riqueza que se encuentra en la superficie del suelo y del subsuelo en manos del Estado. Así, los venezolanos se liberarán  del peso gigantesco del estatismo y  de los caprichos de sus gobernantes. Mientras  la riqueza  del suelo y del subsuelo,  esté en manos del Estado y de los políticos seremos sus esclavos y sus siervos.

 

El destino vital  de la Venezuela del futuro está en manos de los jóvenes que se erigen  en los protagonistas que  echarán los cimientos  de un país  auténticamente  libre, cuyo fundamento último de la prosperidad material y espiritual de las naciones descansa en la libertad individual. Sí.

 

La acción humana, la capacidad empresarial, emprendedora, creativa e innovadora  de millones  de venezolanos,  con sus mentes y sus manos, labrando y formando la vida material y cultural de las provincias, sin las migajas y las miserias  del estatismo, del socialismo, del comunismo, del colectivismo, del tecnocratismo, del partidismo, del democratismo, del paternalismo, del populismo,  del nacionalismo, del proteccionismo. Una variedad de términos políticos identificados por un denominador común: la cultura del subsidio. La cultura del subsidio pretende estructuralmente hacia el pobrismo de los seres humanos para convertirlos  en rebaños, sumisos y pasivos, al servicio del gran Estado.

 

No. La Venezuela del futuro desde el presente se construye con espíritu republicano, civilista, libertario  y empresarial. Con fe vamos hacia la conquista de la república civilista, federal  y empresarial. En el ocaso, en la más oscura sombra de la noche,  como dirían los poetas de  las altas montañas  que se ilumina   con el sol de los venados, emerge misteriosamente el resplandor gigantesco  de la Venezuela del porvenir. Como diría  el más importante filósofo  de habla hispana Don José Ortega y Gasset:

 

Más no hay evasión posible. El hombre no puede volver  a ninguna edad  zaguera. Está consignado, quiera o no, a un futuro que es siempre, en efecto, nuevo y distinto, llamémosle o no progreso. A pesar  de lo vieja que es nuestra especie y de que heredamos  todo el pretérito, la vida es siempre nueva y cada generación  se ve obligada a estrenar el vivir, casi, casi como si nadie lo hubiese practicado antes.(Sobre la caza y los toros y el toreo. Revista de Occidente en Alianza  Editorial, Madrid, 1986, pág. 89).

 

Referencias

Imagen: El Doctor Gumersindo Torres, de Francisco Maduro Inciarte

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