Venezuela dentro del contexto de la pandemia ¿es posible una implosión social?

Leonardo Osorio Bohórquez

 

Venezuela vive la peor crisis de su historia contemporánea, escasez generalizada de combustible, de agua y fallas constantes del sistema eléctrico, sumado a altos niveles de empobrecimiento de la mayoría de su población. Todo esto resultado de un caos planificado por el Estado venezolano desde la época de Hugo Chávez, con la finalidad de controlar a la población sobre la base de sus necesidades.

 

En ese punto el gobierno es altamente eficiente, ha logrado mantenerse en el poder por más de 20 años, lo cual quiere decir que tiene capacidad para sacar provecho de la crisis económica y la confrontación política. Se debe entender que todo responde a un muy claro objetivo, si bien siniestro, bastante coherente en función de lograr consolidar un proyecto totalitario, no diseñado para satisfacer las necesidades de los venezolanos, sino para dominarlos. Esto ya lo hemos explicado en otros trabajos antes publicados.[1]

 

Desde el 2018 la mayoría de las protestas estaban enfocadas en demandas referidas sobre todo a reclamos por la falta de servicios públicos o por no recibir las bolsas de alimentación que el gobierno concede a precios subsidiados. En el 2019 con el surgimiento de Guaidó como líder político y proclamado presidente interino reconocido por buena parte de la comunidad internacional, la esperanza parecía volver a los venezolanos.

 

Con el paso de tiempo y ante la imposibilidad de materializar el cese de la usurpación, nuevamente la participación en manifestaciones por razones políticas descendía cada vez más. Ante la pandemia y el confinamiento temprano decretado por el gobierno, se logró desmovilizar completamente a la población y evitar de esa manera nuevas convocatorias a marchas por parte de la oposición.

 

Sobre todo la falta de alimentos, gasolina, electricidad y agua son el centro de los reclamos de los pobladores. En algunos estados incluso ha habido saqueos de alimentos. Hay quienes ven en esas acciones el preludio de una posible implosión social. No hay duda de que el escenario actual es caótico para los venezolanos pero sin una dirección o coordinación política es difícil esas protestas trasciendan el plano local.

 

Producto de las sanciones internacionales que imposibilitan acceder a los mercados financieros extranjeros,  y los bajos precios del petróleo actualmente, Maduro tiene un limitado margen de maniobra para enmendar la economía dentro de ese turbulento escenario, esto hace que exista una  “tormenta perfecta” según algunos analistas.

 

El desatino principal de esa lógica, está en pensar que Maduro necesita resolver la crisis económica para sostenerse en el poder. Si esto fuera cierto, desde hace años el gobierno habría sido derrocado. En los últimos tiempos lo que ha habido es un éxodo masivo de venezolanos debido a esa falta de esperanza en un cambio político. Se ha subestimado al chavismo en múltiples oportunidades, y su capacidad de sacar provecho del caos.

 

El futuro siempre está abierto a diferentes posibilidades, es imposible dar un pronóstico exacto de lo que va a suceder en Venezuela, pero dar al gobierno por vencido es un error, y la concreción de una implosión social es la menos plausible de las probabilidades, aun dentro del contexto de la pandemia. Años de lucha no han enseñado todavía a entender cómo funciona y se sostiene el chavismo en el poder. Solo si se conoce bien al adversario, y sus reales debilidades, será posible diseñar una estrategia coherente para lograr el cambio político.

 

Referencias

[1] Leonardo Osorio, «El socialismo totalitario en Venezuela: pobreza y control social «Iberoforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Nº 28. Pp. 126 – 158.

Imagen: Obra «The Sick Valentine Gode-Darel» de Ferdinand Hodler

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