
17 May Serie: Pensar la historia. ¿Para qué sirve la historia? La nostalgia y los hombres del pasado. II parte
Jo-ann Peña Angulo
El presente y el futuro parecen tener un enemigo común en los hombres del pasado. Al respecto, reflexionábamos en la primera parte de este artículo http://ideasenlibertad.net/4795-2/ Aquellos, que de ser posible,serán capaces de romper la causalidad histórica, para acabar así con las inevitables posibilidades de la incertidumbre.
La importancia del pretérito se halla en la necesidad del hombre de recordar su origen, su historia y su memoria. El problema surge cuando los hombres del pasado pretenden congelar el presente y la posibilidad de futuro. Para ellos, es imposible estudiar lo contemporáneo y el porvenir. Insisten una y otra vez, en el estudio del pasado.
En este sentido, recordamos el trabajo de Heródoto, el padre de la historia, cuya obra basada en observaciones como testigo ocular, en la tradición oral, se convierte en legado para conocer y para que no se olviden, las hazañas de griegos y persas. La dimensión del presente vivido como observador no impidió sin embargo su legado como conocimiento de recorrido histórico.
Los problemas del presente se estudian exclusivamente en función de este, de aquello que no se puede cambiar. ¿Dónde está el trabajo del historiador que proyecta escenarios y posibilidades históricas?
Distinguimos aquí, a la historia entendida como simple devenir de hechos y la historia como disciplina social, que exige de historiadores que no sean solo amantes del pasado.
Valorar nuestro pasado individual, familiar y nacional, no tiene el mismo significado para historiadores y no historiadores. Para los segundos, conlleva la responsabilidad de separarnos de él, y comprender por ejemplo la definición del historiador francés, March Bloch cuando nos dice «La historia es la ciencia de los hombres en el tiempo»[1]. El pasado parece entonces marcar el destino del hombre y peor aún el de la disciplina histórica. En este campo, es obligatorio ir al pasado a buscar respuestas del presente, Es el pasado, período de tiempo esencial para reflexionar sobre el estudio de los hechos y procesos históricos. Es inevitable ir al pasado pero no acudir al presente para indagar las incertidumbres de la condición humana. Ir al presente, tampoco debe traducirse en ocuparse simplemente de las coyunturas o de los flashes históricos, esos que nos escandilan y que impiden ver en ellos, la inevitable movimiento de la historia.
Hay entonces dos amantes del pasado, unos son inofensivos otros altamente peligrosos y nocivos. Estos últimos, se aprovechan y otros son usados para hacer del presente nacional una representación totalitaria del poder político. Recrear la historia a partir de los héroes del pasado y de los anhelos pretéritos nacionales tiene altas repercusiones culturales, emocionales y psicológicas. Es más fácil hablar del pasado que del presente y del futuro. El pasado parece estar dado, escrito; el presente está en continuo movimiento.
La excusa es: no puede hacerse historia del presente ni contemporánea. Al encontrarse el historiador inmerso en su proceso, suelee verse su indagación bajo el influjo de la subjetividad. Aún hoy en día, en pleno siglo XXI, es difícil para algunos comprender la naturaleza subjetiva de la disciplina histórica.
El historiador debe recurrir al pasado para buscar posibles causas y explicaciones. no para buscar narrativas y descripciones pretéritas, las cuales emergen como islas de hechos y como simple banco de datos. ¿Por qué y para que recurre el historiador al pasado en sus investigaciones?
Los hombres del pasado en su enfado con el presente, son presas fáciles de los nacionalismos, de los egos autoritarios y totalitarios. Como lo expresaramos en «Totalitarismo en nombre de la nostalgia»[2]
La nostalgia totalitaria prohíbe el olvido a sus ciudadanos. Para evitar que esto ocurra, llena de propaganda con vistosas pancartas, calles y avenidas, recordando con frases y mensajes, la inamovilidad de la clase gobernante, única capaz de lograr la grandeza nacional. El recuerdo se hace ritual oficial y su política, la nostalgia.
En la construcción del pasado de estos entramados hay historiadores y no historiadores. En todos estas historiales exagerados del pretérito, la idea de inevitabilidad es entendida como «lo inevitable es materializar el pasado, la deuda con los héroes del pasado queda así cancelada.
Las leyes que movilizan los comportamientos sociales se mueven en la linea temporal del presente, pasado y futuro. ¿Cómo se comprenderan estos escenarios si solo se insiste en rememorar el pasado? y no mirar hacia adelante. El miedo al porvenir los convierte en hombres del pasado, ciudadanos de un pais que se queda en el pretérito mirando un horizonte lejano que nunca llegará, mientras que el norte siga siendo su pasado.
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