
18 Ago ¿Por qué no tocamos fondo?
Ezio Serrano Páez
Como es habitual en estos casos, el alcalde se presentó una hora después de lo indicado en la convocatoria a la reunión. Su séquito estuvo conformado por policías, algunos guardias nacionales, representantes de los Clap, el Seniat, y Consejos Comunales. Muy cerca del muro de descarga que sirvió de escenario, un temible grupo del comité de usuarios del mercado municipal, agitaba consignas contra la especulación y la guerra económica. Son las orejas y sapos que la mafia apoderada del poder local, mantiene diseminados por aquel espacio. Los comerciantes, adjudicatarios de los locales, ya están acostumbrados a las arengas amenazantes, a las ofertas engañosas y al desparpajo demagógico de aquellos administradores. Una idea se desliza silenciosa por las mentes avisadas de aquellos rehenes: ¿Qué nueva amenaza traerán en los mapires ideológicos los pandilleros en el poder?
1.- Y… ¿dónde está el mercado?
Nada podía alterar la atmósfera general de aburrimiento y hastío. Los discursos iniciaron con una fogosa oradora denunciando algo insólito a su entender: ¿Cómo es posible que en un puesto del mercado vendan el pollo a veinte mil bolívares el kilo, y al lado esté un “hambreador” del pueblo vendiendo el mismo pollo (sic) a veinticinco mil? La genial representante del Consejo Comunal no tiene reparo en mostrar su absoluta ignorancia en torno a lo que es un mercado, caracterizado justamente por eso, por las diferencias de oferta como opciones para la demanda. Febriles adoradores de las regulaciones que hoy nos matan de hambre, aborrecen y satanizan cualquier cosa que se parezca a la competencia de precios. La arenga de la dama comunera, casi termina en juicio popular contra los especuladores. Con gritos desgarradores, los del comité de usuarios, acusaban a los carniceros y charcuteros ya sudorosos.
2.- La ley como soporte del delito
Tras algunos llamados al silencio, tomó la palabra el representante del Seniat. Menos excitado que el orador anterior, procedió a recordar lo que la ley prohíbe: ¡No vamos a permitir el uso de puntos de venta por comerciantes que no posean la cuenta jurídica correspondiente! ¡Tampoco permitiremos la venta de productos con doble precio, en efectivo y por transferencia! ¡No permitiremos la compra o venta de efectivo! ¡Quienes no acaten nuestras medidas, serán objeto de cierre temporal o definitivo! Algún inconforme se atrevió a murmurar: ¡Tú lo que quieres es que me coma el tigre! Pero fue apabullado por los gritos del Comité de Usuarios pidiendo cierre. ¡Que los cierren, que los cierren! Cualquier voz disidente corría el riesgo de provocar la reconversión No monetaria, de una asamblea popular en ordalía. El mismo gobierno que acabó con el dinero en efectivo y destruyó la plataforma tecnológica del país, ahora obliga su uso y criminaliza la búsqueda de alternativas. Saben que los comerciantes sin punto de venta están condenados a desaparecer. Son los rehenes favoritos, sometidos a una vulgar extorsión. Colocados en el filo de la navaja, los comerciantes podrán sobrevivir si pagan la vacuna correspondiente, ya eso se sabía.
3.- El Alcalde y el Período Especial
De origen oscuro, no por el color de su piel, sino por los relatos que le asocian con bandas criminales, el alcalde marca una interesante diferencia respecto a los oradores anteriores. Parece asomar un tono conciliador. Su discurso es menos punitivo, pero más a lo Ivan Pavlov. Dos eventos aparecen asociados al condicionamiento pavloviano de la conducta. En este caso, premio y castigo, la caricia y el garrote, sumisión o represión. El padre o jefe de la tribu, hilvana un discurso manipulador por contradictorio y viceversa, tan primario y básico que apunta a los instintos: Salvarse, sobrevivir. Habrá puntos de venta para quienes se sometan a derecho, vendrán mejoras en los servicios del mercado, habrá mayor seguridad, cajas Clap para todos. Pero que nadie se equivoque, porque más allá de la guerra económica, “estamos en período especial,” y en esta etapa de la lucha, la propiedad no cuenta. Tampoco, el hambre o las ganas de comer. La vida misma no importa, sólo importa la revolución. Podemos vernos en el hueso, pero no dejaremos el poder.
4.- Condenar el progreso
Lo actuado y observado en el poder local puede ser ampliado en escala, hasta el gobierno nacional. Se trata de un régimen político cuya imagen más acabada debe buscarse en los relatos sobre conducta hamponil, en la historia de la mafia, y en el pragmatismo estalinista, corregido y aumentado por la dictadura castrista. Son las auténticas tres raíces de la revolución bolivariana. Al ver y oír las arengas, los gritos aprobatorios, los aplausos, jadeos y contorsiones del comité de usuarios del mercado, ya uno puede entender lo señalado por José Antonio Marina (citado por el colega Luis Montes) en una reseña reciente:
“…con toda razón, que las tiranías embrutecen y encanallan a los ciudadanos. Pero hay algo singular en las tiranías comunistas (en virtud de su catastrófico desempeño económico que puede conducir a grandes hambrunas). Dada la extrema penuria, los individuos sacan lo peor de sí, y hasta llegan a celebrar la miseria”(Montes, L. 2018, p.1)
Tres aspectos cobran importancia a partir del análisis de lo ocurrido en el mercado municipal: a) El lenguaje criminal se mimetiza con el lenguaje político cuando sólo importa mantener el poder, b) Para liquidar la resistencia del cuerpo social (en este caso los comerciantes), se atizan los instintos, con lo cual se atomiza a la sociedad y se facilita su dominio, y c) Reducidos a instintos primarios, hambre y sobrevivencia, olvidamos la idea de crecimiento, progreso y bienestar.
5.- ¿Por qué no tocamos fondo?
Porque, tocar fondo supone la conciencia de haber caído desde un estadio superior a uno inferior. Porque al tocar fondo, podemos rebotar si la razón nos muestra la precariedad del momento y la posibilidad de superarlo, de levantarnos y elevarnos hacia un estadio superior. Esto a su vez supone, recuperar la noción de progreso, de avance, desde el oprobio hacia la reconquista de la dignidad. La dictadura castrista pasó 60 años negando el progreso, en permanente caída en su abismo revolucionario. ¿Cuánto tiempo emplearemos nosotros para tocar fondo? El que se va del país decide no seguir en caída libre. Intenta rebotar en otro país. Pero es una respuesta individual, consecuencia de la atomización. El punto es como tocar fondo y rebotar colectivamente: necesitamos recuperar la idea de cuerpo social, nación, colectividad. Y todo esto pasa por definir lo que nos une. La dictadura nos quiere atomizados, en caída permanente, reducidos al instinto de sobrevivencia. ¿Hasta cuándo los vamos a complacer?
Jose rodrigo chacon molina
Posted at 20:01h, 18 agostoDe acuerdo en este escrito, donde se resumen parcialmente la dificil situacion en este momento, Tocar fondo, hay miles y miles por no decir millones ya estan tocando fondo, desde hace tiempo, sin lo mas elemental como son servicios, alimentos, agua, luz, Hospitales colapsados, Transporte, combustible y vias destruidas, Si muchos ya tocaron fondo, hay otro grupo que pueden manejar esa opcion de emigrar por contar con cierta capacidad economica, y el otro grupo los que no contamos con esa posibilidad real de salir de esta infernal locura, nos resistimos a pensar que esto durara mucho mas tiempo sin que ocurra un desenlace en el que podamos ver una luz al final del tunel, hay quienes apostamos a una salida diferente a la hasta ahora planteada, la electoral, los acuerdos y mediaciones son el oxigeno que esta permitiendo la prolongacion de esta pelicula de terror, el juego esta en otros terrenos y deben salir triunfadores y derrotados de eso no hay dudas, lo que apremia es el tiempo para esas definiciones, esta nueva casta delincuencial aprovechando directrices de macabros personajes, aprovechando a un pueblo ignorante y grupos economicos muy poderosos que han visto crecer sus fortunas a costa de el sufrimiento de millones, pasara a ser en la historia como una de las tragedias mas grandes en este siglo.