
18 Ago Las opciones de Guaidó
Bernardino Herrera León
Respeto el hecho que Guaidó haya optado por la tesis del “quiebre” del chavismo, después que asumió la presidencia interina del país. Esta tesis consiste en creer que el régimen chavista caería por implosión interna, cuando una o varias de las fuerzas que lo sostienen derrocarían al dictador Maduro. Y que luego, reconocerían a Guaidó como presidente legítimo.
Esta tesis ha fracasado tres veces. En enero, con las leyes de amnistía de la AN. El 23 de febrero de la ayuda humanitaria. Y el 30 de abril con la toma militar del distribuidor Altamira.
Nunca compartí, ni comparto, esa estrategia. Por una razón poderosa. Requería conceder amplia impunidad a corruptos y criminales contra la humanidad. Y asociado en sociedad con tales socios, jamás emergerá nada nuevo y bueno.
Entre las fuerzas que haría posible el quiebre, estarían algunos “bolichicos”. Llamados así al convertirse en multimillonarios sirviendo al gobierno de Hugo Chávez, sea por corrupción, por testaferros o como intermediaros. Saben que el régimen chavista es inviable. La dictadura depende, cada vez más, de mercenarios y organizaciones delictivas. Y deja de ser buen negocio cuando se torna peligrosa. Cuando nadie está seguro. Luego, las sanciones reducen el margen de los negocios y hacen más costoso resguardar las fortunas ilícitas en el mundo.
Los grupos militares que sostienen al régimen también saben que el chavismo está agotado. Que sólo produce hambre y depauperación en la población. Pero están hasta el cuello involucrados con éste. Saltar la talanquera es peligroso. Puede representar una muerte segura con torturas en siniestros sótanos. Y en caso de salir vivos, tampoco hay garantías de que no serán procesados en un futuro. Los activistas de derechos humanos son muy testarudos, y no son como los políticos que negocian esas cosas. Además, la ley de amnistía no aplica en el Tribunal Penal Internacional. Los delitos contra la humanidad no prescriben. Tampoco los de la corrupción.
Agotada la opción del “quiebre”, Guaidó decidió por la “negociación”. Según esta tesis, el régimen entregaría pacíficamente el poder en caso de perder unas elecciones acordadas por las dos partes. Sólo habría dos candidatos, el de la oposición y el del chavismo. Uno de esos sería sólo él.
A cambio, el chavismo permanecería en el poder hasta celebrarse dicha posible elección. Se reservaba así todas las ventajas. Ya tienen dilatada experiencia en fraude electoral. O se prepararía para una posible cohabitación, con un gobierno moderado de oposición. La negociación es un buen negocio para el régimen chavista.
Las dos opciones, “quiebre” o “negociación” conducen a la cohabitación. Es decir, una parte del chavismo se mantendría en el país, una vez fuera del gobierno, conservando ciertas cuotas de poder. Sobre todo, militar, policial y judicial. Gozarían de impunidad, la que llaman “amnistía”. No serían juzgados ni extraditados. Mantendrían intactas todas sus inmensas fortunas mal habidas. Y se les permitiría hacer negocios en el país, comprar empresas, participar en elecciones y ocupar cargos públicos y de elección popular. Acecharían otro momento para regresar al poder.
Guaidó desechó otras opciones, aunque insistiera una y otra vez que “todas las opciones están sobre la mesa”. Mintió. Su juventud y lozanía estaban ya podridas de las viejas mañas de la política. Y ahora, se ha quedado sin opciones.
No tiene oferta de elecciones en el mediano plazo. Ha perdido buena parte del súbito capital político que obtuvo en enero pasado. La AN se reducirá como una utilería estorbosa para el régimen. La “plenipotenciaria” ANC retomará el protagonismo en los próximos meses. Será la era del bloqueo, de la lucha contra el imperialismo, del sacrificio de la nación. Los partidos cohabitacionistas rogarán una pequeña cuota, un cuarto de servicio.
Guaidó compró la tesis de la cohabitación, sea por quiebre o por negociación. Y con ello perdió confianza y aval de una parte activa de la ciudadanía comprometida con derrotar al chavismo. Compró la “doctrina Magdaleno” o “doctrina de la cohabitación”. Le dictó ceder principios a cambio de cuotas de poder que llama, eufemísticamente, “transición pacífica”.
La doctrina de la cohabitación dictó también negociar en estricto secreto con el régimen. La ciudadanía es ruido y público de galería. No tiene derecho a saber qué se negocia. En esa doctrina, los ciudadanos estaríamos condenados a ignorar qué y cómo se decide sobre el futuro de nuestra nación. Sólo una élite política tiene esa atribución. Nos mintieron.
La doctrina de la cohabitación es bisutería. Cambia espejitos por oro. Acepta convivir con asesinos y pillos. Cambia de principios según cada cliente. Sus consecuencias las estamos sufriendo. Ahora, más que nunca, al ver perdida la oportunidad de oro que se presentó con la presidencia de Guaidó, que creímos una concesión de los partidos cohabitacionistas de la AN. Los “doblarse para no partirse”. Nos mintieron.
Perdón por tantas comillas. Con este tema son necesarias y recurrentes…
¿Qué sigue ahora?
Lo diré sin anestesia. Guaidó ha cumplido el papel de escudo protector del régimen chavista. Aún es una pieza útil. Por eso le dejan libre. Le permiten que deambule por el país en inútil campaña. Desgaste para él. El sufrimiento de la gente se cansa de promesas imposibles y discursos épicos.
Guaidó sólo buscó una cuota de poder. Nunca la libertad plena de Venezuela. Nunca la derrota y purga del chavismo de Venezuela. Nunca la recuperación de los caudales robados, la negación de las deudas ilegales, la aplicación de la justicia contra los criminales, el desmantelamiento de los grupos armados. Nunca el combate frontal contra las organizaciones delictivas. Nada de eso estaba en su guion “cese a la usurpación…” Acabó convertido en tiempo para el régimen y desconfianza en la política y la oposición. Negocio redondo para el régimen.
Qué sigue ahora que ya no tenemos a Guaidó?
Toca un largo período de recomposición y reorganización de nuevas fuerzas opositoras. Los partidos mayoritarios de la AN ya pueden considerarse historia. Historia con finales tristes. Guaidó tendrá que apartarse. Sus “guaidolovers” tendrán que adorarle en altares privados. Quien quita que le contrate una casa de modelaje.
La actual AN tendrá que desaparecer. Más por indiferencia que por acción, o mejor, por inacción. Sufriremos el chavismo por un buen tiempo. Ni modos. Es el precio que pagamos por la mayor torpeza política conocida, la de la oposición venezolana de las primeras dos décadas de chavismo.
Pero, renaceremos. De esta nos recuperaremos. No tenemos otra opción.
Imagen: Composición hecha por el mismo autor. BHL
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