El Estado Cuartel en Venezuela: autoridad y mecanismos de asedio moral, material y simbólico

Jo-ann Peña Angulo

 

En el año 2014 fundamentábamos en el Estado Cuartel en Venezuela, el asedio ciudadano y el enemigo interno[1], el por qué el gobierno y el Estado en Venezuela podían comprenderse a partir de la tesis del Estado Cuartel, the garrison state, de Harold Lasswell.

 

Al transgredir el elemento militar la frontera civilis-militaris, la democracia moderna y el régimen democrático en Venezuela pierde su naturaleza inequívoca, dando paso al establecimiento de nuevos códigos políticos y sociales que, desde el Estado venezolano, son dictados y difundidos como propios del régimen democrático, y a los que los ciudadanos deben adaptarse, deseen o no.

 

En este sentido, el discurso “democrático” del Estado Cuartel en Venezuela, fundamentado en la exaltación continua del héroe, del militarismo y del deber a la patria, encarnado en el Estado y en el propio gobierno, manifiesta la peligrosa ambigüedad entre lo civil y lo militar, lo que no solo alienta la emergencia de las ideas opositoras, sino que le permite a su vez hacer uso de mecanismos simbólicos y no simbólicos de coacción, como una forma de asedio efectivo a la sociedad civil, que asegura la consecución de alianzas, la obediencia y la socialización del peligro, a pesar de la pérdida progresiva de los derechos ciudadanos en un entorno cada vez menos democrático.

 

Al plantearnos la relación entre este Estado y el asedio ciudadano, partimos de la premisa básica del asedio como mecanismo militar de ataque, y en algunos casos, de defensa militar.

 

El asedio, liderado por el sitiador, que en este caso es el mismo Estado Cuartel, convierte en sitiados o asediados a los propios ciudadanos hasta someterlos como “subordinados”. Es lógico, entonces, que el debilitamiento por el control y la escasez de recursos y la desmoralización de los ciudadanos o asediados, sea planificado y esperado por la élite gobernante del Estado Cuartel.

 

El asedio material es definido por el control del Estado Cuartel de los bienes materiales, de producción y de consumo. Cuando Lasswell afirma que los “ingresos serán igualados en el interés de mantener la moral dentro de las condiciones modernas del peligro socializado”[2], se refiere a que el peligro de la guerra, socializado entre civiles y militares, requiere a su vez el ajuste igualitario de ingresos como una forma de mantener la voluntad de los ciudadanos.

 

El asedio simbólico hace referencia a todo el proceso de manipulación simbólica que desde el Estado Cuartel se construye y difunde, no solo a través de ceremonias, propagandas y protocolos, sino a través de la propia re-estructuración del Estado en sí. A pesar de que Lasswell expresa que estos elementos no son suficientes para el predominio del Estado Cuartel, sí podemos agregar que constituyen un mecanismo fundamental en el proceso de recepción, identificación, sumisión y adoctrinamiento de los ciudadanos, así como para los intereses morales del propio Estado Cuartel. Lasswell expresa que “adicional a la regularización de los símbolos, bienes y violencia, la élite política del Estado Cuartel encontrará esto necesario para hacer ciertas adaptaciones en la práctica fundamental del Estado”[3]

 

Por su parte, el asedio moral parte del hecho de que la moral como elemento axiológico, psicológico y filosófico del ser humano, es primigenia no solo en la elaboración de políticas, acciones y decisiones del Estado Cuartel, sino en la mentalidad ciudadana. Valga aquí una pregunta: ¿no era el miedo y la desmoralización de los sitiados en las ciudadelas antiguas, elementos iniciales para la rendición y capitulación? De la misma forma, el asedio moral del ciudadano, por parte del Estado Cuartel en Venezuela, se convierte en mecanismo capital de este. Así, no solo “la importancia del factor moral es enfatizada por el miedo universal, el cual es posible mantener en grandes poblaciones a través –entre otros– de modernos instrumentos de guerra”[4]18, sino que se convierte en el pilar fundamental en la consolidación del Estado Cuartel, desde su formulación moral inicial, como lo afirma Lasswell, pasando por todos los mecanismos simbólicos y materiales de manipulación y control, hasta la pérdida de la naturaleza democrática del Estado.

 

Estos argumentos nos permitieron estudiar los tres niveles del asedio ciudadano del Estado Cuartel en Venezuela, dentro de la que denominaremos historia militar moral[5] de Venezuela, cuyo primer período, 1999-2006, fue estudiado en el artículo mencionado.

 

La idea de Harold Lasswell sobre el papel de la moral en la formulación del Estado Cuartel resulta fundamental, pues nos sirve para demostrar  históricamente que la relación asedio y moral, indaga en el primero como mecanismo militar de ataque sobre las ciudadelas de la antigüedad y sobre su significación quizás más importante, relacionada con el proceso de desmoralización de los asediados o sitiados, no solo dentro de las fortificaciones, sino que además se asoma la posibilidad del asedio, a partir del siglo XVIII, en términos no necesariamente materiales.

 

Se conjuga así el asedio el material, simbólico y moral, se justifican racional y razonablemente –por lo civilis y lo militaris– en el proceso mismo de institución y consolidación del Estado Cuartel en nuestro país. En consecuencia, se convierten en mecanismos efectivos por los que el Estado Cuartel, en el caso de Venezuela, logra su objetivo primordial: la aceptación y comprensión de los valores y concepciones de naturaleza militar, dentro y como parte misma de la vida civil en Venezuela, enmarcado todo esto, bajo la impronta del llamado socialismo del siglo XXI y la égida de Norberto Ceresole expresada en la relación caudillo-ejército-pueblo.

 

Dentro de este contexto debemos agregar aquellos rasgos que lo distinguen de los referidos originalmente por Harold Lasswell, son estos: la vinculación con el narcotráfico, los altos niveles de corrupción y la vinculación con grupos paramilitares y terroristas, todo esto dentro de la concepción colectivista, influenciada por las concepciones anticapitalistas y de acentuado desde antiestadounidense.

 

Entender este asedio material, simbólico y moral conlleva a estudiar la idea de autoridad[6] de este estado cuartel, para lo cual el trabajo de J. M. Bochensky[7], cuya definición de autoridad a partir de un sistema de relaciones entre 3 aspectos: el que ejerce la autoridad, el sujeto sobre el que se ejerce o recae la autoridad y el campo de competencia de esta, nos permitirá profundizar en dos tipos de morfología: 1. La autoridad deóntica, aquella que implica deberes u obligaciones y es ejercida mediante una orden, coacción o coerción con un fin práctico. 2. La autoridad epistémica, que supone el saber o conocer, ejercida a través de ordenes o declaraciones derivadas del conocimiento adquirido -de manera empírica o no- en procura del bien de aquellos sobre los que recae dicha autoridad.  Así la naturaleza de la autoridad en Venezuela, expresada en un principio por Chávez -cuya autoridad  fue «legitimada» no solo al otorgársele la libertad[8] sino al resultar victorioso en la contienda electoral de 1998- que acompañado en el gobierno por grupos de militares cada vez más numerosos, logra consolidar progresivamente el Estado Cuartel en Venezuela, amparado en una débil democracia, que bien supo dejar de lado al control civil y el profesionalismo militar, fenómeno que se  agudiza luego de su muerte, bajo la presidencia de Nicolás Maduro, el civil rodeado de militares.

 

De esta forma, resulta pertinente indagar tanto en aquellos individuos sobre los que esa élite militar encabezada por Chávez, ejerce la autoridad, es decir los civiles y los propios militares como en el campo de competencia de esa autoridad, pues en la misma se conjuga por una parte, el origen militar del que la ejerce –Chávez y la élite militar gobernante- y por la otra, la naturaleza civil del poder político ejercido -como poder ejecutivo- cuya autoridad se practica como característica fundamental de cualquier régimen democrático, pero que dentro del Estado Cuartel, es alterada amén del pretorianismo y la penetración abusiva de lo militar sobre lo civil.

 

Lo deóntico y lo epistémico de la autoridad dentro del estado cuartel.

 

Partiendo de la autoridad deóntica personificada por Chávez como jefe de Estado, Presidente de la República y Comandante en Jefe, observamos cómo comparte rasgos comunes con los de aquella élite militar señalada por Lasswell dentro del Estado Cuartel, en su escrito de 1941. Valga entonces preguntarnos ¿sí la autoridad ejercida por Chávez como presidente de la república pudiese ser también de naturaleza epistémica?

 

La formación de la Academia Militar deja sin duda el conocimiento y la práctica de la guerra y la estrategia militar. No obstante ¿uso Chávez este conocimiento militar para impartir y ejercer la autoridad, en primer lugar bajo un criterio pragmático y ser obedecido, o en segundo lugar para procurar el bien de todos los ciudadanos?  He aquí la interrogante a dilucidar para poder comprender la naturaleza de la autoridad ejercida por Chávez como principio neurálgico del Estado Cuartel en Venezuela.

 

Ahora bien, al estar claro el principio deóntico de su autoridad, Chávez hábilmente supo compaginar a este, el discurso del bien representado en la democracia participativa, bajo la unión cívil-militar.  De tal forma, que  las órdenes,  la coacción, y  la coerción ejercida sobre los ciudadanos que se oponían a sus parámetros ideológicos, fuesen vistas por aquellos que lo apoyaban, como simples órdenes que procuraban el bien, pero cuyo fin no había sido comprendido, por los antes señalado.  Se comienzan entonces a percibir los abusos del gobierno de Chávez a la institucionalidad democrática como mecanismos propios en procura del bien, del bien sin duda pero del proyecto político e ideológico de la élite militar gobernante en Venezuela. De allí que resulte vital para el gobierno, el uso de los mecanismos de manipulación simbólica para enmascarar en algunos casos, el uso de instrumentos coercitivos de la violencia, todo inmerso dentro de una democracia utilitaria, a la que tristemente muchos siguen apostando. Con el objetivo de dar una mirada mucho más amplia a la polisemia planteada por esta «democracia» que permite inclusive a aquella autoridad que restringe libertades, ser legitimada plausiblemente por la mayoría,   traemos a colación lo expresado por Jacques Derrida, en su obra El Fundamento Místico de la Autoridad:

 

La fascinación admirativa que ejerce en el pueblo, la «figura del gran delincuente» se explica así: no es alguien que ha cometido tal o cual crimen por quien se experimentaría una profunda admiración, es alguien que al desafiar la ley, pone al desnudo la violencia del orden jurídico mismo[9]

 

¿Será esta la respuesta para intentar explicar, cómo luego de la tradición democrática fundada en 1958, y de la experiencia histórica con los gobiernos de naturaleza militar, el civil venezolano acepta con una especie de devoción, el ultraje de su régimen democrático a partir de 1999? En tal caso, queda claro que la autoridad deóntica del régimen chavista predominará sobre la autoridad epistémica, la cual quedará siempre en desventaja, bajo una  aparente democracia.

 

El problema al intentar estudiar la autoridad epistémica de la élite militar del Estado Cuartel en Venezuela, abre el debate sobre la mentalidad militar, la ética profesional  y el profesionalismo militar  en Venezuela a partir de 1999, pues es evidente que al resquebrajar los principios éticos de la profesión militar, de manera teórica y práctica, les resulte lógico su penetración en los espacios civiles bajo la autoridad deóntica, dejando de lado los principios epistémicos relacionados con la autoridad política -militar- del Estado y del gobierno venezolano. Ahora bien al hacerse nulo el control civil, el dominio político del elemento civil sobre el militar, se señala que el modelo tradicional, el modelo liberal y el modelo de penetración, entendidos por Eric Nordlinger como los 3 modelos básicos del control civil, no se hacen efectivos, pues los que ejercen las funciones civiles son militares u profesionales de la violencia políticamente motivados.

 

No obstante resulta interesante traer a colación, que efectivamente hubo una penetración por parte de la élite militar  gobernante a la organización militar en Venezuela, manifestada en una evidente autoridad deóntica que a través de la vigilancia y control, abren paso a un complejo proceso de ideologización del sector militar. En tal sentido observamos que efectivamente se enlazan un conjunto de ideas respecto a aquello denominado doctrina militar bolivariana, pero en la práctica dicha doctrina persigue una concepción particular del pensamiento militar, que a nombre de la soberanía del territorio, permite en lugar de la institucionalidad democrática, la instauración de los privilegios de élite militar gobernante. Al respecto:

 

Las Fuerzas Armadas son penetradas con ideas e ideologías y hasta con personal político. El adoctrinamiento ideológico abarca no solo al cuerpo de Oficiales sino también a la tropa. Se emplean intensamente medios de control, supervisión y un sistema de premios y castigos, dirigidos a obtener la obediencia y fidelidad del cuerpo de Oficiales[10].

 

Ahora al no ir  lo epistémico, en procura del bien sino en procura del predominio militar sobre lo civil y no del control civil, razón de ser de cualquier democracia sana, mal pudiésemos hablar de una autoridad epistémica en el sentido que lo plantea Bochensky.

 

Al respecto, el ajuste de los bienes materiales llevado a cabo por  esta élite gobernante pone sobre la mesa a un mal interpretado principio de igualdad, que coloca por encima del resto de los ciudadanos, a los miembros de la élite militar gobernante, como característica propia del Estado Cuartel. Lasswell nos comenta…«En los intereses de la moral habrá moderación en las enormes diferencias en el ingreso individual, aplanando la pirámide en el tope, abultando la mitad superior y la zona media»[11] lo que resulta en la casi igualación por debajo de los ingresos económicos, en este caso del civil venezolano.  Ahora bien, lo anterior no debe sorprendernos pues ya en el 2006, Chávez deja claro su concepción sobre la igualdad.

 

Así expresaba, que fue en el Orinoco donde «Bolívar lanzó aquella tremenda idea que recoge la esencia del bolivarianismo, cuando dice que ante la desigualdad natural de los seres humanos debe venir el Estado, es decir deben venir las leyes, deben venir las instituciones, la Constitución, el Estado y la sociedad a regular las desigualdades naturales para lograr una igualdad política, una igualdad social»[12].  Se allana así el camino para que el militarismo y el Estado Cuartel se consolide en Venezuela, con una élite gobernante que desde sus inicios se acostumbró a ejercer lo deóntico antes que lo epistémico.

 

[1] Revista Mundo Nuevo, Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela, Año VI. N° 15. 2014, pp. 55-84

[2] Harold D. Lasswell, “The Garrison State”, en The American Journal of Sociology, number 4, Chicago: 1941, p. 461 [Trad. a].

[3] Harold D. Lasswell, op. cit., p. 461 [Trad. a].

[4] Harold D. Lasswell, op. cit., p. 459 [Trad. a].

[5] La historia militar moral se deriva de la clasificación que hicimos en nuestra tesis de postgrado “El problema del régimen político y la moral en las relaciones Venezuela-Estados Unidos (2001-2010)”.

[6] Ver el capítulo “Aproximación Teórica. La autoridad en el Estado Cuartel en Venezuela”, en el libro El Estado Cuartel. Radiografía de un proyecto autoritario.  Coordinadores: Luis Alberto Buttó y José Alberto Olivar. Editorial Negro sobre Blanco, 2016, Caracas, Venezuela.

[7]Bochensky plantea dicho estudio desde la lógica. No obstante lo entenderemos aquí en su acepción básica, entre lo deóntico y lo epistémico.

[8]No nos corresponderá aquí discutir si ésta se llevó a cabo por indulto presidencial, amnistía o sobreseimiento. En todo caso fue el presidente Rafael Caldera quien autorizó la misma el 26 de marzo de 1994, luego de 2 años de prisión en la cárcel de Yare.

[9] Jacques Derrida, El Fundamento Místico de la Autoridad. Madrid: TECNOS, 1997, p. 87

[10] Domingo Irwin,  Fréderique Langue y otros, Problemas Militares Venezolanos. FANB y Democracia en los inicios del siglo XXI, p.12

[11]Harold D. Lasswell, op. cit, p. 463.  « In the interest of morale there will be some moderation of huge differences in individual income, flattening the pyramid at the top, bulging it out in the upper-middle and the middle zones»

[12]«Programa Alo Presidente», número 252, 9 de abril de 2006[citado el 14 de mayo de 2015 ]: disponible en  http://www.alopresidente.gob.ve/materia_alo/25/p–9/tp–32/

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